Juan Antonio Gómez Navarro
Nace en Lorca (Murcia) en 1845, fue el segundo de siete hijos de un carpintero. Abandona los estudios de medicina por los de música que ejercerá en Madrid. A los 18 años gana un accésit de violín en el Real Conservatorio de la capital de España. Tiempo después, se reincorpora a su tierra natal, compaginando entre 1866 y 1869 los últimos cursos de presbítero con la cátedra de "Canto Gregoriano" del Seminario de Murcia, donde también ejercía como organista. Ordenado sacerdote (1869) en Ocaña (Toledo), se ocupó como organista (1873-1877) en la iglesia mayor de San Patricio. En aquellos años compuso una misa y una salve, a tres voces y coro con acompañamiento de orquesta, mediante la cual se le impuso la medalla de plata de la "Sociedad de Amigos del País de Lorca".
En Córdoba
En 1876 se convocadas oposiciones para la vacante de primer organista y maestro de capilla de la Catedral de Córdoba. Se presenta Gómez Navarro a esta convocatoria superando brillantemente las pruebas. Desde julio de 1877 ocupará dicho cargo hasta 1916 a la edad de 70 años al renunciar a los cargos que ocupaba en el Cabildo de la Catedral como consecuencia a su delicada salud. Estuvo en Córdoba hasta 1921, año en el que regresó a Lorca su ciudad natal, donde se distrajo al dirigir algún que otro coro, falleciendo el 30 de diciembre de 1923.
Aparte de su actividad religiosa fue Gómez Navarro profesor de varias generaciones de músicos, tanto dando clases particulares como al suceder a Eduardo Lucena tras su muerte, en la cátedra de Composición y Armonía en la Escuela de Bellas Artes, germen del futuro Conservatorio Superior de Música de Córdoba.
Compuso música profana como valses, rigodones, polkas y una barcarola con letra del poeta cordobés Marcos Rafael Blanco Belmonte, así como otras creaciones para piano, orquesta, banda. Igualmente escribió música de zarzuela, en cuya partitura no aparece su nombre, debido a su condición eclesiástica. Se estima que escribió más de doscientas obras.
Entre la música sacra compuso un extenso repertorio entre misas, oficios de difuntos y de ángeles, plegarías, marchas fúnebres y villancicos. Siendo las más conocidas:
- Miserere en re menor, cantado en Semana Santa, recuperado por Luis Bedmar y Francisco Marcelo, en el año 2002.
- Lamentaciones, para Cuaresma y Semana Santa.
- El Alma de mi Alma, marcha fúnebre dedicada a su madre en su muerte el año 1892.
- El Ruiseñor, villancico.
Córdoba lo reconoció al dar su nombre a una calle en la barriada de la Electromecánicas.
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