Calle Torrijos - 1 (Rincones de Córdoba con encanto)

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1. La capital
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
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Calle Torrijos - 1 / Siete puertas para una Catedral

La calle Torrijos es sin duda la de más densidad monumental de Córdoba; conforma su vertiente izquierda, según se baja en dirección al río, la fachada occidental de la antigua Mezquita, mientras que en la acera derecha se suceden el antiguo hospital de San Sebastián y el Palacio Episcopal, sede del Museo Diocesano; y por si todo ello fuera poco, cierra el horizonte de la calle el colosal triunfo de San Rafael. Es un espacio encantador y mágico, que invita a recorrerlo sin prisa, recreándose en las bellezas artísticas que lo jalonan, incólumes frente a las oleadas de presurosos turistas que convierten la calle en una abigarrada y colorista babel.

Recorramos primero la fachada catedralicia, en la que se abren siete puertas, con sus historias y leyendas. La primera es el postigo de la Leche, cuya sencilla traza gótica revela la intervención de Hernán Ruiz I. Asegura la tradición que era el lugar donde muchas madres pobres y despiadadas, sin medios para atender a sus hijos recién nacidos, depositaban a tan indefensas criaturas con la esperanza de que los recogiese un alma caritativa. Otra variante atribuye el nombre a que era el lugar donde las amas de cría aguardaban su contratación en la vecina Casa de Expósitos.

Poco más abajo se abre la puerta de los Deanes, que canaliza el trasiego de turistas al interior de la Catedral; por ella hacía su entrada el deán –máxima dignidad del Cabildo catedralicio– con ocasión de la ceremonia de su investidura. Aunque pasa desapercibida por su austeridad decorativa, fue abierta en época del emir Abd ar-Rahman II, primera mitad del siglo IX. Más antigua es la puerta siguiente, llamada de los Visires o de San Esteban –que el canónigo archivero Manuel Nieto Cumplido prefiere llamar de San Sebastián–, de los siglos VIII-IX, correspondiente a la primitiva mezquita de Abd ar-Rahman I. En contraste con las puertas siguientes, sus erosionadas piedras le confieren una belleza arqueológica que subraya su antigüedad.

El viajero alzará la vista de vez en cuando para apreciar los remates que ostentan los muros, que en la parte correspondiente al patio adoptan la forma de la flor de lis, mientras que en la sala de oración son peculiares almenas escalonadas de ascendencia siria. Con la dominante decoración islámica contrastan al exterior testimonios cristianos, como la barroca espalda de la capilla de la Inmaculada Concepción, y las decoraciones góticas superpuestas a las puertas de San Miguel o de los Obispos, y de la Paloma.

Hacia el final de la calle, separadas por contrafuertes, alternan con ésta otras portadas que deslumbran a los turistas por su perfección decorativa y que eligen muchas parejas de novios para perpetuar fotográficamente su boda. Pero no son completamente árabes, pues responden a restauraciones fantasiosas llevadas a cabo entre 1897 y 1904 por el arquitecto burgalés Ricardo Velázquez Bosco con la colaboración del escultor cordobés Mateo Inurria, que “siguiendo criterios hoy desechados y contestados entonces por doctas plumas, recreó su fantasía en el diseño de dichas portadas”, como escribe el historiador de arte Clemente López Jiménez.

El viajero, que no suele entender de sutilezas artísticas, queda fascinado por tan exóticas portadas, creyéndolas originales, sin preguntarse cómo es posible que permanezcan tan impecables diez siglos después de su hipotética construcción. Elocuentes fotografías de principios del siglo XX muestran los andamios instalados ante los descarnados muros para proceder a su romántica recreación, acorde con la moda del exotismo oriental que tanto fascinaba a los viajeros de entonces. Pero eso no resta encanto al conjunto de estas portadas, en las que tan destacado protagonismo decorativo adquieren los arcos de herradura, con su dovelaje de ladrillo y ataurique, los arcos ajimezados o lobulados, las series de arquillos, las celosías de raigambre visigoda y los ajedrezados.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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