Taberna Buenos Aires
De Cordobapedia
Taberna Buenos Aires
Esta taberna o bar-restaurante eran de las muchas que existieron frente a la Estación Central de Ferrocarriles, situada esquina avenida de Cervantes y avenida de América. Estaba abierta las veinticuatro horas del día, y tenía especial concurrencia por la noche, al ser también semisala de fiestas. La frecuentaban especialmente personal de vida nocturna.
Recuerdos de la taberna [1]
- A finales de la década de los años veinte, se inauguró en Córdoba un nuevo tipo de negocio, lo trajo un emigrante cordobés a su regreso de la Argentina.
- Es el señor Moray, que lo instaló en la esquina de la Avenida de Cervantes, en fachada y puerta principal frente a la (antigua) Estación del Ferrocarril.
- Se trataba de un bar taberna, restaurante y una especie de supermercado, donde se vendía de todo, allí podía comprase a todas horas, pues no se cerraba a ninguna, podía adqurirse todas las cosas más raras, comestibles, bebidas y las prendas usuales más dispares que puede uno imaginarse.
- Aquello tuvo aceptación, sobre todo entre los noctámbulos y juerguistas, que después de recorrer todos los sitios, acudían al amanecer a refugiarse en este acogedor paraíso para finalizar sus libaciones y satisfacer sus apetitos gastronómicos.
- También tenía su pequeña orquesta, compuesta por un pianista, un violinista y un acordeón; era la moda del tango argentino. Tampoco faltaban guitarristas y “cantaores” del flamenco, que en aquel entonces no había llegado a la categoría de llamarse artistas: ”bailaoras”, picaros y puntos ambientaban los nocturnos de aquel “boliche”.
- Tenían hasta un “matón” o “perdonavidas” para echar a la calle a los morosos y borrachos impertinentes.
- Este bravucón, cuando había alguna pelea en la concurrencia, era el que recibía todas las bofetadas que se perdían en la trifulca.
- Aquello marchaba como el barco del pirata Eproncediano, viento en popa.
- Pero como es esta vida todo es variable, un día el señor Monroy tuvo la desgracia de un accidente automovilista que le costó la pérdida de una pierna y más de la mitad de su pequeña fortuna y cerró sus puertas.
- Con los restos del naufragio, este señor se refugió en los soportales de la plaza de la Corredera, donde se instaló con una modesta taberna, con pocos géneros y menos ganas de seguir luchando.
- Allí al clientela era muy dispara y distinta; mendigos y marginados, parias errabundos y amigos de lo ajeno.
- Y allí terminaron los días de este emigrante, después de volver ilusionado a su “Patria chica”.
Referencias
- ↑ "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 8 de julio de 1989
Principales editores del artículo
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