Sereno

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Sereno
Sereno

Fue un oficio que tuvo gran repercusión social en el siglo XIX hasta los años sesenta del siglo XX. Sus principios están en encender los faroles nocturnos de aceite y posteriormente de gas que alumbraban las calles. Pero el sereno con el paso del tiempo era más bien una persona de vigilancia callejera nocturna, que prestaba sus servicios en ayuda a la vecindad como: avisar un médico, comadrona en caso de parto, ir por un medicamento urgente e incluso el buscar al cura en caso de extrema gravedad de un enfermo con objeto de suministrar los Santos Sacramentos. Otro cometido muy habitual era abrir las puertas a los vecinos cuando llegan de madrugada, pues algunos no podían meter la llave en la cerradura por su alto contenido etílico.


Al principio su sueldo era en base a la recaudación que realizaba entre los vecinos de la zona de vigilaba, pero poco a poco fueron dependiendo de los municipios como un servicio más que daban a los ciudadanos.


Se le distinguía por llegar una gorra de plato y un bastón con la punta en forma de pica que muchos iban golpeando en el suelo para avisar a los vecinos que estaba en su vigilancia, en algunos lugares incluso daba la hora diciendo: -Las doce en punto, y el sereno va-. Normalmente su turno de trabajo empezaba a las once de la noche y terminar al amanecer. Este oficio fue desapareciendo como consecuencia del cambio que se fue produciendo en la sociedad a través de los elementos técnicos como: telefonía, porteros automáticos y servicios de vigilancia por parte de los fuerza de seguridad del Estado o del Municipio. En Las grandes cuidades especialmente en Madrid y Barcelona eran figuras típicas muy reconocidas por su honradez, vigilancia y atención hacia los vecinos.

En Córdoba sobre los años sesenta quedaba alguno como, Francisco Cea Almedina más conocido con el sobrenombre de "Cara Luna" o "Machaco II" por haber intentado ser becerrista con otro compañero llamado "Pinturillas". Se le veía por el centro de la ciudad especialmente en las calles Gondomar, Jesús María, Sevilla y plaza de las Tendillas realizando su oficio. Estuvo dedicado a su profesión desde el año 1930, llegando a estar en activo hasta cumplir la edad de los ochenta años.


Contaba Francisco Cea los siguientes hechos que demostraban lo difícil del ser sereno:

  • -Una noche del año 1933 unos mozos me encañonaron en la calle Gondomar cunado estaban robando una joyería; pude hacer ruido y evité que lograran llevarse todas las joyas. A pesar de ello me lleve varios golpes y me hirieron en la cabeza-.
  • -Este oficio no está pagado con "na". Nadie puede imaginarse los que son las noches crudas del invierno, con frío, lloviendo o con viento, allí estamos vigilando las casas a la espera de la llamada de algún vecino para ayudarle, mientras éstos duermen calentitos en sus camas-.
  • -Nuestros compañeros de trabajo por las noches son los mangueros y barrenderos que baldean las calles. Más de una noche sin querer me han dado un mangaso que me ha llegado el agua hasta huesos-.

Terminaba la conversación sonriendo en espera que un vecino dé las palmas como señal de aviso o alguna voz de tenor diga: -¡¡ Serenooooo!!-. Él responde: –¡¡ Va, Va…!!-.

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