Emilio Castro Reyes "El Negro"

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Emilio Castro Reyes "El Negro"
Emilio Castro Reyes


Guitarrista de flamenco y de raza calé, nace el año 1902 en Lucena, llamado popularmente “Emilio el Negro” también el “Arango”, este último tomado de su hijo también guitarrista Reyes Cosano “Arango”. Desde los 12 años empezó a tocar, tiempos alto dificiles para ganarse la vida como artista. Actuaba para los señoritos desde las doce de la noche hasta bien entrada la madrugada '" a veces sin ganar duro"' como algunas veces decía. Siempre estuvo dedicado al menester de acompañar a la guitarra en las fiestas flamencas, donde actuaba principalmente en la Venta de la Choza el Cojo, la Venta Vargas o en las tabernas donde se cantaba flamenco, Taberna El Pisto (del Alcázar Viejo) o Casa Minguitos de la Judería “Los Califas” la llamada capilla Sixtina del flamenco de Córdoba. A partir de la llegada del turismo de una forma masiva tuvo mejores tiempos para su economía.

Emilio siempre fue por libre en su profesión, pues no estaba adscrito a ningún grupo o compañía artística; solía dar unos toques propios de guitarra que los titulaba “Córdoba de noche” y “Cristo de los Faroles”.

Tuvo grandes amigos, pero él siempre se ufanaba de haber tenido amistad con García Lorca, que lo llamaba cuando venía a Córdoba, en alguna ocasiones acompañado por sus hermanas. Emilio les servía de cicerone llevándolas a lugares donde se organizaban fiestas flamencas. Le unía una gran amistad con Juan Peña el propietario del Mesón Juan Peña en la avenida Doctor Fleming en cuyo local guarda viejos recuerdos del guitarrista.

Se le veía son su corte peculiar de gitano en los bares de la plaza de las Tendillas, como el Bar Siena, donde ya famoso iban a contratarlo los señoritos o alternaba con algunos castizos que tenían buenos detalles con él. De carácter fuerte pero con buen genio, su vida estaba llena de anécdotas y dichos que le hacían aún más famoso. Se exponen algunos:

Solía decir que su comportamiento en las fiestas era el siguiente: “Hay que saber ser para saber estar”.'

Y con respecto a las tabernas comentaba: “Hay que saber entrar, saber estar y sobre todo saber salir”.


De la infinidad de anécdotas que se contaban se comentan las siguientes, la primera contada por él mismo con gracia y salero.

  • Mi abuelo me llevo de niño a la feria de ganado en Mayo y me dijo: -Niño verás como se vende un burro.
El abuelo previamente había preparado al burro que era viejo y con muchas “matauras”, pues no valía ni un duro. Lo adecentó a fondo: les pintó el “Jocico” y los ojos con tizne de carbón, los cascos los limpió dándole betún, lo herró, le dio brillo en el pelo con aceite, llevándolo así de lustroso al ferial. Y a esperar el comienzo de un trato y que se fija un incauto en el “jamelgo”, y así sucedió. Empezado el negocio y estando a punto de formalizarse el mismo, llegó el momento más importante. Entonces le dice mi abuelo al cliente: - Mira si está vivo, y como rebuzna. Sin que se diera cuenta el cliente le metió en ese mismo instante en el culo un pimiento largo de cornetilla picante y el animal tomó tal vitalidad que no hay forma de parar sus trotes y rebuznos. Al verlo así de bravo el comprador, se quedó encantado cerrandose la operación como un buen apretón de manos.
Al coger mi abuelo los duros de plata me dijó: - Niño vamos pitando de aquí, que cuando pase el efecto de la cornetilla, este tío avisa a la Guardia Civil. De esta forma supe de los truquillos y manejos que se traía mi abuelo en el “mercado de ganao”.


  • Ya a punto de jubilarse y buscado la forma de tener una pensión le dijo a una de las muchas amistades que tenía - entre ellas un militar-: - Mira, soy mutilado de guerra y mi pierna la tengo llena de metralla de la guerra de África. Con un gesto, se levanto el pantalón y enseñó la pierna que la tenía llena de pecas y picaduras de viruela. El tal amigo supo arreglarle una pequeña pensión por los servicio a la patria, no por la metralla.


  • En una corrida de toros donde actuaba El Cordobés en la antigua Plaza de los Tejares, estaba Emilio en el tendido de sombra, a su lado había una turista que al ver como sangraba el toro al meterle la pulla la mujer casi se desmaya, él para animarla le dijo: - Mujer eso de la sangre el ser bueno, muy bueno, no se asuste que contra más salga es mejor para el toro y el torero. La turista al oír la frase de Emilio el Negro y los gestos que les acompañaban acabó vomitando…


  • Emilio ya a fina de su vida con 88 años comentaba: - Me fumo tres paquete diarios de Ducados y me he bebido un océano de de vino, si me pagaran el “Machaco” que he “tomao”, tendría más dinero que el difunto Ricardo López el “Tío el Queso”.


Falleció a los 88 de edad el 20 de mayo de 1990 años al comienzo de la Fería de Mayo.

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