Juan Ramón de Ubillos

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Juan Ramón de Ubiloos y Ayestarán, (Andoaín 1769 - Córdoba 1844), fue canónigo arcediano del Cabildo de la Catedral desde el año 1804.

Francisco de Borja Pavón recogió la necrológica que de él se dijo en El avisador cordobés en el año 1844[1]

Sr. D. Juan Ramón de Ubillos y Ayestarán nació en Andoaín, villa de Guipúzcoa, Diócesis de Pamplona, de una familia distinguidísima en aquel solar tan fecundo en esclarecidos linajes. De los libros de aquella parroquial consta que fué hijo legítimo de D. Juan Bautista Ubillos y Eguzquiza y de Doña Josefa Antonia de Ayestarán y Landa, y que recibió el santo bautismo en 19 de Febrero de 1769.
'Al cumplir siete años de edad el Sr. Ubillos, trájole consigo á Sevilla su tio el ilustrísimo señor D. Agustín Ayestarán y Landa, á la sazón Obispo auxiliar de aquella Diócesis. Así, entre ejemplos de severa virtud y de sólida ilustración creció y pasó su primera edad, aventajándose entre sus compañeros de estudios y aprendiendo toda especié de buenas doctrinas en la escuela ejemplarísima del hogar doméstico. Su escogida educación social, sus buenas conexiones y la alta posición de su protector y deudo, hubieron de auxiliar los progresos de su instrucción; á la vez, que la época de su juventud precedida por el movimiento literario impreso á Sevilla por los Olavides, Jovella-nos y Aguirres, y por la reforma de los estudios en aquella Universidad, concurrieron á entregarle con ardor á la vida de las letras, á imprimir á su alma el amor de los libros, y á ponerle en contacto con varios de los jóvenes, que fundando é ilustrando después la célebre Academia Sevillana, han llegado á ser en nuestros días altas celebridades en la literatura patria. Entonces fué cuando el Sr. Ubillos, aficionándose al estudio de varias len-guas vivas que llegó á poseer, al de los escritores clásicos, en que era más que medianamente versa-do, y aún al de las Bellas Artes, comunicó á su espíritu todos los gérmenes del buen gusto. Amenizando así con el cultivo de las Humanidades sus otros estudios más serios, bien pronto recibió el grado de Bachiller en Cánones y el de Licenciado en Leyes: y el mismo y el de Doctor en Teología. Sus exámenes y ejercicios literarios fueron en extremo concurridos y brillantes. Siendo ya su ilustre tío Obispo de está Diócesis de Córdoba, le hizo venir en 1796 y le confió el cargo de su Secretario de Cámara.
'Dos años después se le agració con una canongía en esta Santa Iglesia Catedral, obtuvo la dignidad de Tesorero, y fué promovido á la de Arcediano en 1804. Entonces fué cuando para el ilustrísimo Cabildo comenzó la carrera de sus eminentes servicios, continuados en el largo período de cuarenta años. Seguirle en este teatro, siendo siempre modelo de laboriosidad, de previsión, de prudente templanza; administrando con fidelidad, con desinterés, y hasta con extremada generosidad; discutiendo con sagaz mesura y con agraciada facundia; escribiendo con facilidad y elegante pureza... excedería los estrechos límites de este artículo. Baste decir, que muy desde luego realizó algunas mejoras en la enseñanza del Seminario; que como agente dignísimo y principal del Cabildo y del Prelado, siguió sus naturales impulsos, haciendo frente con limosnas y socorros públicos al hambre terrible que sobrevino por los años primeros del siglo; que contribuyó notablemente á la erección del Hospicio; que después, facilitando fondos á los distintos Gobiernos, respondiendo á multitud de consultas, evacuando infinidad de dictámenes é informes, se ocupó siempre en servicio del Cabildo, en beneficio de su crédito y de su paz interior, y muchas veces en el del Estado.
'En 1808 había sido nombrado Subcolector de espolios y vacantes. La Academia de la Historia le nombró su Socio correspondiente. Y previa consulta de la Cámara, fué nombrado Provisor Gobernador de la Diócesis en la última sede vacante. Modelo en su gobierno de justificación, de dignidad y de celo, se hizo amar y respetar dé los párrocos y del clero de su Diócesis, alabándose por donde quiera el acierto de sus providencias, sus rectos propósitos y sus saludables miras.
'Raro conjunto de afabilidad y entereza, apareció á los ojos del pueblo no indigno de llevar sobre su hermosa cabeza el grave peso de una mitra. Parece que en dos diversas ocasiones se trató de presentarle para el Obispado de Astorga, y para la Silla arzobispal de Tarragona. Pero los amigos y allegados que tenía en el supremo Consejo no pudieron vencer su resistencia y su humildad. Su carácter, á la verdad, tanto como sus virtudes, le concillaban el respeto general. Reservado, abstraído del rumor dé las agitaciones públicas y de los negocios seculares, dotado de una tolerancia suma, de modales cortesanos, de un desembarazo galante y simpático, ameno en su trato, de conversación chistosa, rico en variada instrucción; era sobrio y por demás activo hasta tocar en singularidad en su vida privada, excesivamente metódica y regular, y puro é irreprensible en sus costumbres. En circunstancias arduas, en medio del tumulto á veces de pasiones populares, en contacto con personajes y corporaciones de varia índole, su presencia grave y respetuosa, sus razonamientos fríos, su prudente condescendencia, le atraían de continuo la consideración agena.
Dígase en su mayor elogio que en nuestros días ha atravesado las públicas tempestades sin hacer un solo enemigo, y que no ha proferido jamás una leve queja contra nadie, en el seno mismo de la más franca y cordial amistad. Piadoso sin jactancia y sin disfraz, asistente asiduo á los deberes canónicos, aun ya dispensa-do de su rigor, los placeres ele la beneficencia, la virtud evangélica de la caridad, comunicaron á su alma su raro y envidiable temple. Con las conveniencias de una holgada fortuna, además de reunir una preciosa biblioteca, no tuvo otra distracción que la de dispensar auxilios á la pobreza desvalida, gastándose casi todas las rentas de sus piezas eclesiásticas, muy pingües algunos años, y aún las de su decente patrimonio, en limosnas hechas con toda la discreción y reserva que las avaloran. Los merecimientos de esta santa propensión no deben escribirse en diarios efímeros, sino en las páginas indelebles de los corazones reconocidos, y pregonarse entre bendiciones en el seno de las pobres familias consoladas. La ciudad de Córdoba publica unánime la elevación moral del carácter y conducta del Sr. D. Juan Ramón Ubillos.
Superior su mérito á su celebridad, el Arcediano de Pedroche hubiera fácilmente conquistado un alto puesto en la carrera de Jos honores eclesiásticos, ó un renombre literario, accesible á menores méritos, en medio de la frivolidad ele nuestros días, si su modestia y genial reserva se lo hubiesen permitido. Esta última calidad encubría los frutos de sus continuos estudios, algunos de los cuales serían justamente apreciados si alcanzasen á ver la luz pública. No hace mucho días, que con las apariencias de su robusta constitución y de su vigor casi juvenil, la agilidad de su persona y la alegre vivacidad de su espíritu, anunciaban al Sr. Ubillos una larga vida. Pero desenvuelta en su organización una terrible enfermedad, que había labrado sorda-mente su ruina, falleció á las doce del día 30 del pasado Agosto. Asistido en su penosa dolencia por su muy cariñoso y estimable hermano, y por sus distinguidísimos amigos, admiró á todos con su festivo humor, su increíble sufrimiento y su resignación religiosa, creyéndose en estado de dispensar más que de recibir consuelos. Una voz general de sentimiento y de profundo pesar ha sido lanzada por la población á la noticia de su muerte. En las solemnes exequias, verifica-das al otro día en el Crucero de la Catedral, se ha visto una numerosa y lucida concurrencia, que no abandonó el cadáver hasta desearle un santo des-canso en su humilde huesa, y hasta acompañar las últimas preces con que la Iglesia pidió el galardón de sus virtudes. Pero eran aún más significativas las lágrimas de los pobres, que saludaban al encuentro ó seguían de lejos al ataud. Sólo, sin duda, esta expresión inequívoca de una tristeza pública, pudiera animarme á mí, indigno intérprete de su común expansión, á consagrar estas líneas, postrer tributo de la amistad y del dolor.

Referencias

  1. Necrología de varios contemporáneos distinguidos especialmente cordobeses : dadas á luz con anterioridad en varias fechas y publicaciones y ahora coleccionadas / por su autor Francisco de Borja Pavón. -- Córdoba : [s.n.], 1892 (Est. Tip. de La Unión).

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