Manifiesto Duncan Shaw
A mis convecinos los cordobeses La publicación de un comunicado en el Diario de Córdoba, número 5527. fecha 31 de diciembre de 1868, con la firmas de “varios suscriptores” en el que manifiestan se abstendrán de votar en las próximas elecciones, si los candidatos monárquicos que se presenten para Diputados a Cortes no manifiestan de una manera clara y terminante el votar por la unidad católica (por supuesto Romana) en España, y que el príncipe que deba ocupar el trono ofrezca igual garantía; ha llamado mi atención y voy a permitirme cuatro palabras en defensa propia y bien de la humanidad. Yo no puedo por menos que calificar la publicación de dicho documento como la de una impertinencia, por la razón de que es imposible que los varios suscriptores que firman el documento, no sepan que los siete mil y pico de electores que fueron á las urnas para la elección municipal, votaron por la libertad de cultos, y por consiguiente contra la unidad católica Romana en España. Siempre ha sido uno de los dogmas del partido liberal avanzado, conocido hoy con el nombre de partido monárquico democrático, el planteamiento de la libertad de cultos y todo cuanto emane de la misma. También la libertad religiosa en España ha sido uno de los puntos proclamados por la revolución de Setiembre y aceptado sin reserva por las fracciones políticas progresistas y unionistas; la última forma hoy la mayoría del gobierno provisional. De ese partido votaron en las últimas elecciones tres mil y pico electores, por lo que vengo en referir que , por lo que vengo en repetir que el referido comunicado es una impertinencia contra cada uno de ellos. Si el partido reaccionario, de quién creo sea el comunicado, no está por la libertad de cultos, ¿por qué no se presenta decidido y francamente a sostener sus principios, proponiendo candidatos no con el nombre de monárquicos, porque esto podría dar lugar a interpretaciones, sino con el lema de contrarios a los sucesos del veinte de setiembre? Si la revolución se ha hecho contra instituciones desacreditadas, ¿por qué se ha de consentir que las personas que á estas sostenían nos impongan anónimamente sus opiniones? Y si tras de la libertad aclamada por la revolución de setiembre, hay todavía obcecados exclusivistas del culto católico, el país tiene derecho a conocerlos y ellos el deber de manifestarse, so pena de creer que defienden mala causa, porque la voluntad nacional ha sancionado la libertad de cultos; y esto lo prueba el no haber habido ni una sola junta que no la haya declarado de inmensa necesidad para España. ¿Es posible que la redacción del Diario de Córdoba, que tan ligeramente ha admitido el comunicado á que me refiero, ignore hoy día lo que se pretende con la unidad Católica Romana en España? ¿es posible que ignore que el culto absoluto es una de las bases de la dinastía borbónica y el origen de la decadencia del país, mas particularmente, desde el reinado del primer Borbón Felipe V? ¿Es posible tal ignorancia de lo que es la libertad de cultos?... Para que desde hoy en adelante la redacción del Diario de Córdoba, los “varios suscriptores” y en particular el clero, que, en mi conciencia, creo oculta á sus feligreses las creencias de los cristianos miembros de la iglesia católica protestante, presentándolos con inmensas diferencias en sus creencias con los católicos romanos, y apostrofándolos de impíos y herejes, sin explicarles cuales son estas diferencias y cuáles también esos actos tan inhumanitarios que nos atribuyen; he resuelto publicar lo siguiente, para que el pueblo de Córdoba, entre quién he vivido por espacio de tantos años, juzgue por él mismo si los miembros de tal iglesia son dignos de ser forzosamente privados de los consuelos y comunión de su religión, por el mero acto de vivir entre españoles. El Credo de los miembros de la Iglesia Católica protestante es: '::“Creo en un solo Dios, Padre Todo-poderoso, Creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles:
En lo que no tienen fe ni creen, es en la infalibilidad del Obispo de Roma, conocido como el Padre Santo; ni creen tampoco en que sea el representante de Dios Todo Poderoso en la tierra. Los muchos hijos nacidos de estos Pontífices, como lo demuestran las casas de Borgia, Barberini, Colinna, y otras muchas, patentizan claramente que son tan hombres como los demás, expuestos, como todos, a errores. Díganlo si no las muchas víctimas que por asuntos políticos han sido sentenciadas por este Pontífice y otros al patíbulo. Díganlo las tres últimas sentencias pronunciadas por Pio IX. Díganlo esos otros reos, que esperan, de un día a otro concluir sus días por una sentencia de muerte pronunciada por un padre común, por un padre cariñoso, benévolo y amante de sus hijos. Y no se diga que mi ánimo sea hacer propaganda, nada de eso; yo que pido que mis creencias se respeten y pueda practicarlas pacíficamente en España por la misma razón respeto las de los demás Católicos; pero duéleme verme yo y los muchos operarios ingleses que he traído a España, en varias épocas carecer de los consuelos que da nuestra religión, en la cual hemos nacido y vivimos. ¿Qué idea podría formar un Español Católico Romano, si al pisar el territorio Inglés se viese privado de asistir a una Iglesia donde adorar a Dios y a su Madre? De seguro tendría aquel país, por un país de salvajes. ¿Y quieren esos “varios suscriptores” que nosotros califiquemos este hermoso país con la dureza que indudablemente ellos lo harían al verse privados de profesar públicamente sus actos religiosos en suelo extraño? Creo, señor Director de El Diario de Córdoba que no estaría demás publicase los nombres de esos “varios suscriptores“ que quieren que España siga siendo mal mirada por todas las naciones que marchan al frente de la civilización, entre las cuales hace poco quería ponerse como una de las de primera clase. No es preciso que en esta ocasión hable de los intereses materiales que traería España la marcha en un camino que los adelantos del siglo y la voz unánime de la revolución de setiembre ha proclamado y que al declararse en ella libre el culto, acudirían infinitas familias extranjeras, las que indudablemente ayudarían a adelantar la industria nacional. Si los “varios suscriptores” firmantes del comunicado no quieren estos adelantos para su patria, les aconsejo que propongan candidatos que no solamente voten la unidad Católica Romana, sino también la prohibición completa de que pasen la frontera los extranjeros y la expulsión de los que hoy en este país nos encontramos. Córdoba 4 de enero de 1869 – Duncan Shaw. |
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