La Paquita

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La Paquita

No era una delicada y pequeña mujer, sino uno de los afeminados más conocido de la Córdoba de la primera midad del siglo XX. Fue un extraordinario bailarín de salón y actuaba en distintas ocasiones en los espectáculos que se presentaban en un cabaret local.

En en el salón donde trabajaba realizó de todo, desde jefe de pista hasta presentador de artistas. Logró una gran popularidad que aumentó cuando regentó la “Venta la Choza del Cojo”, donde se corrían las “juergas” más famosas de Córdoba.

Se cuenta la siguiente anécdota de La Paquita.

Rafael Sánchez Ortiz "El Pipo" siendo apoderado de "El Cordobés" y con motivo de una corrida que éste toreaba en una plaza importante del la provincia de Jaén, convenció a La Paquita para que junto a un fraile actuaran de “capitalistas” con objeto de sacar a hombros al diestro de Córdoba. Todo estaba previsto y acordado, pero el comisario de policía se percató del asunto, y evitó que se realizara uno de los hechos más insólito de la historia del toreo, como que dos frailes vestidos con sus respectivos hábitos sacaran a hombros al famoso diestro.

En otra ocasión narra Alfonso Gómez en su colección de ripios, dichos y anécdotas de la Córdoba de aquella época la siguiente anécdota con respecto a La Paquita:

Paquita, estuvo internado durante algún tiempo en el psiquiátrico de Porrillas en Alcolea, durante aquellas temporadas estuvo haciendo labores en la cocina y según tengo entendido además de ser un buen trabajador, fuera de los momentos de crisis, era de los más “espabilaos”….. Ahí va la anécdota: Lo mandaron con prisas en busca de una escalera que en ese momento utilizaba alguien que pintaba una pared, subido a ella y Paquita no tuvo mejor ocurrencia que decirle:

"AGARRATE A LA BROCHA, QUE ME LLEVO LA ESCALERA>>

Hubo multitud de hechos y anécdotas de este personaje, que mediante su gracia y simpatía se hacía ganar la admiración de todos cuantos se relacionaban con él, eso sí, nunca ocultó su tendencia femenina, aunque en algunos momentos tuviera que enfrentarse con energúmenos que no toleraban tal comportamiento.

Algunos años antes de morir, se retiró a un convento de frailes donde terminó sus días.

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