Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Fuencubierta (La Carlota)
Origen
Esta parroquia surgió a iniciativa del obispo cordobés Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros a finales del siglo XIX. Éste dispuso que se segregase eclesiásticamente esta aldea de la jurisdicción de la parroquia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de La Carlota, de la que había dependido desde su creación en 1769. Concretamente, el decreto en el que se dispuso su establecimiento se firmó el 4 de noviembre de 1889.
Descripción
El templo parroquial de Fuencubierta se construyó en 1769 como una de las tres capillas rurales adscritas a la parroquia de La Carlota.
Retablo.
Madera tallada y policromada. Último tercio del siglo XVIII.
Predella más un orden que se corona con una maría. En la primera, cuatro mensulones sirven de apeo a los elementos sustentantes del orden, que son dos columnas salomónicas de siete vueltas y capiteles compuestos y una pareja de estipites. Determinan tres calles: la central se ocupa con una hornacina para santo y las laterales con sendas pinturas de 50 x 37 centímetros. Son óleos sobre tabla y narran episodios de la vida de San Francisco Javier:
1. En la calle lateral correspondiente al lado del Evangelio, el milagro del crucifijo caído al fondo del mar. En la bulla de canonización del santo, se relata cómo,durante un viaje a través del archipiélago de las Molucas, la embarcación donde el santo viajaba se vio en grave peligro por causa de un gran temporal. Quiso cojurar la furia de los elementos bencdiciendo con un crucifijo. Una ola se lo arrebató de las manos, con gran dolor del santo que lo tenía en gran estima por ser regalo de San Ignacio de Loyola. Pero se dice , que Dios no quiso verlo entristecido, una vez desembarcado, una centolla surgió del mar para ofrecerle con sus pinzas el crucifijo perdido.
2. La pintura de la calle lateral corresponde al lado de la Epístola de cuenta de la muerte de Francisco Javier que ocurrió en el año 1552, en la isla de Sancian. Se le representa, por ante una choza en el momento en que expira. Sobre sus corazón sostiene firmemente apretado el crucifijo regalo de San Ignacio.
La hornacina de la calle central se ocupa, en la actualidad, con una imagen de la Virgen de la Esperanza. Es una tala en madera que presenta una policromía impecable con encarnaciones realizadas al pulimento. Mide 75 centímetros de altura y puede fecharse en la segunda mitad del siglo XVII.
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