Sadí de Buen Lozano

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Sadí de Buen Lozano
Sadi-de-Buen-Lozano.jpg
Nacimiento: 18 de julio de 1893
Barcelona
Fallecimiento: 2 de septiembre de 1936
Córdoba
Destacado: Científico notable por sus esfuerzos en el estudio y erradicación de la malaria

Contexto histórico

Décadas: 1920 - 1930

Sadí de Buen Lozano (Barcelona, 1893) fue un médico y científico notable por sus esfuerzos en el estudio y erradicación de la malaria en España, así como haber descubierto el agente y el vector de la fiebre recurrente española, una forma de borreliosis. Director general de Sanidad en 1934. Fue fusilado en Córdoba el 2 de septiembre de 1936.

Datos biográficos

Se dedicó toda su vida por entero a la lucha antipalúdica en varias zonas del país, especialmente en Extremadura, siendo impulsor de la creación de numerosos Centros Antipalúdicos. En 1924 organizó y dirigió el Instituto Antipalúdico de Naval Moral de la Mata. Por otro lado realizó estudios sobre la lepra, publicó muchísimos trabajos y memorias que le merecieron el premio Leverán.

Con ayuda de su hermano Fernando, naturalista especializado en la vida acuática, Sadí de Buen introdujo en Europa la especie americana Gambusia affinis, un pez carnívoro propio de los ríos que desaguan en el Golfo de México. Gambusia es un carnívoro que se alimenta cerca de la superficiese, devorando ávidamente las larvas de mosquito. De Buen supo identificar las quebradas (arroyos de régimen irregular) de Talayuela (Cáceres) como un lugar adecuado para su aclimatación, que hasta entonces había resultado imposible. Desde allí se puso de marcha una red de criaderos en todas las provincias palúdicas, y de allí salieron las gambusias que con que en adelante se combatió el paludismo en Italia primero, y luego en el resto de Europa y en el Norte de África.

Sadí de Buen estudió también la lepra y la leishmaniasis, una infección protozoaria debida a Leishmania y transmitida por flebotómidos, que sigue siendo endémica en zonas del centro peninsular. De Buen describió tres nuevas especies de Phlebotomus.

En 1931 fue nombrado Director General de Instituciones Sanitarias, convirtiéndose en persona de confianza de Marcelino Pascua, Director General de Sanidad, que pretendía reformar la sanidad española, y a quien sustituía durante sus ausencias.

En Córdoba

De Buen se encontraba en Córdoba en julio de 1936, en el cumplimiento de sus tareas de investigación en la lucha antipalúdica y como jefe de los Servicios de la Dirección General de Sanidad, cuando fue apresado el 23 de julio y fusilado la noche del día 2 al 3 de septiembre en las tapias del cementerio de San Rafael por los insurrectos. Su muerte tuvo un amplio eco en Europa, lo que debió de influir en la liberación, por canje, de su padre, Odón de Buen, al que la rebelión militar sorprendió en Mallorca.

La eficiente, aunque modesta, organización antipalúdica española, que De Buen había contribuido a construir, desapareció con la guerra, pudiendo considerarse en 1942 que la malaria era el más grave problema sanitario de España, de manera que una nueva estructura hubo de levantarse casi desde cero. Por otra parte, las circunstancias de la muerte de Sadí de Buen favorecieron el olvido de su obra científica, que sólo ha empezado a valorarse a partir de los últimos años.

Librepensador en sus ideas --pero respetuoso con el pensar de los demás-- le inducían a ser progresista en temas de medicina. Su forma de proceder motivó su detención que llevó a cabo personalmente el todopoderoso Jefe de Orden Público Luis Zurdo en el Hotel de España y Francia donde residía Sadí de Buen. Hay que añadir a esta detención otras causas como, envidias ocultas de algunos profesionales, además del hecho de ser un representante del Gobierno legítimo.

Rafael Castejón comentó que recurrió en su auxilio a un médico, que era el encargado del paludismo en Córdoba, pero no lo amparó.

El diario Guion daba la noticia de su detención terminando con esta acusación falsa:

"Se cree que el señor De Buen actuaba de enlace entre las milicias marxistas”.

Murió fusilado el 2 de septiembre de 1936.

El doctor Zurita ayudante de los médicos forenses presenció el fusilamiento. Así lo relata en el libro 1936: el Genocidio franquista en Córdoba, cuyo autor es Francisco Moreno Gómez:

"Me negué en principio a acompañarlo en aquella ejecución, pero casi me obligó a ello.
La muerte fue ejemplar iba atado codo con codo con un gitano, éste no cesaba de llorar, y Sadí lo animaba a sobreponerse y a morir como un hombre. Todos los presentes comenzaron a fijarse en la manera de proceder del médico. Se le acercó un fraile y él amablemente lo rechazó, y le indicó que no podía tolerar aquella farsa cuando lo iban a asesinar injustamente. Y terminó rogándole que asistiera a los demás, que lo necesitaban más que él.
Al producirse la descarga, cayó ileso con el gitano, porque todos los impactos fueron a éste. Desde el suelo, el doctor Sadí gritó que lo mataran, porque no le habían dado. Así murió aquel hombre eminente, cuya digna muerte, recuerdo siempre".

Cabe destacar que no fue éste el único caso de asesinatos por fusilamiento de hombres de la medicina en Córdoba, pues comenzó la depuración por el doctor Vicente Martín Romera, diputado socialista, continuó con los doctores Manuel Ruiz Maya, director del Hospital Psiquiátrico, Ramón Hombría Íñiguez, director del Dispensario Antivenéreo Central y Lorenzo Isla Carande, director del Dispensario Antituberculoso Central, y otros más. Tenían todos en común, su participación en tertulias intelectuales y progresistas de la ciudad, con el afamado maestro Modoaldo Garrido Díez, Juan García Lara, el escultor Enrique Moreno Rodríguez "El Fenómeno" o el librero Rogelio Luque, entre otros. Todos los enumerados fueron víctimas de las balas de un pelotón de fusilamiento.

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