Junta Revolucionaria de Pozoblanco
La Junta Revolucionaria de Pozoblanco fue la institución creada en septiembre de 1868 tras el triunfo de la Revolución.[1]
Historia
Entrada la noche del 19 se tuvo conocimiento de los sucesos en la ciudad de Sevilla. Tras intensas reuniones, al amanecer del día 20 de septiembre los revolucionarios cordobeses se lanzan contra las autoridades de la capital. Solo hubo que lamentar un muerto y dos heridos, y unas horas después se constituyó la Junta Soberana que publicó una proclama en la que se establecía el Trono vacante, la Soberanía nacional y las Cortes Constituyentes por sufragio universal.
En Pozoblanco, la Junta Revolucionaria quedó conformada con 2 miembros de cada partido:[2]
- Presidente: Antonio Félix Muñoz
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- Secretario:
Relato de los hechos
Muertos Narváez y O'Donnell, González Bravo en el poder que pasa al General Concha. Aunque se llamen moderados, el título no impide represiones, destierros y violencias. Vienen Prim, Topete, Ruiz Zorrilla, Dulce ... Nuestros progresistas están impacientes. Se relacionan con los de Córdoba, con Leiva, Torres, Hornachuelos... Topete en Cádiz, llega Prim, Serrano viene a Sevilla, a Córdoba... Baja Novaliches que se encontrará con Serrano en el puente de Alcolea .. . Pero es en Pozoblanco donde estamos. Alcalde de la anterior situación es D. Antonio Tirado y segundo Don Sebastián Delgado. Aquel no anda bien de salud y se le ve poco en la Casa Consistorial. Hay rumores y luego noticias ciertas: en Córdoba ha triunfado el Movimiento. Pozoblanco se conmueve. Es curioso lo que ocurre: aquellos mismos que poco antes festejaron la jura de Isabel 2.a, con sus vivas jubilosos, ahora la atacan con violencia. La política y sus debilidades. Llega el 22 de septiembre de 1.868. D. Antonio Félix y sus amigos están en relación con la Junta de Córdoba. Hay un buen enlace que es el propio hijo, D. Pedro Egidio Muñoz de Sepúlveda. Muy de mañana se ha constituido en Pozoblanco la Junta Revolucionaria. No hay que asustarse de las palabras; conviene atender a los hechos. Como figura principal está D. Antonio Félix Muñoz, que es nombrado Presidente. D. Acisclo Quirós y Montes es el Vicepresidente ya que por algo es el primer contribuyente de la villa. Forman parte el Pedro Egidio Muñoz de Sepúlveda, tantas veces citado, D. Lucas Fernández, D. Bartolomé Gil Herrero, D. Francisco Márquez Caballero, D. Martín José Muñoz, Don Juan Cabrera Valero, abogado joven, como lo es D. Fernando de Sepúlveda y Quirós de quien se habló. Las tres figuras sobresalientes son Don Antonio Félix, D. Pedro Egidio y D. Fernando.
Ya está formada la Junta Revolucionaria. Hay manifiesto, como -es de rigor, que redactarían los tres notables. Y hay peligros y alarma. No sólo están cerca fuerzas isabelinas, sino que en el mismo pueblo hay un asunto grave: González Bravo puso en servicio la llamada ,Guardia Rural que si en la letra servía para guardar las propiedades agrícolas, en realidad era una fuerza al servicio de la política moderada. Yen Pozoblanco había nada menos que una Compañía, la 4.a, cuya actitud no parecía propicia a la revolución. Es D. Antonio Félix quien decide. Con todo su prestigio local, con toda su entrega a la política, asume el riesgo: va al propio cuartel, hace su arenga y consigue que aquella fuerza se una al Movimiento. Luego vendrá la cruda realidad. Fuerzas contrarias andan por Espiel, Villaharta, por otros lugares próximos. Hay pocas armas: se busca ansiosamente pólvora, balas; hay que improvisar. Se llama a los vecinos para que se alisten con armas. Se avisa a las Juntas de Hinojosa, de Chillón, de Almadén, de Brazatortas, de Almagro, de Liudad Real. Hay que formar por lo menos tres compañías de milicias, una para retén, dos para situarlas en los lugares de más peligro. Hace falta un jefe y otra vez aparece en escena el excelente tirador Mateo Fernández, aquel que hirió a Lastra. «Benemérito» personaje a quien se nombra Comandante de las tropas populares. Subalternos son Saturnino González, Domingo Márquez, Rafael Fernández, Juan Díaz Encinas. A los alistados se les pagarán seis reales diarios.. Hay noticias alarmantes. La Junta está en sesión permanente; los cincuenta y cuatro faroles del alumbrado público, de aceite, que sólo se encienden en las noches sin luna, no se apagan en estás noches densas y graves. Se dice que la Guardia Rural que había en Córdoba, con otra más poderosa, ha dejado la capital y viene por Villaharta, por Espiel, por Fuente la Lancha. Se hacen los usuales juramentos de defender la Revolución hasta la muerte. Todo es agitación, idas y venidas, alarmas que acaban en nada, porque La Gloriosa, la Revolución, triunfa. Y en el punto clave, en Pozoblanco, está D. Antonio Félix, este curioso personaje. Los problemas son de varia importancia. Por ejemplo, la feria que desde 1812 se celebra todos los años del 24 al 26 de Septiembre, debe celebrarse porque al pueblo hay que darle diversiones. Y se celebra con las cautelas necesarias. No hay dinero. Don Dinero exige como siempre. La Junta llama a quien puede tenerlo, que es el Depositario Juan, Juanito Bermejo. Contesta que en las arcas municipales no hay ni un solo real; tan solo una lista de morosos por unos veinte mil reales; que los empleados llevan muchos meses sin cobrar. La Junta acuerda que se apremie a los morosos que, ya es casualidad, son en su mayor parte de la situación pasada, de los que perdieron. Mientras tanto, los miembros de la Junta aportarán lo que haga falta.
Viene luego la consolidación de la ganancia. Ya se han cruzado las cartas entre generales antes de la batalla, de Serrano a Novaliches, de Novaliches a Serrano; se han producido los hechos románticos que se llamaron Batalla de Alcolea; ha triunfado la Revolución y ha caido Isabel. Está esa visita de Serrano a Novaliches herido, todo aquello que nos parece tan lejano y tan distinto de nuestro mundo. Llegan las destituciones, las cesantías, las persecuciones de uso y costumbre_ . Hasta Octubre de 1.868 no se constituye el Ayuntamiento que sigue a la Junta. Don Antonio Félix es el Alcalde Presidente. Con él van Don Bartolomé Gil Herrero, D. Francisco Márquez Caballero, D. Francisco Castro Moreno, D. Juan Fernández Dueñas, D. Cristóbal de Sepúlveda y Quirós, D. José Fernández Alcaide, D. Francisco Muñoz Dueñas, D. Miguel Gosálbez María, D. Pedro Isidoro García, D. Antonio Cabrera López y D. José María Aparicio Santos. Vicepresidente será el mismo D. Acisclo Quirós y Montes, primer contribuyente. Don Fernando Sepúlveda y Quirós será Registrador de la Propiedad. Discursos, euforia, esperanza. Ha ganado la Revolución. El nuevo Ayuntamiento se constituye con solemnidad. Preside D. Antonio Félix y hace una proposición que todos aceptan: que se suspenda la sesión y el Ayuntamiento, con el pueblo en masa, vaya al templo de Santa Catalina para asistir a la Misa Mayor y dar gracias al Todopoderoso por el triunfo completo de la Revolución y pedirle que ayude a los ediles para hacer el bien y la felicidad de «estos naturales». Ocurrencia ésta que, a la vista de otras en distintos lugares, podría tener sus interpretaciones de orden político. Y luego sigue la vida con su ventura y desventura. D. Antonio Félix está viejo. La lucha sostenida ha producido quebranto. Los días que siguen a Septiembre de 1.868 no son tranquilos. El pueblo pide que se haga lo prometido. Entre otros problemas, ahí está el de la Jara, el de siempre. Pocos días después se produce un grave motín en Pozóblanco: gente del pueblo pide que se anule la subasta de la Jara y se reparta la tierra entre los vecinos. Se asaltan casas de primistas y compradores, se cometen daños. Hay que pedir fuerzas a la capital. Luego se extiende el motín a Torrecampo, a Villanueva de Córdoba .. .Esto ha de producir singular amargura a D. Antonio Félix. Una de sus primeras intervenciones públicas fue como integrante de la Junta que iba a dividir La Jara entre las siete villas, allá por 1.836. Su actitud fué siempre en este asunto clara y terminante. Luego tendrá que buscar alguna explicación, alguna evasiva política. Pero él mantuvo su postura frente a los intereses turbios que jugaron la partida. La cadena de títulos es larga y en otros lugares se cuenta. 1.493, 1.598, 1.629, 1.641, 1.644 y todo el siglo XIX son fechas que ofrecen datos bien significativos. Son muchas las transacciones, los miles y miles de ducados que se pagan sin deberlos. La memoria popular conserva su amargura. Díaz del Moral indica algunos de los sucesos, de los motines. Poco antes de la muerte de D. Antonio Félix se agudiza otro problema que es el de la Dehesa de la Concordia. La discusión viene de muy atrás. Esta tierra que es símbolo del tesón de unos hombres, peligra también. Y, en esta ocasión es del mismo Regente, Serrano, de donde parte la orden que puede dar lugar a nueva ilegalidad. Pero ahora están como Alcalde D. Antonio Félix y como Diputado constituyente su hijo D. Pedro Muñoz de Sepúlveda. Y la cosa acaba bien, no hay venta, sino que se confirman las adquisiciones. Hay que dar títulos. Su Alteza el Regente acaba dando su Decreto de 21 de diciembre de 1.869 por el que se considera a los poseedores como legítimos dueños y que debe dárseles escritura. Los representantes de las Villas se reúnen en Pozoblanco, bajo la presidencia de D. Antonio Félix, para tan importante asunto. Y comienza el otorgamiento de las escrituras de propiedad. Luego vienen esas ocurrencias por las que gentes indiscretas anuncian a los demás la proximidad de la muerte: en febrero de 1.870, enfermó D. Antonio Félix; el Ayuntamiento acuerda que en el salón de sesiones se coloquen tres retratos: el de D. Práxedes Mateo Sagasta, el de D. Antonio Félix y el de su hijo D. Pedro Egidio. No sabemos si llegaron a colgarse y si en la ocurrencia apareció aquel marco dorado de curiosa anécdota. La cosa es que D. Antonio Félix mejoró y volvió a asistir a las reuniones. Hasta sus últimos días estuvo en el puesto de combate. Las reuniones acaban celebrándose en su propia casa. La última a la que asiste es cuatro días antes de su muerte. Es el día 17 de noviembre de 1.870 cuando muere. Había hecho testamento con su esposa que también murió pronto. Quedaron los dos hijos, Pedro-Egidio y Fernando-Rufino. Los bienes, si se quita lo de Isabel, no son muchos. La vida de este hombre acaba cuando está en el puesto de Alcalde de su pueblo, desde 1.868. Esos dos años debieron de ser de trabajo duro y de lucha amarga. Pero siempre, con la pasión política como impulso. Sagasta, cuando sabe que ha muerto su amigo, escribe a la viuda una carta que no conocemos, pero que nos gustaría que hubiera sido cordial más que política; afectuosa para un hombre que con aciertos y errores, puso su vida al servicio de su idea y trabajó en lo que le parecía justo. Con los matices, con los juegos de luz y sombra que cualquiera vida política tiene, con las notas que tal vez deba tener el político, D. Antonio Félix fue un personaje liberal a la usanza de sus tiempos. Pronto, muy pronto, vendría la muerte de Prim, la llegada de Amadeo, todo lo demás. Ahora, cuando hace cien años del fallecimiento de D. Antonio Félix Muñoz y García, que tanto figuró en nuestro pueblo en una época tan revuelta, bueno es dejar un recuerdo de su vida. Puede haber muchos datos que perfilen mejor la vida del personaje. Hemos referido los que anteceden, que parecen significativos. Es curioso: él escribió que «los hombres no se hacen célebres hasta un siglo después de su muerte». Dentro del cuadro local, del ámbito en que vivió, recordamos que es ahora cuando hace los cien años de la muerte de este político liberal que pensó y actuó a la usanza de nuestro siglo XIX.
Referencias
- ↑ Un liberal del siglo XIX, don Antonio Félix Muñoz, por Andrés Muñoz Calero, BRAC. Año XIV. Octubre-Diciembre, 1935, núm. 47, págs. 95-109.
- ↑ LÓPEZ SERRANO, Miguel Jesús : La provincia de Córdoba de la Gloriosa al reinado de Alfonso XII (Sept. 1868-1875), tesis doctoral. Universidad de Córdoba, 2011. 451 págs.
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