Taberna Paco Bravo

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Taberna Paco Bravo


Esta taberna está situada en la Puerta de Almodóvar haciendo esquina a la calle Almanzor, fue famosa durante varias décadas cuando la regentaba Paco Bravo hijo del que fue durante mucho tiempo cochero del obispo José Proceso Pozuelo y Herrero de Córdoba y hermano de Agustín un magnífico protésico, pionero de esta profesión en Córdoba, igualmente su hermano Luis regentada en el barrio de San Lorenzo la taberna donde estaba ubicaba la Peña Los Minguitos. Los parroquianos de la taberna eran del barrio, pero acudía personal de todo Córdoba por la calidad de sus vinos al tener bodega propia, entre los que la frecuentaban estanban los personajes populares el Marqués del Cucharón y el Duque de la Mezquita. La taberna era especialmente concurrida en la Feria de Mayo cuando los tratantes de ganado iban a cerrar los negocios. Paco tenía un hijo que se había licenciado en temas vinícolas, residiendo en Madrid. Se daba el caso, que algún cliente con paladar fino, embocado al vino, le decía a Paco: -Paco, tu hijo ha llegado, pues a trasteado las botas.

Recuerdos de la taberna [1]

También desaparecida, es la que tenía Francisco Bravo en la Puerta de Almodóvar. Esta taberna era muy frecuentada por la vecindad, por la calidad de sus vinos. Paco tenía su propia bodeguita en la calle Madera Baja, muy próxima a su establecimiento.
Por aquel tiempo en este barrio, sus vecinos eran una mayoría personal ferroviario, maquinistas, fogoneros, mozos de estación etcétera, y eran la mayor clientela de esta taberna pues el padre del tabernero también había pertenecido a esta profesión como cochero.
Entre los mozos de estación había dos tipos muy pintorescos: “Patillas” y “Camilo”, este último eran de muy pequeña estatura, rechoncho, parecía un saco de patatas puesto de pie, fumaba en una enorme cachimba, y como la manía de todos estos tipos son las cosas grandes, la petaca del tabaco era del tamaño de un ladrillo. Cuando sacaba del bolsillo el reloj, se quedaban admirados y algunos decían que podía servir para la torre de una parroquia.
“Patillas” era hombre de estatura regular y de fuerte complexión y estaba muy bien relacionado por su formalidad y sus buenos servicios. Había sido ordenanza o asistente, en su tiempo de soldado, con el general Primo de Rivera, cuando fue éste teniente coronel, con el que tenía muy buenas relaciones, que le valieron para evitar que uno de sus hijos, Alfredo, que era un joven trastornado y violento fuera a prisiones Militares, pues estando en el servicio militar en Sevilla, le amputó un dedo de la mano de un mordisco a un sargento que intentó darle una bofetada. Fue a un manicomio y salió peor.
Otro vecino y asiduo a la taberna era Joaquín Llorente conocido por “El Arrojaito”, mote que tomó cuando intentó ser torero. Hombre discutido y polémico que creía saber de todo, más que los demás, hasta que un día, uno le dijo:
-Señor Llorente, si yo tuviera la desgracia de que todo el mundo me diera la razón por no discutir contigo, me consideraría tonto y no hablaría con nadie.
Lorente le contestó: -La incultura y el analfabetismo dan lugar a la envidia y aplican sus propios adjetivos a demás. El tonto será usted que no ha podido tener más oficio que el de mozo de equipajes.
La intervención oportuna de los amigos de ambos evitaron que la polémica pasara a mayor cuantía.
Así transcurrían los días en aquella taberna, bebían discutían, hacían tiempo, lo ganaban y lo perdían, todos los días eran iguales para ellos.
Hasta que llegó el momento que Paco, viejo y cansado de aquella briega monótona y cansina de todos los días igual y con una situación económica desahogada, su hijo con licenciatura de Ciencias terminada, por lo que como es lógico no iba a dedicarse a tabernero.
Paco cerró las puertas de la taberna. Han pasado muchos años. La taberna sigue igual pero con diferente dueño.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 17 de junio de 1990

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