Taberna Casa Alijo

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Casa Alijo, taberna desaparecida que se encontraba ubicada en el número 8 de la calle Ambrosio de Morales y que tuvo que estar abierta allá por los años 40-50.

Casa Alijo, era una taberna recoleta ubicada en la que parecía más bien una entidad privada, ya que sus clientes eran contertulios y conocidos de su dueño Enrique Alijo. Se reunían los componente de la Hermandad Chiquita esa agrupación de romeros de Santo Domingo que tienen las características del tipismo más íntimo cordobés.

Propiedad del platero Enrique Alijo González, era frecuentada por personajes del barrio.


Ubicación de Casa Alijo

Recuerdos de la taberna [1]

En la calle Ambrosio de Morales en el número 8, estaba esta mezcla de taberna y de aire provinciano de Enrique Alijo. Platero de profesión alternaba su trabajo con el negocio, allí tenía un banco de trabajo en una habitación con un balcón al patio, donde trabajaba y vigilaba las entradas y salidas de sus conocidos y asiduos clientes
La primera vez que entré a este lugar fue acompañado de Ramón Medina que muchas veces en horas tranquilas en las que no había clientes se recogía allí a improvisar sus canciones con una guitarra que allí guardaba.
Después, como conocía a todos los íntimos de aquella selecta clientela continué frecuentando a diario aquel lugar tranquilo, correcto y de buen vino.
Allí todos o casi todos, eran universitarios, comerciantes bien situados, artitas y artífices de la buena artesanía cordobesa, no se oía ninguna palabra fuera de tono y todo era buena amistad y corrección.
Tal era la confianza de Enrique, que desde su banco de trabajo, veía entrar algunos de sus clientes y no se molestaba en bajar, les decía que se sirvieran ellos mismos.
Me contó un amigo mío, empleado de “Melía” en cierta ocasión este señor de visita en Córdoba, lo llevaron a invitarlo a Casa de Alijo. El señor Melía observó que lo servían ellos mismos, que allí no se veía ningún sirviente y que a la hora de marcharse hicieron la cuenta de lo consumido y dejaron el dinero encima de la mesa.
Extrañado de esta confianza y costumbre en la cliente les dijo:
- He recorrido más de medio mundo y en ningún lugar he visto este sistema tan confiado..
Y es que Enrique conocía muy bien a sus clientes y sabía que eran personas incapaces de cometer la fechoría de engañarlo en la consumición y cuenta, y los dejaba en su auto-servicio.
Allí no entraba ningún extraño a la casa, y si por ignorancia o descuido entraba alguien. Enrique con mucha diplomacia los mandaba al “Escarren” como dicen los valencianos, diciéndoles que aquello era una “Peña” privada de amigos , y no podía servirlos. Eran estampas de aquella Córdoba íntima y tranquila.
Enrique vivía con su esposa y una hija que estudiaba Magisterio. La hija, al cabo de su tiempo de estudios, terminó la carrera, era una muchacha muy lista muy modesta y amante de sus padres.
Hizo oposición y obtuvo un plaza en un pueblo importante de la provincia de Sevilla. Sus padres cerraron el negocio y se marcharon a vivir con la hija y aquella taberna recoleta desapareció.
Años después supe por un amigo que Enrique Alijo había muerto. De la familia no he vuelto saber nada, de aquellos clientes que conocí, la mayoría han muerto y otros no se ven, tal vez por la edad.
Descansen en paz y una oración y recuerdo para ellos y Enrique Alijo.

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 23 de abril de 1988

Testimonios

Alijo fue un platero al que gustaba tener un grupo de amigos en su entorno y en su casa, para echar con ellos buenos ratos de charla a las horas del mediodía y a primera de la noche. A tal fin, instaló en su domicilio, a la entrada de la casa y con acceso al patio, una bodeguilla. A la tertulia que se formaba allí asistían frecuentemente los componentes de la “Hermandad Chiquita” y algunos empleados del Monte de Piedad y Cajas de Ahorros de Córdoba, cuando la central de dicha entidad estaba ubicada en la calle Ambrosio de Morales. Alijo intervenía en las charlas entre servir “medios” de vino y sentarse junto a los amigos tertulianos. Solía decir repetidamente: “Mi sueño es tener una bodega grande y una dehesa con “toretes negros”.


Soñaba mi amigo Alijo
tener una gran bodega,
y, allá, en la sierra, un cortijo.

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