Manuel Carreño Fuentes

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Manuel Carreño Fuentes
Manuel Carreño Fuentes.jpg

Articulista en Diario Córdoba

Nacimiento: 1912
Córdoba
Fallecimiento: 1992
Córdoba
Profesion: Licenciado en Química
Destacado: En sus artículos, se especializó en el costumbrismo de las tabernas cordobesas

Contexto histórico

Décadas: 1940 - 1950 - 1960 - 1970 - 1980

Manuel Carreño Fuentes, articulista que retrató el costumbrismo de taberna cordobés, nacido en Córdoba en 1912 y fallecido en 1992. Fue sobrino nieto del torero Manuel Fuentes y Rodríguez "Bocanegra".

Biografía

Manuel nació en Córdoba el 2 de junio de 1912 en el seno de una familia acomodada. Licenciado en Química por la Universidad de Madrid, vivió sus años estudiantiles en la famosa Residencia de Estudiantes donde estaban alojados tantos ilustres poetas y artistas. Allí conoció a García Lorca a quien posteriormente introdujo en los ambientes cordobeses presentándole al poeta cordobés José María Alvariño Navarro, con las siguiente palabras, según comentaba a un periodista:

-Yo se lo presenté-. José María, este es Federico García Lorca.
Alvariño quedó sorprendido de él, y desde entonces se convirtió en su mejor amigo de Córdoba.

Su vida bohemia le apartó de ejercer su carrera, dedicándose a dar clases particulares de matemáticas y química. Al final de su vida se le conoce por sus aportaciones al Diario Córdoba como artículista especializado en costumbrismo de tabernas, la mayoría ya desaparecidas. Amante de la poesía, sabía recitar bien a los hermanos Machado a su amigo Federico García Lorca y otros romanceros. Titulaba sus comentarios con el nombre de "Memorias Tabernarias"; escritos de alegría chispeante, todos llenos de personajes y acontecimientos anecdóticos.

Fue muy conocedor de los ambientes taberneros, por las vivencias que experimentó en ellas y por las amistades que tuvo con personajes populares con quienes compartió tiempo y alegría.

Las personas que lo trataron y conocieron conservan un buen recuerdo por su gracia, sabiduría y buenas composturas, ya que era tanto amigo de un potentado como de un arriero. Todos estos dones compensaban su defecto respecto a los impagados.

Muere el 7 de septiembre de 1992, y sus restos mortales están sepultados en el Cementerio de San Rafael. Descanse en Paz, como él solía decir en sus artículos, al referirse a personajes y taberneros citados en las Memorias Tabernarias.


Anécdotas

Sobre Manuel Carreño se cuentan infinidad de anécdotas relacionadas con el arte de dar larga a los pagos y peticiones de préstamos y por su degustación por el Montilla-Moriles. Se apuntan las siguientes:


Estaba Carreño en una finca en uno de esos peroles que duran varios días, y alguien con espíritu socarrón le dijo:

Te reto en duelo con florete

Carreño' sin pensarlo respondió:

Hombre... ¿porqué me provocas?, ¡si soy el Rey de los sablazos!.

***


Un día, Carreño le comentó a un amigo su opinión sobre el arte del sablazo: Mira, el sablista tiene que tener mucha habilidad. Yo sin más, doy un sablazo y corto los testículos de un mosquito con la Tizona del Cid.

***


Estando Carreño una noche rondando alguna taberna, se encontró a un amigo y le preguntó: —¿A dónde vas?—. Éste le respondió: —A mi casa a acostarme—. Carreño le dijo entonces: —Hombre dame 50 pesetas que como te vas a dormir, no se van a mover de la cartera y están deseando salir de ella para irse de fiesta—.

***


Un día estando en una taberna de las que había hecho un reportaje en sus Crónicas Tabernarias; el tabernero le felicitó por el escrito. Carreño hizo el gesto de pagar y el hombre agradecido le dijo:

—No se debe nada—

Carreño le contestó:

—Hombre que lástima, no te podía pagar pues me he dejado la cartera en casa—, y continuó diciendo —¡A propósito!, ¿me dejas 500 pesetas y mañana te las doy?

El tabernero siguiendo con su generosidad se las dió. Cuando se marchó, Manolo, un cliente que estaba presenciando la conversación, le dijo al dueño:

—Carreño ya te ha cobrado el reportaje.

Así fue, nuestro amigo no volvió más por el establecimiento.

***


Otro día el periódico anunciaba la inauguración de una venta famosa de Córdoba, en la que se invitaba a una copa de la casa a los que asistieran. Manolo Carreño sin pensarlo dos veces se presentó allí. Estuvo bebiendo todo cuanto le apeteció, y a la hora de marchar sin pagar, el dueño de la venta lo abordó diciendo: —Debe usted cinco consumiciones.—, a lo que Carreño respondió —¡Hombre, pues yo pensé que era gratis! De haberlo sabido me hubiera traído la chequera—. Por el incidente, fue llevado a la comisaría. El comisario que lo conocía le dijo:

—¿Hombre Manolo, por qué te vas tan lejos y con gente que no conoces?—. A lo que contestó: —De más lejos viene el Mallorca a jugar con el Córdoba y a sus jugadores no los conoce ni la madre que los parió—.

***


En la Taberna El Gallo de la calle Gutiérrez de los Ríos, antes Almonas, Manolo estaba reunido son un grupo de gente joven, alguno le preguntó:

Carreño explícanos tu que eres físico eso de la gravedad—. Manolo le puso un ejemplo que todos entendieron:

Mira, yo estoy muy agradecido a ella, porque sino fuera por su fuerza, no había forma de tomarme este medio de vino, pues el liquido dorado dentro de él se saldría y me volvería loco para catarlo—. Por esta repuesta tan sabia se ganó las rondas de vino de aquel día.

***


Se comenta que Manolo Carreño, en una de muchas tabernas que frecuentaba, pedía que le pusieran un par de huevos duros para llevarlo a casa como cena. Pues en una ocasión, cuando se acercaba a su pensión de la Calle Consolación, iba dando algún que otro tumbo de acera en acera como consecuencia de los efluvios del vino. Es el caso que en uno de los tumbos los huevos que los llevaba embolsillados se espachurraron; al llega a casa y verlo como venían le dijo a la patrona de la pensión:

Mira que le tengo dicho a la tabernera que no me ponga huevos ·estrellaos"—. La patrona que lo conocía él contestó:El estrellao es usted, don Manuel—. Así termino el diálogo diciendo Carreño:

¡Qué Dios le conserve la vista!.

***


Cuando abordaba a un conocido para pedirle un préstamo (irrecuperable) y veía que se resistía la posible víctima solía decirle: —Hombre ya que te es hoy imposible hacerme un préstamo mediante chequera o tirando de cartera por lo menos que sea monetariamente—. Finalmente si la resistencia continuaba por parte del asaltado, le pedía que le pagarse el medio que estaba degustando diciéndole con unos modales caballerescos:

Bueno en otra ocasión estará disponible esos billetitos—, y se marchaba hacia otro posible prestamista.

***


Hasta los años sesenta existían en todas las oficinas unos recipientes en forma de platillos que se llamaban de agua, su nombre dado era escupidores. Pues bien, en una de las oficinas donde trabajó Carreño había un compañero que escupía desde su mesa al recipiente sin levantarse, de forma que con una trayectoria larga alcanzaba en la mayoría de los disparos su objetivo. Carreño lo bautizó como el artillero, diciéndole:

Qué lástima, no hubieras sido capitán de artillería, que seguro tu batería hubiera sido laureada con la de San Fernando—. Terminaba el comentario con la frase: —Qué piquito tienes, hijo de alma, si por detrás apuntas igual te llamo el tropetero Mayor del Reino—.

***


Un día paseando Manolo con un amigo pasó por el Ayuntamiento, en cuyo edificio estaban haciendo una remodelación y permitía ver el lugar donde estuvo ubicada la Higuerilla. Carreño le dijo a su interlocutor:

Mira allí estaba la "Higuerilla". ¡Que tiempo aquellos!. Entonces éramos muchos los que la frecuentábamos y nos veíamos allí por nuestras trompas "vitivinícolas". Ahora apenas hay borrachos por las calles. Esto va muy mal, pero que muy mal... vamos que estamos en decadencia—.

***


Estando residiendo Carreño como profesor en la sierra cordobesa un verano, iba con frecuencia a un bar donde le dijo al dueño: —Pepe, don Manuel .... te pagará la cuenta de la consumición—.

Pasaban los días y el tal don Manuel no decía nada al propietario del bar con respecto al pago. Éste le preguntó a don Manuel sobre la deuda, respondiendo el presunto pagador:

Eso son cosa de Carreño, así que te lo pague él—.

No se verificó el pago, de forma que el amigo Carreño le dejó una deuda cuantiosa. Después de un tiempo se presentó en el establecimiento Carreño con Rafael Sánchez Ortiz "El Pipo", quien llevaba un buen fajo de billetes. Carreño saludo al dueño con las siguientes palabras:

Pepe, ¿se debe algo?—. A lo que contestó éste: —Pues, una buena pua—. Sin pensarlo dos veces contestó: —Pues, que te Dios te lo pague o mi amigo el “Pipo”, que trae más billetes que el Banco de España.—

***


Paseando Carreño con un conocido poeta cordobés, le pidió dinero Manolo al acompañante, éste como excusa le dijo que había olvidado la cartera en casa, contestándole Carreño:

No, si lo que necesito hoy no es de cartera, sino el monederillo......


Testimonios

Diego Rojano en un artículo escrito en la revista anual Córdoba en Mayo del año 1995 hace una semblanza de Manolo Carreño como conocedor de los templos tabernarios.


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Manolo Carreño desgrana sus memorias a base de vivencias tabernarias, vividas o inventadas, en las páginas dominicales del periódico de su ciudad, realiza un inventario casi completo de las tabernas que se fueron y de las que quedan como una crónica íntima de la intrahistoria que albergaron estos recintos…. Testimonio personalísimo con un vena lírica de lo que ha supuesto y representa para el paisaje esos muchos años de escenarios vinícolas, de los taberneros y de la clientela, hijos de un época y de unas costumbre de un pasado recentísimo que ha dejado marcada su huella en el carácter de unas gentes y de una ciudad.

Carreño con todo el tiempo del mundo disponible para su uso particular, como él acostumbraba con gracejo a decir, para ganarlo y perderlo a su antojo, sólo esclavo de su libertad nos descubrió las famosas tabernas de Córdoba.

Manolo Carreño nos recrea con esa patina que dan los años y que nos transporta a esos espacios privilegiados en los umbrales de la nostalgia de lo que se fue y de lo poco que nos va quedando que realmente vale la pena, por su frescura verismo y autenticidad.


Alfonso Gómez López en su libro Córdoba Golfa expone las siguientes párrafos sobre Carreño:


Un personaje muy singular de aquellos años y que aparecía por el bar Hispania de vez en cuando era Carreño. Se trataba de un hombre de formación universitaria, aunque bohemio en su proceder. Delgado, de fracciones angulosas, porte correcto y edad indefinida, vestía un traje raído y corbata ajada a la altura del nudo.

Se trataba de un consumado sablista, aunque tenía arte para desempeñar ese cometido. Se situaba en un extremo de la barra y pedía un medio de vino, pacientemente esperaba la caida de sus víctima, muchas de las cuales iban a mofarse de él, cuando en realidad era "Carreño" con su ácido y mordaz sentido del humor quien les tomaba el pelo.


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