Fuente Obejuna (Rincones de Córdoba con encanto)

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Los pueblos
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
[1]


Fuente Obejuna / Un pueblo de leyenda

Fuente Obejuna rinde culto a Lope de Vega, el dramaturgo del Siglo de Oro que universalizó la villa al erigirla en protagonista de su drama histórico Fuenteovejuna, inspirado en el levantamiento contra el comendador mayor de Calatrava Fernán Gómez de Guzmán, acaecido el 23 de abril de 1476, que acabó con su muerte a manos del pueblo. A la pregunta del juez “¿quién mató al comendador?”, responde el pueblo invariablemente: “Fuenteovejuna, señor”, o “Fuenteovejuna lo hizo”. A Lope de Vega está dedicada la plaza mayor de la villa; no podía tener mejor nombre la plaza, espacio que conjuga encanto y emoción histórica. También la biblioteca municipal ostenta el nombre del escritor. Yhasta un hostal.

Pero la veneración que suscita al dramaturgo no es de hoy. En la esquina de la calle Corredera, un azulejo colocado por el Ayuntamiento en 1926 rinde homenaje “al Fénix de los Ingenios Españoles Lope de Vega, cantor excelso de las virtudes ciudadanas de los vecinos de esta villa”.

La plaza Lope de Vega parece que fue diseñada con criterio escenográfico, pues en su vertiente principal se despliegan los edificios dispuestos en distintos planos, como en un decorado teatral; de izquierda a derecha surgen las casas consistoriales, la amplia escalinata que salva el desnivel, y la iglesia parroquial, dominada por la torre. Un decorado que algunos veranos cobra vida con la presencia del Comendador, los Reyes Católicos, aguerridos soldados, lozanas damas, servidores palaciegos, músicos, cantores y el pueblo, alma de la rebelión contra el tirano. En el antiguo convento de los Franciscanos el flamante Museo Histórico dedica una sala a las representaciones de Fuenteovejuna, con exhibición de trajes y fotografías.

Sobre el lugar que ocupó una antigua fortaleza, en la cúspide del cerro, se erigió a partir de 1476 –el mismo año de la rebelión– la iglesia parroquial, de estilo gótico, dedicada a Nuestra Señora del Castillo, imagen que corona el retablo mayor y que los especialistas fechan en el siglo XIV; esta antigüedad y advocación permiten imaginar que procediese de la capilla del castillo, y que el pueblo rebelde la salvase durante el asalto y destrucción de la fortaleza. Al exterior agradará al viajero la fachada de la epístola, por su bello pórtico de sabor mudéjar, que se abre a través de cuatro blancos arcos peraltados sustentados por columnas y capiteles antiguos. Aunque los especialistas no lo certifiquen, no cuesta trabajo imaginar que sean romanos y, por tanto, tengan relación con la antigua Fons Mellaria, “fuente de miel” –que se suele situar en el cercano cerro de Masatrigo–, topónimo del que deriva el gentilicio “melariense”, aplicado a los habitantes. Por encima del pórtico se asoma la torre, construida a finales del siglo XIX en sustitución de otra más antigua.

Nada más entrar a la iglesia, de hermosos arcos apuntados y bóvedas de crucería, llamarán la atención del viajero las pinturas al fresco de finales del siglo XV, llenas de ingenuidad y recuperado colorido, que decoran los pilares de las naves. Descubiertas casualmente en 1956 bajo la cal, una paciente restauración ha ido rescatando un rico conjunto de escenas y personajes que en la Baja Edad Media permitían ilustrar las catequesis impartidas al pueblo iletrado, entre ellas un Calvario, la Adoración de los Magos, el Bautismo de Cristo, la Virgen de la Antigua, Judit con la cabeza de Holofernes, Santa Catalina de Alejandría o San Pedro y San Pablo. La fascinación que producen estas pinturas no deben evitar la atenta contemplación de dos fastuosos retablos, el de la capilla del Sagrario, de estirpe gótica, presidido por una Asunción, y el mayor, de estilo renacentista, con escenas de la vida de Jesús y de la Virgen. Renacentista es también la hermosa custodia procesional que guarda la parroquia en su tesoro, atribuida a Juan Ruiz el Vandalino.

En la placita que se extiende entre la iglesia y el ayuntamiento el escultor Aurelio Teno plantó su monumento a Fuente Obejuna: una adusta figura arrodillada que se rebela contra la tiranía y eleva al cielo sus crispadas manos de las que surge una llama, todo en indeleble bronce sobre pedestal de granito.

En tan emblemático lugar, el grito de Teno anuda el pasado con el presente, como un espejo en el que se sigan reconociendo los habitantes de este “pueblo de leyenda”, como proclama un eslogan turístico, que cautiva al viajero con su legado de arte y de historia.

En un cercano cerro blanquea la ermita de la Virgen de Gracia, protectora de soldados, con su curiosa espadaña a modo de insólita peineta, desde donde se aprecia una bella panorámica del pueblo.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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