Fuente Palmera (Rincones de Córdoba con encanto)

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar


Los pueblos
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
[1]


Fuente Palmera / Carlos III reina en la plaza

La Colonia de Fuente Palmera –como les gusta decir a sus habitantes– comparte bastantes rasgos comunes con La Carlota. El principal, que ambas villas fueron fundadas en 1767 por Carlos III en virtud del Fuero de las Nuevas Poblaciones de Andalucía. Pero también que dedican a la Inmaculada Concepción sus parroquias, engalanadas con coloristas torres gemelas. Y que erigen sendos monumentos al monarca fundador, cuyo escudo labrado en piedra preside los principales monumentos.

A poco que el viajero se dedique a callejear por el cuadriculado plano de Fuente Palmera apreciará que es población que se mueve a impulso de su dinamismo económico, alentado por los feraces regadíos, la paulatina renovación arquitectónica y el empuje industrial, especialmente apreciable en los productos cárnicos y en la alta confección; muchas son las jóvenes casaderas de las provincias de Córdoba y Sevilla que acuden a Fuente Palmera para elegir el vestido de novia.

En contraste con el ajetreo que la actividad económica refleja en sus calles, entrar en la Plaza Real es como retroceder al último tercio del siglo XVIII, ya que en su vertiente principal se alinean tres de los principales monumentos fundacionales: la parroquia, el ayuntamiento y el antiguo pósito. Esta conjunción de edificios presidiendo tan espacioso y apacible rectángulo confiere a la Plaza Real una indiscutible condición de espacio con encanto.

Reina en la plaza con majestad la estatua de Carlos III, labrada en indeleble bronce por el escultor cordobés José Manuel Belmonte. Extiende el monarca su brazo derecho con el cetro empuñado, como señalando un esperanzador futuro, mientras en el anverso del austero pedestal una inscripción resume las raíces de la villa: “El 5 de julio de 1767, bajo el empuje renovador de Carlos III, se promulgó el Fuero de las Nuevas Poblaciones por el que nacimos como pueblo. En la primavera de 1769 llegaron los primeros colonos a nuestra tierra”.

El monumento es reciente, pues fue inaugurado en 1999 “como homenaje y reconocimiento a cuantos contribuyeron a la creación de la Colonia y al coraje de los primeros colonos”, reclutados por el aventurero bávaro Johan Kaspar Thürriegel. Otra lápida conservada en el pueblo amplía el dato y hace referencia a “las 200 familias de colonos suizos, flamencos, italianos, alemanes y franceses que dejaron sus casas para construir con su esfuerzo” la colonia. Muchos de aquellos apellidos aún perduran entre sus descendientes.

A espaldas de la estatua real y centrada sobre la vertiente más noble de la plaza, se alza la alegre fachada de la iglesia parroquial, considerada por el profesor Rivas Carmona como “uno de los más bellos templos” de los pueblos carolinos. Si el viajero visitó Fuente Palmera antes de 1994 le costará trabajo reconocerla, pues no sólo ha revestido de colorines –rojo almagra, verde, salmón– parte del austero ladrillo, por influjo del barroco ecijano sino que además ha concluido la construcción de la segunda torre gemela, gracias al mecenazgo de un generoso empresario. Aunque a simple vista hoy ya no se distinga, conviene saber que la torre original de 1790 es la de la izquierda –la que sustenta un nido de cigüeñas, ya tradicional–, mientras que la derecha constituye una fiel reproducción. Entre ambas torres, una avenerada bóveda cobija el escudo carolino labrado en piedra.

A la izquierda de la iglesia pervive el antiguo pósito, hoy vivienda privada, con su vistosa portada coronada por aparatoso remate, mientras que en lado opuesto se alza el Ayuntamiento, cuya fachada de ladrillo remata el moderno cuerpo del reloj, que marca el ritmo de la vida colonial.

La plaza es un rectángulo pavimentado con hexagonales losas hidráulicas blancas, rojizas y amarillentas. Un grato salón de estar preservado de autos por la perimetral alternancia de naranjos y bancos de hierro fundido. A media mañana los jubilados se refugian en las sombras que proyectan los árboles, ajenos a su raigambre centroeuropea, mientras se registra un incesante goteo de colonos que acuden a la casa consistorial con papeles en la mano. La plaza es, en fin, como un espejo donde se mira la laboriosa colonia para encontrarse con sus raíces.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

Principales editores del artículo

Valora este artículo

2.3/5 (4 votos)