Sucesos de Marmolejo

De Cordobapedia
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La entrada de la CEDA en el Gobierno de España puso en guardia a las organizaciones obreras. El PSOE y la UGT, dominadas por Largo Caballero, promovieron un movimiento revolucionario en el mes de octubre de 1934. La táctica política de Largo Caballero llevó al Partido Socialista a actuar de manera decidida, si no quería que sus efectivos –radicalizados de hecho- se pasaran en masa a otros partidos políticos más exaltados. Aún sin alcanzar la virulencia de Asturias, la provincia de Jaén se lanzó a la huelga casi en su totalidad.

Contexto

En Marmolejo, el ambiente estaba caldeado por la destitución de la Corporación de mayoría socialista tras el triunfo de la derecha en las elecciones generales celebradas el 19 de noviembre de 1933. Tras la constitución de una nueva corporación encabezada por José Vencelá Mingorance, militar retirado, este hubo de dimitir por razones de salud. El 17 de septiembre de 1934 fue sustituido por Carlos Sánchez Solís, presidente del comité local del Partido Republicano Radical y hasta ahora primer teniente alcalde. En efecto, el ayuntamiento de mayoría radical-cedista se había constituido sin elecciones, por imposición gubernativa, y estaba integrado solamente por personas del centro-derecha.

Huelga General

La víspera del día 6 de octubre de 1934 hubo una reunión preparatoria en la Casa del Pueblo. Al amanecer del día seis, atendiendo a la convocatoria de Huelga General lanzada por la UGT en toda España, los piquetes de obreros estaban situados en las salidas de Marmolejo. Dentro de la población los huelguistas se distribuyeron en las esquinas de mayor tránsito. En la esquina de la Peana y sus aledaños estaban los máximos dirigentes del Centro Instructivo Obrero (CIO). Desde allí, uno de los huelguistas, Juan Casas Santiago, disparó al exconcejal del Partido Conservador Matías Vidal Fuentes, dejándolo malherido. Murió tres días después, en su domicilio.

Los piquetes que vigilaban las entradas de la localidad paraban a los coches forasteros y conducían a sus ocupantes a la Casa del Pueblo. Avanzada la mañana y avisada la Guardia Civil de Andújar, su llagada fue repelida con un fuerte tiroteo por espacio de más de dos horas; ya por la tarde llegaron fuerzas del Regimiento de Artillería de Córdoba volviendo la población a recobrar la normalidad. Los obreros culparon del chivatazo al encargado de la central eléctrica de Valondillo, de la empresa Mengemor, Diego Rodríguez Palomares.

Ciertamente el movimiento no hubiera podido ser sofocado con las exiguas fuerzas existentes de la Guardia Civil que estaban en la casa cuartel de la calle Maestro, a pesar de que, desde bien temprano, algunos miembros voluntarios alineados con organizaciones de derechas, sobre todo miembros del partido Agrario y de la CEDA, e incluso religiosos como el joven sacerdote Antonio Parras, abrieron fuego contra los huelguistas con sus propias armas pero, desbordados por la magnitud del movimiento, desistieron de su intento. Las fuerzas militares llegadas desde Córdoba, entraron por la Carretera de la Estación y mantuvieron un intenso tiroteo con los obreros a la altura de La Carnicería (hoy Casa de la Cultura) hasta entrada la noche.

La segunda víctima a computar al 6 de octubre sería el joven José Matías Perín Ramos hijo del panadero y militante del Partido Socialista y de la UGT, Miguel Perín Ramos. El muchacho de 15 años se había asomado a la puerta de su casa para ver las evoluciones de los acontecimientos y desde el cuartel de la calle Maestro, un guardia civil le disparó. Eran aproximadamente las seis de la tarde; el joven Perín falleció unos minutos después. Cuando fueron a enterrarlo, al día siguiente, algunos huelguistas aún amotinados y escondidos en la huerta de Juan Manuel Alcalá comenzaron a disparar contra las autoridades que acompañaban el féretro. Esa sería la última acción de resistencia pues desde allí muchos se tiraron a la sierra para evitar ser detenidos. Este fue el caso de Juan Martínez Cano uno más de tantos militantes obreros que hubieron de salir huyendo ante el temor de la represión que se avecinaba tras ser sofocado el conflicto.

La represión desatada fue brutal sobre los dirigentes socialistas y sobre la práctica totalidad del elemento afiliado a las tres organizaciones socialistas, incluidos los jóvenes. Fueron detenidos cerca de doscientos obreros; primero los tuvieron presos en la Carnicería. Algunos como Juan Vicaria, el padre de Alfonso el de Catalina "la del Tocino", y José Gómez "El Chindo" ya desesperados se tiraron al pozo del cuartelillo porque no podían más con las palizas.

Lo ocurrido a José Gómez Ruiz corrió como la pólvora entre la gente sensata que no daba crédito a tanta brutalidad. Para salvarlo de una muerte segura hubo de mediar el farmacéutico Francisco Calero Herrero, persona de gran influencia en la localidad, que ante el aviso desesperado del guardia municipal Servando Sandín Sevilla llegó a tiempo de parar las palizas que uno de los militares le estaba infringiendo. Tras los ruegos de Calero, el torturador accedió no sin antes pedirle a José que le diese un beso en la punta de la bota. El joven deseando acabar con aquella pesadilla lo antes posible se lo dio y en el mismo momento el militar le asestó una fuerte patada que le derribó parte de la dentadura (9). A la joven de 14 años, Francisca Perín, hija del dirigente Antonio Perín Ramos, también la detuvieron para que dijese el lugar donde se encontraba la escopeta de su padre. La muchacha hubo de compartir prisión junto con los jornaleros hacinados en La Carnicería, en donde no quedaba sitio ni para hacer las necesidades fisiológicas más básicas. El testimonio de su sobrina Carmen Perín habla de la solidaridad surgida entre aquellos hombres y esta joven para que cuando llegase ese momento no tuviese que sentir pudor. De mutuo acuerdo los compañeros encarcelados le dijeron a Francisca que "ellos volverían la cabeza para otro lado" evitando así violar la intimidad de la joven.

Los interrogatorios y las correspondientes torturas de los obreros huelguistas se alargaron hasta el mes siguiente dando fin con la vida del dirigente socialista, Andrés Velasco Rivillas, que se convirtió de esta forma en la tercera persona fallecida del seis de octubre. Según todos los testimonios fue víctima de brutales palizas hasta tal punto que el médico Luís Villarejo se negó a firmar la defunción por neumonía que luego apareció en su certificado de defunción. Finalmente firmó la defunción por neumonía el médico Julio Vizcaíno Perales, concejal monárquico en la primera corporación republicana, siendo los testigos mencionados dos guardias municipales.

Fueron también especialmente duras las torturas infringidas a uno de los jóvenes socialistas más activos, y cerebro intelectual de la Juventud Socialista, el abogado Andrés Rodríguez, con quien se ensañaron cruelmente por ser hijo del ex-alcalde Andrés Rodríguez al que no pudieron localizar por estar huido. A este joven que había ejercido el puesto de interventor en el Ayuntamiento, le dañaron la vista y hubo de sufrir prisión atenuada y vigilada en su domicilio particular pues no podía valerse por sí mismo sino con la ayuda de sus parientes.

También se ensañaron con Ignacio Rodríguez García, "Pirucho", jornalero condenado por el incidente de la bomba del Centro Agrario, al que hubieron de ingresar el 30 de octubre en el Hospital de Jaén como consecuencia de un derrame pleurítico con síntomas de disnea y altas fiebres, según consta en la comunicación del Director de la Prisión dirigida al Servicio Médico del Hospital. Ignacio sería dado de alta el 23 de noviembre y era trasladado el 9 de mayo de 1935, a cumplir condena por el incidente de la bomba del Centro Agrario al Penal de Cartagena junto a Francisco Gascón Casado, Bartolomé Rodríguez Peña y Miguel Barragán Cano.

Detenciones

Las consecuencias más inmediatas del seis de octubre fueron las detenciones primero en el calabozo municipal, y luego en la prisión comarcal de Andújar, de casi doscientos jornaleros, de ellos 153 hombres y una mujer cumplieron condena en la Prisión Provincial de Jaén. Para la mayoría de ellos la condena se prolongó hasta el 20 de febrero de 1936, cuando tras las elecciones parlamentarias recibieron el indulto y pudieron volver con sus familias unas horas después del triunfo del Frente Popular.

En segundo lugar se desarticuló la gran organización obrera socialista, con la clausura e incautación de los enseres de la Casa del Pueblo y de los bienes de los dirigentes más destacados (a Andrés Rodríguez se le requisó su casa y a Antonio García el coche y la camioneta). Los principales dirigentes serían encarcelados cuando no exiliados, como fue el caso de los máximos dirigentes históricos Andrés Rodríguez y Antonio García, que hubieron de salir de Marmolejo porque los buscaban para matarlos y para quienes el movimiento huelguístico supuso, además de un sacrificio personal, un verdadero punto de inflexión en sus propias vidas. Los dos dirigentes del socialismo marmolejeño, el exalcalde Andrés Rodríguez Gómez y el exprimer teniente de alcalde Antonio García Martínez “Maqueano” debieron de huir por la noche en un tren, buscando refugio en Gibraltar.

Antonio García “Maqueano”, si volvería por Marmolejo con su familia ya durante la guerra, pero quien fuera primer alcalde socialista de la localidad, el panadero Andrés Rodríguez, ya no volvió más por su patria chica. Quedó trabajando con parte de su familia en La Línea donde montó una pequeña panadería y unos meses después a esta entrevista de La Estampa, tras el triunfo de la sublevación nacionalista en la Línea de la Concepción, era delatado por un paisano muy vinculado a la derecha, afincado en Algeciras, siendo detenido y fusilado en julio de 1936.

Algunos empleados municipales como Juan Soriano Carmona, y Juan Centeno Rodríguez, encargados de la limpieza viaria; Félix Gómez García, oficial de obras; José Gómez Romero y Daniel Peinado, guardas municipales de campo; Carlos Merino Gómez, guardia municipal; Alfonso Vicaria Correas, músico, fueron depurados y obligados a dejar el puesto de trabajo "voluntariamente". En el caso de Juan Soriano tuvo que dejar además la casa del Matadero donde vivía. La lista de obreros implicados en la intentona revolucionaria con condena de prisión se aproximó a doscientos, entre ellos todos los miembros de las ejecutivas del Centro Instructivo Obrero, ex-concejales socialistas y un nutrido número de obreros afiliados al PSOE, a la UGT y a la Juventud Socialista. La mayoría sufrieron condena en la Prisión Provincial donde fueron llegando desde la prisión municipal y comarcal a lo largo de los meses de octubre y noviembre. Todos los procesados serían juzgados por los delitos de "sedición", en unos casos, y de "sedición y agresión a fuerza armada", en otros. En ambos casos intervino un Juez de Instrucción Militar desplazado a Marmolejo al efecto. De un reducido número de huelguistas no consta expediente procesal en el Archivo Provincial pero si hay información de que fueron detenidos en los primeros días e incluso se les requisaron armas de fuego. A ellos también se les incluyen en la siguiente relación pero sin datos personales.

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