Cortijo de Los Cipreses

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Torre del Cortijo de Los Cipreses

Descripción

Antiguo molino situado en la campiña cordobesa, en el Valle Medio del Guadalquivir. Ya sólo se divisa la torre característica de estos edificios de molienda que en su día recogían el fruto de los olivos de las tierras que los rodeaban. Desafiando el paso del tiempo, la dejadez y las inclemencias meteorológicas, el macizo de ladrillo viejo y argamasa destaca en el paisaje por su esbeltez, dejando entrever en sus paredes parte de la estructura del molino original.

En su interior se puede apreciar una estructra de vigas de madera que da entereza a la torre, mientras que en el exterior, en la zona alta, se pueden apreciar diversas especies de aves autóctonas que encuentran cobijo entre las tejas y demás recovecos de las paredes.

Situación

Vías de acceso

Caminos rurales que parten desde las localidades cercanas.

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Galería

  • Imágenes Abril 1995 - Alejandro G.D.

Historia en los Cipreses

Cerca de La Cañada de Rabadán en los Cipreses, estaban cogiendo aceitunas cuando llegaron a pleno galope dos falangistas de Écija. Pararon y no tardaron en elegir a sus víctimas. A Ramón Carmona Martín, José Hidalgo y al Carmonilla se los llevaron a pie.

En un cruce de caminos pararon para descansar en una casilla y a los apresados los dejaron solos. El miedo los cegaba, no sabían si escapar o esperar a los jinetes.

El Carmonilla pensaba qeu si se quedaban los iban a ejecutar, que quizás habían sido compasivos y ese día no tenían muchas ganas de matar. Los cuñados, Ramón y José, decidieron quedarse bien por miedo o por creer que no había motivos para tenerlo, ya que ellos no tenían las manos manchadas.

Cuando los falangistas volvieron traían más presos y no buscaron al Carmonilla, que corría entre los olivos como alma que lleva el Diablo. A los cuñados los llevaron a la cárcel de Écija y el huido fue a Hornachuelos donde nunca lo buscaron.

Durante todo el camino la esposa de José fue detrás de su hermano y marido, llegó con ellos a la prisión, pero al día siguiente, no habían pasado 24 horas, cuando fue a visitarlos y ya no estaban allí.

Fuente: extraído del libro 1936. Memoria de un tiempo silenciado

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