Taberna La Oficina

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Taberna La Oficina

Esta taberna estaba situada en la calle Morería esquina con calle Historiador Díaz del Moral. Era muy visitada por un personal acomodado económicamente y personal dedicado a los negocios, lugar tranquilo para las tertulias castizas.


Ubicación de la Taberna La Oficina en los años 40

Recuerdos de la taberna [1]

La taberna de Fernando Rodríguez estaba situada en la calle de Morería, donde existían varias más por su situación privilegiada en la ciudad.
Estaban Camilo, Miguel Gómez, La Verdad y "Retumba".
En estos libatorios acudía un personal selecto, médicos, abogados, ingenieros, labradores, corredores y hombres de negocios.
Acudía gente de toda condición, era el epicentro de los buenos vinos.
Fernando era hombre muy ameno en sus decires, más que culturales, tópicos picarescos, pero atraía la atención de sus clientela y ¡Viva La Pepa!
Dentro del mostrador, en un rincón, tenía una mesa estufa en los frioleros inviernos.
Allí sólo pasaban sus íntimos, "Chicote", José Sierra y otros amigos. Lo atendía en los menesteres caseros y cuido de la casa, pues era soltero, una sobrina y otros sobrinos en atender la clientela. Porque él era poco dado al trabajo. Él decía: "En el gallinero gallo, por fuera recobero. Que no hay mejor dinero que el que viene tranquilo a la mano".
Por aquel entonces eran los años cuarenta, escaseaba toda clase de comestibles, pan, azúcar, aceite. Todo menos el vino. No llegó nunca a ese extremo, era un buen negocio la taberna.
El estraperlo ( ver Estraperlista ) estaba en pleno auge y allí llegaban los aprovechados a ofrecer sus mercancias, lo mismo se compraba un pan de pueblo, un kilo de arroz o azúcar, que de garbanzos y alubias.
Con el tabaco pasaba igual, no había delicadezas, no se fumaba rubio ni habano, pero había hojas de patatas, llamadas pastas el "Cubanito" y "Montecristo" de la vega de Granada.
Era igual, lo importante era echar humo por la boca y nariz y que no le faltaran alquitranes a los bronquios. Todo lo fue borrando el tiempo. Fernando murió, la taberna, como las otras que había en la calle desapareció. Se acabaron las reuniones, el estraperlo, todo menos el vino y el tabaco. Inagotables elementos.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba.4 de abril de 1989

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