Puerta Nueva
Puerta Nueva, llamada en una etapa puerta de Isabel II, era la puerta que se encontraba al oeste de la ciudad, al final de la actual Calle Alfonso XII. Puerta construida en 1518 que comunicaba el Barrio de la Magdalena con el Campo de San Antón. De arco de medio punto, fue modificada en el año 1723 para su consolidación. Desde entonces se le llamó Puerta Nueva, aunque en 1808 y en conmemoración a la Batalla de Alcolea, fue llamada Puerta de Alcolea.
Con motivo de la visita de Isabel II a Córdoba en el año 1862, se elevó un arco de Triunfo para la conmemoración de su visita.
Esta Puerta fue la entrada elegida en todas las visitas reales que tuvo la ciudad: Felipe II, Felipe IV, Carlos IV, Fernando VII e Isabel II, ésta última en el año 1862 por ser el antiguo camino que llevaba a la capital del reino así como al norte de España.
Fue demolida en el año 1895.
Puerta Nueva en Rincones de Córdoba con encanto [1]
Sobre la columna que centra la rotonda de Puerta Nueva, una pequeña y reciente escultura reproduce la desaparecida puerta que hasta la construcción del Paseo de la Ribera constituyó la entrada principal de la ciudad a través del Camino Real. Y aunque perdió aquel carácter, el lugar sigue siendo hoy una encrucijada de caminos, rodeado de tráfico por todas partes. Menos mal que la isla verde del jardín, centrado por el modesto triunfo de San Rafael, amortigua las molestias del tráfico e invita a evocar las grandezas y monumentos del pasado. El topónimo Puerta Nueva parece una ironía, teniendo en cuenta que su construcción se remontaba a 1569, a raíz de una visita de Felipe II, y que fue renovada en 1729. Quedó suprimida en 1895, cuando la ciudad derribó puertas y murallas para emprender su expansión a extramuros. A pesar de la desaparición de la puerta su nombre prevalece, para recordar que ésta fue la entrada principal a Córdoba durante tres siglos, a lo largo de los cuales la ciudad recibió aquí pomposamente a los reyes Felipe II, Felipe IV, Carlos IV, Fernando VII e Isabel II, y a otros notorios visitantes. Como atestiguan añejas fotografías, aquí estuvo la artística fuente barroca que hoy puede verse en la plaza del Cristo de Gracia, que, como allí queda dicho, se costeó con los beneficios de tres corridas de toros celebradas en 1747, cuyo remanente se destinó a pagar parte del triunfo de San Rafael que centra el jardín, que fue erigido en 1748 y ha soportado muchas adversidades. Así, el 7 de junio de 1808 los invasores franceses “apuntaron sus cañones a la Puerta Nueva, que lograron abrir al poco rato sin grandes esfuerzos”, como señala Ramírez de las Casas-Deza en su Indicador cordobés. Y cuando en 1956 la estatua del Arcángel fue restaurada por los hermanos García Rueda, que desde 1929 tienen su taller enfrente, encontraron tres balas de plomo incrustadas en la cabeza, seguramente francesas. No ha sido la única restauración, pues en 1999 el Custodio perdió la cara y los mismos marmolistas la repararon desinteresadamente, reponiendo la estatua la víspera del día de San Rafael de 2002.
El remozado jardín, hasta hace unos años cautivo entre verjas, es heredero del antiguo paseo, poblado de álamos, existente en el Campo de San Antón, que era “una de las salidas más amenas de Córdoba, y a fines del siglo XVIII quizás el único paseo con que se contaba”, según Teodomiro Ramírez de Arellano. Consta el jardín de una circular explanada central y de ella parten cuatro paseos en forma de cruz –todo ello pulcramente pavimentado con adoquín hidráulico– que delimitan los parterres tapizados de césped. Como recuerdo de antaño, entre la arboleda figuran hoy algunos álamos blancos, junto a moreras, brachichitones, un paraíso, un ciruelo del Japón y otras especies más comunes, cuyas copas pueblan al atardecer los ruidosos pájaros. Para defenderse del tráfico se parapeta el jardín tras un seto de tuyas, que lo circunda. En el centro de la explanada se alza una escalinata, y sobre ella, un erosionado pedestal barroco sustenta el fuste desde el que el arcángel San Rafael sonríe a las gentes. No faltan los bancos de hierro fundido, que invitan a disfrutar del lugar y a recorrer el entorno con la mirada. El monumento más interesante del perímetro es la antigua iglesia conventual del Carmen calzado, construida a lo largo del siglo XVII, que guarda en su interior el soberbio retablo pictórico de Valdés Leal, cuyo tema central es la asunción al cielo del profeta Elías en el carro de fuego. A los pies de la iglesia pervive, aunque tapiada, la portada principal, un arco de medio punto flanqueado por pilastras y coronado por frontón triangular, y en el ángulo se eleva la esbelta espadaña angular de ladrillo. Tras la exclaustración en 1810 el antiguo convento sufrió muchas vicisitudes y reformas, que, por fortuna, preservaron el hermoso claustro, recientemente restaurado, uno de los más bellos del barroco cordobés para los especialistas. Los vecinos aún recuerdan el sanatorio antituberculoso de la posguerra, o la posterior casa cuna, de la que pervive como recuerdo una tierna maternidad de Juan Polo en el jardín del edificio, hoy Facultad de Derecho, que da vida y prestigio universitario a este viejo barrio menestral. |
Referencia
- ↑ MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba
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