Qurtuba islámica (siglos VIII-XII)
Historia
Edificios Emblemáticos
Urbanismo
LA MONUMENTALIDAD DE LA CIUDAD
Pocos lugares tienen el privilegio de que una mirada pueda desvelar varias ciudades históricas en una sola y comprobar como el paso del tiempo apenas ha alterado el espíritu de un sitio. No es casual que Córdoba, sea una de esas ciudades monumentales y milenarias donde se descubre cómo tanto devenir cultural ha conformado su propia idiosincrasia.
Corazón y puerta de Andalucía, conectada con Madrid y el resto de Europa, su paisaje y posición geográfica fueron razones suficientes para convertirse en capital romana de la Hispania Ulterior y de Baetica.
Parte de sus restos se integran dentro y fuera del centro histórico, en permanente diálogo con la Córdoba actual delatando una vetusta monumentalidad que seguirá prolongándose durante centurias.
En las postrimerías de la antigüedad, cuando en el siglo IV d.c. algunas urbes romanas entran en franca decadencia, la ciudad experimenta una importante transformación con la construcción de un conjunto palatino; “Cercadilla”, donde pudo residir el emperador Maximiano Hercúleo y cuyos vestigios se inscriben en el trazado del ferrocarril a unos seiscientos metros a extramuros. Pero hubo un tiempo en el que Córdoba fue “ornato del mundo”, como dijo la poetisa medieval alemana Roswhita de Gardesheim, cuando los musulmanes la eligen capital de al-Andalus haciendo emires y califas omeyas de ella el centro cultural más importante de Occidente durante tres siglos, ( VIII-X ).
La mezquita, templo islámico de mayores dimensiones de Occidente medieval, convierte a Córdoba en símbolo universal insertándose en una red de calles serpenteantes, donde la herencia árabe queda patente en la penumbra de sus baños y alminares, en la antítesis de una arquitectura de ver sin ser vistos y en un nuevo modelo de ciudad que el califa Abd al-rahman III crea a 8 Kms del recinto histórico; Madina al-zahra.
Sobre antiguas mezquitas, los cristianos fundan bellos templos góticos y en el siglo XIV el rey Alfonso XI decide erigir un colosal alcázar, residencia de monarcas castellanos durante sus estancias en la ciudad.
También la cultura judía, presente en Hispania desde época romana, adquiere máximo esplendor durante el califato omeya dejando en Córdoba una de las tres sinagogas que quedan en España y probablemente una de las últimas erigidas en la ciudad.
Casas mudéjares, palacios renacentistas y barrocos, hermosas plazas y una peculiar arquitectura popular completan uno de los cascos históricos más extensos de Europa declarado por la UNESCO desde 1994, Patrimonio de la Humanidad. De esta manera, Córdoba en sí misma invita a un banquete patrimonial que hace casi embriagar a quienes la perciben mediante un estallido de luz y color y una multiplicidad de fragancias y sensaciones. Si los latinos consideraban la monumentalidad, testimonio solemne e incitador del recuerdo y la reflexión, Córdoba se convierte en paradigma de una herencia que como razón de ser, necesita ser apreciada por quienes la contemplan, haciéndose memorable para siempre.
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