Aquellas Navidades de los años cincuenta
Los tiempos pasan y muchas costumbres se han perdido por la propia evolución de la vida y de la historia; me refiero a acontecimientos que eran costumbres muy habituales en otros tiempos y que todo el mundo las daba por válidas en la vida diaria que las envolvía.
En este artículo se recoge algunas costumbres navideñas de aquellos años cincuenta en donde la ambientación era más humana más cercana a la persona y donde el bullir de la vida era más apacible y placentero dentro de las grandes dificultades propias de aquellos lustros.
Los recuerdos se agolpan en la mente y existe en ella un lugar agradable para la nostalgia, me refiero a aquellas Casas de Vecinos de los barrios populares de una Córdoba provinciana donde la Noche de Navidad hacían una candela en el patio y ellos se divertían tocando el almirez, la botella rugosa frotada con un cuchillo, la pandereta y como cantes los villancicos, muchos de ellos con alusiones a las suegras. O aquél que decía:
- San José bendito
- como te apañastes
- "pa" cogerte un dedo (había una versión más prosaica y vulgar que decía el huevo)
- con los alicates.
Los chistes llenos de buen humor y con picaresca adobaban la fiesta. En el jolgorios cada familia aportaba alguna cosa, anís seco el “Machaco” o dulce “La Cordobesa”, pestiños, rosquitos, mantecados figuritas de mazapan etc., así lo pasaban bien hasta la madrugada viviendo entre ellos un sentido de solidaridad y de hermandad. Era el momento de olvidar las pequeñas rencillas motivadas por los roces diarios entre la “casera” y los "inquilinos" de aquellas casas comunales.
También tenía lugar la venta de los “pavos” en las plazas de la ciudad, especialmente en la plaza de la Corredera y en la calle Claudio Marcelo. Ese clásico “personaje” navideño iba en manadas más o menos numerosas indiferentes al pequeño tráfico urbano y a la curiosidad de los transeúntes, como si estuvieran exhibiéndose gallardamente ante un escaparate callejero, máxime si lucía el sol mañanero. Era evocador el glogloglo... de sus glogoreo que le hacia presagiar su pronto sacrificio. Se ofrecían al comprador cual si fueran valiosas piezas de museo. Posteriormente en la Nochebuena eran servidos en bandejas con el nombre de “Pavo a la Pipitoria” como si fuera el manjar de los dioses.
Otra evocación era los niños pidiendo el aguinaldo por las casas. Formaban como una orquestina donde los instrumentos era la zambomba, platillos y carraca, las canciones eran villancicos muy propios de la tierra como aquél que dice:
- Dame el aguinaldo carita de rosa
- que no tienes cara de ser tan roñosa,
- la “Campana Gorda” de la Catedral
- se te caiga encima si no me lo das
- y si me lo das y si me lo das,
- que pasen las Pascuas con Felicidad.
- Y si no me lo das y si no me lo das,
- que pasen unas Fiestas fastidias.
Había unos actores principales durante el día 24, eran los “guardias de circulación” a los cuales se les regalaba como aguinaldo productos propios de la Navidad, como vinos, anisados, cestas con frutas y dulces u otras golosinas. Los productos de regalo se depositaban en torno al agente apreciándose como iban aumentando el cerco. Los donantes eran en su mayoría automovilistas cordobeses que respondían al llamamiento de la prensa local. Era todo un símbolo de agradecimiento hacia estos agentes que regulaban la escasa circulación existente y que estaban sacrificados en pro del buen desenvolvimiento circulatorio durante todo el año, estando expuestos a las inclemencias del tiempo, hubiera sol insoportable, frío polar o lluvia torrencial.
Era dado a acudir en familia a la “Misa del Gallo” a las 12 de la noche en la parroquia de cada barrio, donde se adoraba al Niño recién nacido mediante villancicos que evocaban las costumbres propias de nuestra tierra. Al final de la misa se daba a besar al niño Jesús. En los pocos barrios periféricos existentes en esos años se encendían una gran hoguera delante de la Iglesia y allí se compartía golosinas y se cantaban villancicos.
Hoy se vive la Navidad de una forma consumista, que tiene como fondo el negocio del regalo, estando muy impregnada de elementos foráneos que deforman las más profunda tradiciones cordobesas y andaluzas. ¡Eh aqui! la añoranza de personas que pasan de los sesenta años.
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