Taberna Guzmán

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Taberna Guzmán


Taberna típica cordobesa, situada en la calle Judíos. Regentada por Rafael Guzmán Montilla hasta su muerte. Lugar donde aún se reunen los pocos clásicos que quedan de la Puerta de Almodóvar, algunos de ellos supervivientes de la famosa Peña Los Almanzores. Acoge igualmente a personal de todo Córdoba que se desplazan a esta taberna para saborear y copear un exquisito vino amargoso. Por ser paso obligado a la Sinagoga entran en ella turistas y forateros. Frecuentaban esta taberna cantaores cordobeses de postín, como el insuperable José Moreno "Onofre" y otros amantes del cante "jondo" como el fuera estudioso e investigador el mismo Ricardo Molina.

No confundir esta taberna con otra que estuvo ubicada en la calle José Zorrilla llamada Taberna González y Guzmán.

Está muy reformado el local en relación a lo que se indica en la posterior crónica de Manuel Carreño Fuentes, aunque no deja de ser un lugar con solera cordobesa.


Recuerdos de la taberna [1]

Amplia entrada a claro y hermoso patio lleno de luz natural con el reflejo de la encalada y blanca fachada de la casa de enfrente en la estrecha calle de los Judios. Una gran barra, un mostrador, capaz de admitir cómodamente a más de treinta "mosquitos amílicos".
Un gran salón con sillas y mesas de madera de olivo, macizas, de gran pesadez; este salón, aparte de los clientes, está dedicado a la tertulia y admiradores del triunfante diestro Finito, adornado con carteles pintorescos cordobeses, y un simbólico cuadro que representa al inmortal hidalgo manchego con su fiel escudero Sancho.
Al fondo, la bodega, amplia nave, adornada por sus viejas soleras, prisioneras en sus botas de roble, aroma que más olerlo marea.
En una de de las botas, se observa un retrato al óleo de José Moreno "Onofre" el que mejor cantó la soleares de Córdoba. Esta pintura es obra del artista cordobésAntonio Povedano Bermúdez. Tres canarios cantaores amenizan y alegran el patio con su incesante gorgoreo y trínos. Un gato comtemplativo dormita en un alero de la montera de cristal verde transparente que suaviza el patio de la llegada de los primeros síntomas veraniegos.
Se oye la voz de bajo profundo del Ángel Jiménez "El Brevo" comentando la corrida de Antequera sobre la actuación del diestro "Finito" del que es gran adminador y seguidor.
Por ser este lugar de mucho tránsito turístico, de paso a la Sinagoga y Museo Taurino, no faltan tampoco algún grupo de éstos desgastando un "medio" de "amargoso" que es la especialidad de la casa.
Estos turistas, el segundo ruso, sale bailando sevillanas y hablando en "calo" ; más pedigüeños de aceitunas que los estorninos; las saborean con avidez siendo la mejor entra al vino; y a propósito del vino, hay a la mano izquierda de la entrada a la bodega, enmarcado un escrito que hace loa al vino, tal vez una recopilación antigua, anónima, transmitida por via oral, tal vez de sabios poetas del califato, que dice: ¡Hay algo mejor que el vino?
Cuando se hace uso del vino (moderadamente) como de todas las cosas buenas, es salud y medicina. El vino, aumenta la fuerza muscular, exalta el sentido genético, estimula el sistema nervioso y psíquico, rinde fácil la elocuencia, predispone a la asociación, al perdón y al heroísmo.
El vino exalta la fantasía, hace lucida la menoria, aumenta la elegría, alivia los dolores, destruye la melancolía, concilia el sueño, conforta la vejez, ayuda a la convalecencia y da aquel sentido de auforia por donde la vida transcurre leve, suave y tranquila.'
Rafael Guzmán Montilla cuida la bodega que fundó su padre, como si fuera su propia vida: todo limpieza y pulcritud, simpatía, agrado, bondad y amena conversación, pues su conversación es casi universitaria:
En resumen, este lugar está lleno de luz, de alegría, de buenas reuniones y de los gratos aromas que perfuman los viejos sabores que encierra:
Rincón sabroso de nuestra Córdoba.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba.11 de junio de 1989

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