Cocheros de punto

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar

Los coches de punto eran el medio más usual de transporte urbano en la primera y segunda década del siglo XX. Sus paradas oficiales estaban ubicadas en: Plaza de la Compañía, Avenida del Gran Capitán junto al Gran Teatro y en la calle Joaquín Costa.

El tipo de carruaje que predominaba eran los llamados “Milord” y “Manolas”, sus tarifas a finales de los años diez estaban fijadas en tres pesetas hora, con capacidad para cuatro plazas.

Todos los cocheros eran conocidos por sus curiosos apodos como los que se enumeran a continuación:

  • “Gelera”, padre del que fue mozo de espada Paco Fernández.
  • “Maltequieres”, tan aficionado a su negocio que hasta llegó a vender un rentable puesto de huevos para comprar una buena parejas de caballos.
  • “Malpiensas”, se le llamaba así por su postura pensativa, muy parecida al famoso “El pensador" de Rodín. Tomaba esta posición cuando estaba a la espera de sus clientes. Los conocidos le decían: - Qué pensamiento trajinas hoy .
  • "Quemecago”, apodo que hacía referencia a la forma en que iba sentado en el pescante, que semejaba a la postura de hacer sus necesidades en la taza del retrete. Algún cachondo le ofrecía papel de periódico para su limpieza personal.
  • “Malagana”, su apelativo provenía por poner siembre pegas e inconveniente al prestar el servicio. Decía frases como esta: -Con la noche tan oscura ya vernos si llegamos al destino.
  • “Comedulce”, por ser un auténtico devorador de dulces en la Confitería La Perla o en Casa Mirindas.
  • “El Empalmao”, por ser un gigante en su altura. Se distinguía a kilómetro al sobresalir de una forma exagerada del pescante.
  • “La Browi”, apodo que le veía al tener un defecto en los dedos que parecía empuñar unas pistolas. Los chavales les decían: -“Browi, dispara, dispara”.
  • “La Mecedora”, ya que su cojera le hacía balancearse al andar. Algunos graciosos se metían con él diciéndole: - ¡Vaya meneíto que tienes!
  • “El Sacri”, por eso de haber tenido su anterior oficio de sacristán. Entre su clientela estaba los clérigos que les ofrecía unos servicios discretos, por eso de haber tenido contacto con el gremio.
  • “El Cebollo”, por tener una cara y cuerpo sumamente redondos. Había personas que decían: -Pobre caballo.
  • “ El Cantaor”, por amenizar a los clientes con palos flamencos en sus servicios.
  • “ El Calderas”, por provenir de una familia de caldeleros.

Todos estos personajes y muchos más fueron desapareciendo poco a poco al ir introduciéndose los "taxis” como medio de transporte más limpio, rápido y cómodo.

Enlace interno

Principales editores del artículo

Valora este artículo

1.5/5 (2 votos)