Taberna El Cuervo

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Taberna El Cuervo

La Taberna El Cuervo se encontraba situada en la calle Concepción y la plaza Aladreros, pasando por ser una de las tabernas más antiguas de la Córdoba de principios del siglo XX. Aparece en el libro La feria de los discretos de Pío Baroja.


Recuerdos de la taberna [1]

Se añade este comentario para resaltar lo que nos cuenta Manuel Carreño Fuentes en este artículo, pues éste pudo haberlo oído de su tío abuelo, el famoso torero cordobés Manuel Fuentes y Rodríguez "Bocanegra". La casa mencionada ha desaparecido por reforma de la zona.

La taberna más antigua de Córdoba a primeros del siglo XX era la del Cuervo, junto con la de San Miguel. La taberna del Cuervo era famosísima. Se ubicaba en la calleja Olmillo, entre Concepción y Plaza Aladreros, en una calleja sin más salida que la de una casa de paso que había al fondo con servidumbre a otra llamada Uceda. El Cuervo, su propietario, era oriundo de Benamejí y el sobrenombre o mote le venía de una reyerta con otro al que de un navajazo horizontal, por encina de la naríz, le había saltado los dos ojos, dejándole ciego.
Allí se reunían la gente de bronce de aquella Córdoba de ciudadanos bravíos de finales del siglo XIX. Don Pío Baroja la cita en su novela La Feria de los Discretos.
José Tirado "Pacheco" acudía todos los días acompañado de su íntimo amigo el famoso torero Manuel Fuentes ("Bocanegra"', el diminuto Calahorra y el hijo del Marquesito, que tenía una cultura superior, pues había cursado estudios en una Universidad de Inglaterra y como su osadía no tenía límites acabó engañándoles a todos y se volvió a Inglaterra con los dineros que los liberales le habían dado a Pacheco para formar una escuadrón de voluntarios para la batalla del Puente de Alcolea, cuando el destronamiento de Isabel II en 1868. Por cierto, que el llamado Pacheco fue muerto de un tiro en la Plaza de la Trinidad cuando acaudillaba una partida, e iba sobre una jaca blanca propiedad de Bocanegra. La jaca se volvió sola a casa-cuadra y más tarde fue requisada y murió tirando de los carros que entonces se usaban para retirar las basuras.
Esta taberna la conocí yo siendo niño, pero como casa de comidas baratas. Después la compró un platero rico y la obró para su fábrica y vivienda. En la actualidad, la casa tiene el mismo formato y la fachada antigua, aunque falta el ventanillo por donde Quintín lanzó al Calahorra, diciendo "¡Albuzón!"

Referencias

  1. "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 6 de noviembre de 1988

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