Las "guerrillas" juveniles en los años 20

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Las autonomías de los barrios: las "guerrillas" juveniles

Recuerdos Cordobeses [1]

Puerta de sevilla.JPG

Ahora que nuestras regiones, comarcas etc., se han constituido en Comunidades autonómicas… me viene a la memoria mi juventud cuando en nuestros barrios, no queríamos que nadie interviniera en nuestros propios asuntos; los chavales de otros sectores o calles cercanas a las nuestras intentábamos detener nuestra independencia con las famosas y populares guerrillas”.

Estas consistían en un desafío con la juventud de otras calles cercanas a las nuestras, a base de pedradas que se lanzaban con hondas y tirachinos y los más, con las manos. Famosa era por aquellos tiempos las pedreas de la Puerta de Almodóvar con sus gritos de guerra y sus consignas, con una frase que se repetía constantemente, de:

-”Guerra, guerrilla, guerra, guerrón, la Puerta de Sevilla pide perdón y la Puerta de Almodóvar dice que no”

o al contrario cuando los gritos salían de las gargantas de la juventud de la Puerta de Sevilla.

Por aquellas fechas recuerdo que los más famosos “guerreros” eran Alberto García Ortega, Pepe Salinas, los hermanos Mora, los Araujos, los Mangas y otros muchos tanto de la Puerta de Almodóvar como de la Puerta de Sevilla, que no recuerdo sus nombres.

Otro barrio con “solera” de “guerrillas” fue la Calle Montero, que siempre ha sido pionera de todas las actividades, juegos y diversiones que se organizaban para la juventud. La chavalería de esta calle disputaba sus famosas peleas contra los de Plaza de San Juan de Letrán, la Calle Costanillas, Calle de los Frailes, teniendo como “campo e batalla” la fuente que había detrás del Cuartel de Lepanto que les servía a la vez de parapeto.'

Otras veces las peleas o “guerrillas” se trasladaban hacia la Plaza de San Agustín.

De todos estos sectores también se hizo famoso el sábado de gloria con sus arrastres de latas con lo que se festejaba la Resurrección del Señor, teniendo como protagonistas a la chavalena de ambos sexos que se disputaban cual era el que portaba mayor número de latas con lo que hacer el mayor ruido, cosa que molestaba enormemente a los vecinos. Además de latas, el material empleado era ollas. botes, cacerolas sartenes, todo ello ensartado con sogas o cuerdas de esparto. Estos días los carreros de la basura tenía muchísimo trabajo cuando había que retirar aquel material inservible.

Tengo que mencionar la Plaza de Jerónimo Páez y la Cuesta de Pero Mato, que era aprovechado su peralte por la chavalería para controlar mejor a los “enemigos” de las Calle San Francisco y Calle Rey Heredia.

Por aquel entonces había un guardia urbano, que tenía de sobrenombre el “cara ancha” , el cual perseguía, cumpliendo con su deber, a todos los que intervenían en las peleas. Este bonachón de guardia, era el mismo que tenía un huerto en la orilla del río muy cerca del Puente Romano, el que para bajar hasta su terreno tenía que proveerse de una escalera muy larga y cuerdas con el objeto de recoger los frutos por el contrario cuando había crecida del río perdía toda la cosecha.

Mientras, los chavales, jugábamos también con las famosas pelotas de trapo fabricadas por el “manitas de turno”, a base de retales viejos a los que se le daba forma, para después en volverlos con una tupida red de guita para que durara un poco más.

Aparte de lo que comento nuestra chavalería de aquel entonces, entre los que me encontraba yo, quiero hacer mención a la verdadera solidaridad que había entre los mayores cuando se producía una desgracia, pues siempre había la “tacita de caldo” o una ayuda económica por pequeña que fuera para salir del trance.

Ahora, cuando han pasado cuarenta o cincuenta años mira uno hacia atrás y se dice, aquello era humanidad, dentro de que todos éramos unos deficientes económicos, pues en la actualidad, que, gozamos de una economía más floreciente, por desgracia no nos conocemos los que vivimos en el mismo bloque. No es nostalgia, sino una gran perplejidad ante la perdida del sentido de los valores humanos, sobre todo, la solidaridad, humanidad y el amor por todo lo que nos rodea.


Referencias

  1. . Enrique Vargas Martín en Córdoba en Mayo, año 1992 pag.149

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