Taberna de los Gallegos

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Taberna de los Gallegos

Existían varias tabernas de los “Gallegos” en Córdoba, casi todos pertenecientes a la familia Suanez, con la mencionada en este artículo, llamada los Gallegos de Regina, en la plaza de Regina, otra en la calle Mayor de Santa Marina, siendo la más famosa y última en desaparecer la ubicada al final de la calle Alfonso XII en Puerta Nueva. Sus clientelas eran personal fijo, casi todos de bajo nivel económico que consumían abundante vino "de a veinte".

Recuerdos de la taberna [1]

Estos gallegos tenían varias tabernas en Córdoba; ésta, a la que voy a referirme, estaba situada en la Escuela de Veterinaria, que estaba ubicada en un grande y viejo palacio que había pertenecido a la familia, noble cordobesa de los Díaz de Morales, Condes de Casa Padilla, en la calle Duque de la Victoria.
Por razones de vecindad y por estar situada casi a la entrada de dicha escuela, su mayor clientela eran estudiantes, aquel tipo de estudiante todavía “Casa troyesco” pintoresco y simpático, y aunque con menos cultura que ahora, con más educación y vergüenza.
Como en aquella época, en España existían pocas escuelas de esta especialidad, aún no eran facultades, acudían a Córdoba estudiantes de todas las regiones. Esta Escuela tenía fama por la gran preparación y competencia de su profesorado.
De esta vieja Escuela salieron eminentes profesores y científicos que fueron famosos en el humanitario mundo del reino animal y en el cuidado de nuestros alimentos.
Era un tiempo de la vida más fácil y económica un estudiante modesto, era poco gravoso para sus padres en su periodo estudiantil.
Había muchas casas en la vecindad que se dedicaban al alquiler de habitaciones y camas por el módico precio de 2’50 pesetas diarias.
En la taberna del “Gallego” un suculento plato de cocido con agregados de tocino fresco y añejo y un fragmento de carne, con su pan, aceitunas y media botella de vino por 3’50 pesetas y un vaso de gazpacho 0’30 céntimos.
Una cajetilla de tabaco y un librillo de papel, para liarlo, 0’30 céntimos. Cerillas, caja cocina 0’50 céntimos.
Ese ayer, no era hoy ni el mañana, era modesto, sencillo, moral y económico. No había presunciones ni vicios costosos.
Así fueron transcurriendo los años, los cursos sucediéndose, unos marchaban y otros nuevos venían y empezaban, era el almanaque que da la vida.
La Escuela adquirió su debida categoría, se hizo Facultad, ya no eran albeítares, eran doctores y licenciados universitarios y se trasladó a su nueva y moderna edificación de Medina Azahara.
El viejo barrio perdió su ambiente estudiantil y se quedó en silencio.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 20 de abril de 1990

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