Calle Claudio Marcelo

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Situación
Transcurre entre la plaza de las Tendillas en su parte norte y que termina en la conflencia de tres calles (Rodríguez Marín, Capitulares y Diario de Córdoba.
Barrio
Barrio del Centro Comercial
Otras denominaciones
Nuevano se conoce
Transporte
Parada de bus: no
Parada de taxi: no
Puntos destacados
Templo Romano ~


Situación

Calle Claudio Marcelo desde la Espartería

La calle Claudio Marcelo, denominada así en honor del cónsul romano fundador de la Corduba romana, es una de las calles principales de la ciudad. Popularmente esta calle es también conocida como calle Nueva porque se abrió entre finales del siglo XIX y principios del XX, perviviendo aún entre la población cordobesa el nombre popular.

Transcurre entre la plaza de las Tendillas en su parte norte y que termina en la conflencia de tres calles (Rodríguez Marín, Capitulares y Diario de Córdoba. Mantiene diferentes afluentes, en su parte oeste las calles Ambrosio de Morales, Conde de Cárdenas y Azonaicas, y en su parte este, María Cristina y García Lovera.

Historia

La creación de la Calle Claudio Marcelo, a diferencia de otras calles de Córdoba, se sitúa a finales del siglo XIX, cuando fue diseñada para lograr crear un amplio vial entre la zona de la Axerquía con la zona centro, y en especial, con el centro de la ciudad.

Fue construída en diferentes tramos y fases. Con el propósito de poder dotar a la ciudad de un eje comercial que conectará la parte norte del Barrio del Salvador y Santo Domingo de Silos, con la zona de la Corredera y Espartería se comienza a construir el primer tramo comprendido entre la calle Capitulares y la calle María Cristina, entre los años 1877 y 1882.

Calle Claudio Marcelo a principios del s.XX

La intención de poder conectar esta parte con la zona de la Plaza de las Tendillas a través de las calles conde de Cárdenas y Victoriano Rivera, hizo que se produjera el siguiente derribo de manzana hasta la calle Diego de León en 1909, y una vez demolido el Hotel Suizo en 1923, hasta la Plaza de las Tendillas, configurando el estado actual de la calle Claudio Marcelo.

La creación de calle vino acompañada de la construcción de diferentes edificaciones a ambos lados de la misma, creándose diferentes edificios a principios del siglo XX, algunos de los cuales perviven hoy de estilo moderno y fachadas modernistas, obra de, entre otros, Adolfo Castiñeyra). El resto de los edificios actuales corresponden a casi todas las décadas del siglo XX, destacando el conocido como Edificio Zafra-Polo del año 1965, sito en la esquina con la calle Ambrosio de Morales.

En los años 60 y con motivo de la construcción del nuevo Ayuntamiento, se encontraron los restos del conocido como Templo Romano, cuya reconstrucción pasó a formar parte de la calle.

Por ser un eje comercial entre el centro comercial y la zona de la Axerquía, la calle Claudio Marcelo siempre fue eminentemente comercial, contando con numerosos establecimientos en la zona, entre las que aún destacan por los años en la misma la relojería Suiza o la tienda Martínez Rücker, en el número 13. La progresiva expansión de la ciudad hacia otros barrios, unido a la despoblación y envejecimiento de los habitantes de la Axerquía, así como la implantación de comercios en los barrios de Córdoba de esta zona, han hecho que poco a poco la calle Nueva haya perdido el carácter comercial que antaño tuvo.

Establecimientos Comerciales Desaparecidos

Números pares

Números impares

Sin asignar

  • Zapatería Ciudad del Betis
  • Almacenes Los Madrileños



De Roma al modernismo en Rincones de Córdoba con encanto[1]

La calle dedicada al cónsul Claudio Marcelo, considerado el fundador de Corduba, señala el camino del templo romano y despliega media docena de interesantes edificios modernistas, que constituyen un buen muestrario arquitectónico de la época y proporcionan distinción a esta céntrica vía, abierta entre 1877 y 1909, que marcó el desplazamiento del centro comercial desde la Corredera hacia el noroeste.

Partiendo de las Tendilla, encontramos primero la preciosa linterna barroca de la capilla de la Asunción, de renovados colores, que se asoma por encima de los tejados del instituto Góngora. Luego viene la sucesión de edificios modernistas erigidos en la segunda década del siglo, que se aprecian mejor desde la acera opuesta; lo aconsejable es contemplar las casas de los pares desde la acera de los impares, en el trayecto de bajada, y luego las de los impares desde la acera de los pares, en el trayecto de subida.

Tras pasar de largo ante el Rojillo, edificio cuya desproporción rompe todo sentido de la mesura, hay que contemplar atentamente las fachadas de las casas números 8 y 4, proyectadas por el arquitecto Adolfo Castiñeyra entre 1910 y 1912, que aunque ofrecen hoy desiguales grados de conservación, mantienen la decadente belleza de sus yeserías vegetales decorando huecos y cornisas. En la citada casa número 4 –de claridad blanca y rosa tras su afortunada rehabilitación– transcurrió la niñez y adolescencia del escritor Antonio Gala, que ha dejado testimonio en sus libros de aquellos recuerdos.

Se asoman a Claudio Marcelo las fachadas laterales de dos casas que abren sus puertas bajo los números 6 y 11 de la antigua calle Real, hoy María Cristina, que reclaman una adecuada restauración, por favor; especialmente bella es la segunda, con relieves femeninos en las jambas de los balcones, inspirados en las cariátides griegas, y frontones partidos decorados con medallones y tenantes. Hay que alzar la vista y recrearse en los detalles.

Al final de la acera sorprenden las estriadas columnas del Templo Romano, coronadas por colosales capiteles corintios; en pocos pasos retrocedemos dieciocho siglos, del modernismo a la época flavia. Un duro contraste que testimonia, una vez más, la superposición de culturas en una ciudad bimilenaria. Pero no hay que dejarse engañar; la mayoría de las columnas y capiteles son reproducciones modernas –hasta hace poco tiempo asomaban por arriba las delatoras ferrallas del hormigón armado–;si se observa bien, sólo hay tres capiteles erosionados, certificado de su autenticidad. Pese a ello, la imagen del reconstruido templo constituye una escenografía de lujo, a la que confieren aspecto de románticas ruinas los vestigios arqueológicos diseminados por el suelo y los sillares, teñidos de verdina, de la cimentación. Desentona en cambio la ecléctica vecindad de las Casas Consistoriales, un edificio fuera de contexto inaugurado en 1985.

Desde la acera opuesta, contemplemos ahora, en sentido ascendente, los edificios más notables del lado de los impares. La casa número 11, de acento regionalista, llama la atención por los decorados azulejos que ciegan arcos y dinteles sobre los balcones, y es obra de Adolfo Castiñeyra, al igual que el edificio que forma esquina con García Lovera y tiene entrada por el número 7 de esta calle, de 1912, en el que destaca su esquina en chaflán con vistosa balconada. Cerca ya de la plaza de las Tendillas, ofrece interés la casa número 17, construída por el arquitecto Félix Hernández Giménez, fechada ya en 1928.

Distingue también a la calle Claudio Marcelo el ornato de los naranjos, que en número de ochenta flanquean las aceras; por encima de sus verdes copas se ven surgir las yeserías modernistas con motivos vegetales que embellecen algunas fachadas, como si la arquitectura imitase a la naturaleza o viceversa.

Destronada de su hegemonía comercial a medida que fue languideciendo el mercado de la Corredera, negocios tradicionales conviven con otros renovados y con locales comerciales que ofertan su traspaso. Claudio Marcelo no se rinde y mantiene la paradoja de ser una calle Nueva con más de un siglo.

Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba


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