Nueva Carteya (Rincones de Córdoba con encanto)

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Los pueblos
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
[1]


Nueva Carteya / La seducción de un mercado

El encanto de Nueva Carteya –joven municipio creado en 1822 a lomos del Monte Horquera baenense– reside en su plaza mayor, dedicada al Marqués de Estella, y en las pintorescas calles escalonadas que escalan la falda del cerro.

La singularidad que distingue de otras plazas mayores a la del Marqués de Estella es el emplazamiento en ella del mercado público. Los pueblos suelen situar sus mercados de abastos en lugares de fácil acceso pero discretos, para que sus sonidos y olores no perturben la pulcra imagen oficial del centro urbano. Pero cuando el alcalde Tomás Ortega Priego emprendió en 1927 la construcción del mercado en estilo neomudéjar, eligió el centro de la plaza pública; y ahí sigue desde entonces, embelleciéndola. La entrada al recinto se efectúa a través de un arco apuntado y de herradura, festoneado por dovelillas rojizas y amarillentas, mientras que blancas almenas del tipo llamado cordobés adornan el perfil escalonado del arco; lo flanquean a ambos lados dos simétricos y blancos muros, en los que se abren sendos tríos de graciosos arquillos.

Al viajero que llegue a Nueva Carteya a partir de las dos de la tarde y vea el mercado sin el menor rastro de olor o suciedad, le parecerá que está allí de adorno; pero no. A lo largo de la mañana registra el ajetreo propio del lugar, y el vocerío de los vendedores ofertando sus mercancías frescas se trenza con las conversaciones cotidianas que entablan las carteyanas. Terminada la jornada comercial, diligentes empleados municipales se encargarán de dejarlo tan limpio como una patena.

La última reforma liberó al mercado de las rejas que, fuera del horario comercial, cancelaban sus puertas, así que el viajero puede penetrar en él a cualquier hora; pasar bajo el arco de ingreso, atravesar el espacio central a cuyo alrededor se alinean los puestos de venta, y remontar la escalinata que salva el desnivel existente entre la plaza y la iglesia parroquial, que se alza arriba, dedicada a San Pedro Apóstol, cuya fachada, rematada por espadaña de tres vanos, domina el conjunto. Es una iglesia austera y proporcionada, construida en estilo neoclásico a partir de 1823 –un año después de que Carteya alcanzase la independencia municipal– bajo la dirección del dinámico clérigo Diego Carro, considerado el fundador de la villa. A mediados del siglo XX el templo sufrió una reforma, a la que corresponde la portada neobarroca. En el interior, al viajero procedente de la capital le resultará familiar el retablo mayor, una máquina del siglo XVIII atribuida al entorno del escultor Alonso Gómez de Sandoval, procedente del santuario cordobés de la Fuensanta.

Delante del mercado se extiende la plaza de estar y pasear propiamente dicha; un noble salón rectangular protegido por artística verja, en el que destacan cuatro robustas palmeras datileras marcando los ángulos del cuadrilátero central, en cuyo centro canta su perenne canción de agua una pequeña fuente. Alrededor de ella, robustos bancos de piedra ofrecen asiento al viajero cansado. Y desde un ángulo de la plaza, observa la vida cotidiana sin parpadear el impasible busto de un carteyano ilustre, Francisco Merino Cuevas (1847-1930), sobre pedestal de rojos mármoles. Es lógico que un pueblo joven, que aún no ha cumplido dos siglos, se aferre a remotos vestigios arqueológicos para presumir de antigüedad. Así que en la confluencia de las calles San Pedro y Mayor, cerca de la plaza, ha instalado una esmerada reproducción del león ibérico hallado en 1921 cerca del límite con Castro del Río, cuyo original conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba.

En el blanco casco urbano de Nueva Carteya, que desde la sinuosa carretera de Cabra se aprecia plácidamente extendido entre claros montes olivareros, son frecuentes las pendientes calles que escalan el cerro y salvan el desnivel mediante escalones y terrazas. En la calle Llana el viajero puede apreciarlas desde abajo y elegir las que más le seduzcan para emprender sin prisa su escalada a pie. Especialmente pintorescas son Levante, Director y Montilla, entre otras, en las que se multiplican los rincones con encanto.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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