Fiesta de las Rosas

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La Fiesta de la Rosas


Se estuvo celebrando desde tiempos remotos la simpática y bellísima “Fiesta de las Rosas” en honor a la Virgen del Rosario en la iglesia de San Agustín, regentada por los frailes seguidores de Santo Domingo de Guzmán.

Córdoba una ciudad muy vinculada tradicionalmente a esta Orden Dominicana aprendió desde la Reconquista por San Fernando a rezar el Santo Rosario y vio nacer entre sus hijos a tres clarísimos apóstoles del Rosario: San Álvaro de Córdoba, Beato Francisco de Posadas y el Venerable Juan Vázquez; los cordobeses siempre asistían a este piadoso acto de las “Fiestas de las Rosas” del templo dominicano.

La fiesta se celebraba el primer domingo de mayo comenzando con la asistencia del “Rosario de la Aurora” como práctica de cristiana devoción a la Virgen. Partía a la cinco y media de la mañana y recorría por los años cuarenta del siglo XX las siguientes calles cordobesas: Plaza de San Agustín, Rejas de don Gome, Santa Isabel; Plaza de Colón , Centro de la ciudad, Ayuntamiento, San Pablo, Realejo, Santa María de Gracia, San Lorenzo, Roelas , Pozanco, San Agustín.

Terminado el rezo solemne del “Rosario de la Aurora” comenzaba la misa de Comunión General con objeto realizar el “Cumplimiento Pascual”, tanto para los fieles, como para los devotos pertenecientes a la Asociación del Rosario Perpetuo, organizadores de este evento religioso tan popular.

A las diez, rezo solemne del Santo Rosario ante la Custodia donde estaba expuesto Su Divina Majestad, quedando así a la veneración de los fieles todo el día. Era costumbre aplicar estos actos por las intenciones que en cada momento tuviera el Papa y en general por la Iglesia.

Por la tarde, a las siete, se hacía el ejercicio propio de la festividad, como era la predicación solemne en exaltación a María realizada por del entonces director de la Asociación del Perpetuo Rosario el Rvdo. P. Fray José María Yáñez. A continuación, se bendecían innumerables ramos de rosas repartiéndose entre el público, portánlolas posteriormente en la procesión de la Virgen del Rosario que era sacada en parihuelas por el copás de San Agustín, a tal efecto, se adornaban los balcones con mantones de Manila, tapetes bordados o colchas de croché, terminándose la fiesta con el cantó de la Salve Popular.


Como detalle curioso y simpático, se expone una letrilla que el pueblo llano cantaba en el “Rosario de la Aurora”.


El demonio al oído
te está diciendo
no vayas al Rosario
sigue durmiendo
¡Viva María!
¡Viva el Rosario!
¡Viva Santo Domingo!
que lo ha fundado.

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