Manuel Caballero Llamas

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Nace en Córdoba en 1944 en el barrio emblemático de Santa Marina. Su afición por el flamenco le viene por herencia de su abuela materna. Miembro de la Peña Flamenca de Córdoba, fue su presidente en 1998. Orífice de profesión. Participa como cantaor en todas las actividades que organiza su peña. Gran dominador de los cantes de corte preciosista.

A los 4 años de edad participó en el programa semanal Radio Chupete de la emisora EAJ24 Radio Córdoba durante varios años. Con 10 u 11 años, su tío Pekín lo llevaba a actuar en las clásicas verbenas de los barrios cordobeses, cruces de mayo y casetas de feria. Con su primo Pepete formó parte de un grupo, que tuvo que dejar por causa del trasnoche. En aquellos años infantiles ya interpretaba a cantaores como Farina, Valderrama o Caracol.

A partir de los 12 años y coincidiendo con el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba de 1956, en el que Fosforito fue el triunfador absoluto, cambia su trayectoria y se dedica al estudio y a escuchar a grandes maestros como Bernardo El de los Lobitos, don Antonio Chacón, Rafael Romero El Gallina, don Antonio Fernández Fosforito y José Menese entre otros, que harán su proyección artística dentro del mundo flamenco.

Pasados esos años de estudio del flamenco y siendo ya un hombre, ha actuado en casi todos los actos organizados por la Peña Flamenca de Córdoba (Instituto Góngora, Flamenco en la Capilla, Peñas flamencas de Córdoba y provincia, Hermanamiento con los flamencos de Nimes (Francia), Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, etcétera). Ha estado siempre vinculado a todos los lugares donde ha habido buen flamenco como festivales, teatros, peñas flamencas y las clásicas tabernas cordobesas, donde intervenía cuando la ocasión lo requería. Todas estas vivencias le avalan como aficionado de pro.

Manolo Caballero lleva el flamenco dentro, en sus genes, en sus venas por donde corre ese sentimiento y ese duende que no vemos, pero que sí apreciamos y sentimos, dejándonos ese sentir que nos impacta, esa transmisión que sabe producir a todos los que le hemos escuchado, esa simbiosis necesaria y casi imprescindible que exige el cante flamenco. Fiel a sus viernes flamencos en la Peña Flamenca de Córdoba, donde participa con sus cantes y nos deleita con su maestría, foco y vivero de arte que contribuye a mantener viva la llama del flamenco.

Su cante es serio, ortodoxo, con duende, templado, puro, con un gusto exquisito y una gran finura, manteniendo siempre la medida del mismo de manera asombrosa, de la que no se separa ni un ápice, siguiendo la plantilla de cada cante que interpreta con la identidad del mismo, con una gran perfección.

Manolo Caballero, aficionado que no da muchas voces, ni gritos, pero da sentimiento, expresión anímica y conocimiento de lo que hace, traspasando toda sensibilidad. Podemos recordar a un gran artista que encaja perfectamente en estos parámetros como es Rancapino. Manolo Caballero es defensor del flamenco cordobés, un pilar insustituible en la Peña Flamenca de Córdoba, entusiasta y comprometido con el arte e manera altruista. Interpreta fandangos, malagueñas, milongas y soleá, entre otros.


El contenido de este artículo incorpora material del Ateneo de Córdoba, publicada en castellano bajo la licencia GFDL.

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