El Casino Industrial (Notas cordobesas)
En tiempos ya lejanos la gente sabía apreciar, mejor que ahora, los goces y delicias del hogar; por este motivo lo abandonaba solamente para dedicarse al trabajo, pues en la vida familiar encontraba la distracción y el recreo que hoy buscamos fuera de nuestra casa. En su consecuencia habla en la época a que nos referimos escaso número de centros de reunión; un par de cafés y un casino, pequeño y humilde, fundado por los labradores. Entonces no se conocía los círculos políticos ni los llamados de recreo en la actualidad. En la segunda mitad del siglo XIX las personas de la buena sociedad cordobesa que se dedicaban al fomento del arte lírico celebrando conciertos y representando óperas y zarzuelas en un local del antiguo convento de Nuestra Señora de las Nieves, decidieron crear un liceo artístico y literario y con este fin construyeron el hermoso edificio denominado Círculo de la Amistad. Algunos anos después ciertos elementos, separados entonces por diferencias de clase que ya no existen de los que constituían el Círculo de la Amistad, concibieron la idea de establecer otro centro semejante a aquel, aunque de más modesta categoría. Eligieron, para instalarlo, un buen edificio situado en una de las vías más céntricas de la ciudad, la casa de los descendientes del bizarro general don Diego de León, que se hallaba en la calle del Paraiso. Como este local era muy espacioso, únicamente utilizaron su parte principal, la que, con ligeras reformas, quedó en perfectas condiciones para el objeto a que había de destinarsele. Cerróse la entrada con un cancel de cristales; en la planta baja se habilitó una dependencia para juego de billar y otra para repostería, y en el piso principal, al que se ascendía por una hermosa y monumental escalera de piedra negra, se construyó un amplio salón de actos, decorado con gusto y sencillez, se estableció la biblioteca y se habilitaron algunos gabinetes de reunión para los socios. Terminadas las obras se celebró, con un concierto y un baile muy lucidos, la inauguración del nuevo centro, al que denominóse Casino Industrial, Agrícola y Comercial. La flamante sociedad adquirió extraordinario desarrollo en poco tiempo pues acudieron a formar parte de ella personas de todas las clases, predominando siempre los representantes de la industria y del comercio y políticos de todos los matices. En el Casino Industrial se verificaron innumerables fiestas, bailes, veladas literarias y musicales y espectáculos de prestidigitación, entonces muy en boga; hubo reuniones políticas, banquetes y otros actos. La iniciativa mas importante, realizada con éxito, fué la de organizar una Exposición de Arte e Industria cordobeses. En ella nuestra ciudad dió una prueba gallarda de su valía presentando multitud de obras notables, entre las cuales descollaban las de platería, en las que no ha tenido rival en el mundo. Gran parte del vecindario y numerosos forasteros visitaron esta Exposición, instalada en los salones del centro a que nos referimos, tributándole entusiastas elogios. En los primeros días del mes de Septiembre del año 1868 notábase en el Casino Industrial un movimiento inusitado; constantemente velase entrar o salir a personas muy conocidas y significadas en política, que hablaban en voz baja, sin duda para que no les oyeran los transeuntes y celebraban reuniones a puerta cerrada en los gabinetes del Casino. Iguales conciliábulos se podían sorprender, a cada instante, en el Café Suizo, establecido en la calle del Reloj, al que el público denominaba Viejo, para distinguirlo del situado en la calle de Ambrosio de Morales. Aquellos hombres eran los encargados de organizar en Córdoba el movimiento revolucionario que estalló pocos días después. Y el 19 de septiembre, al oirse los primeros tiros y caer la primera victima en la plaza de la Compañía, muchos plateros y otros artífices e industriales de los que hablan llevado obras a la Exposición del Casino acudieron a recogerlas, temerosos de que la chusma se apoderase de ellas, pero don Angel de Torres y Gómez les salió al encuentro, manifestándoles que él tenía las llaves de la Exposición y garantizaba la seguridad de cuanto había en ella. La creación de diversas sociedades, políticas unas y recreativas otras, fué restando paulatinamente importancia al Casino Industrial, Agrícola y Comercial, y puede decirse que este murió por consunción en el primer tercio del siglo XIX. Sólo quedó, como recuerdo de él, un billar donde se adiestraban en este deporte los alumnos del Instituto provincial de Segunda Enseñanza, para martirio del popular Toscano, pues frecuentemente se marchaban sin pagar o rompían los paños de las mesas. Algunos años después de disuelta la sociedad mencionada, en el edificio que ocupó establecióse un Ateneo Científico, Literario y Artístico, el más importante de todos los creados en nuestra ciudad. y otra vez en la antigua casa de los descendientes del bizarro general don Diego de León se celebraron fiestas cultas y por la tribuna de aquel centro desfilaron personas ilustres en Ciencia y Literatura, como doña Patrocinio de Biedma, el doctor Tolosa Latour, el poeta Zorrilla y el novelista Pérez Escrich. Al ser trasladado el Ateneo al piso principal del edificio, cuya planta baja se destinó al Café de Colón, terminó la historia del vetusto solar de la calle del Paraiso. Dedicósele a almacén de muebles y algunos años más tarde era demolido, como antes lo fuera el picadero en que se transformó parte de su jardín, para construir la casa del Banco Español de Crédito y el establecimiento de tejidos inmediato a aquella. Hoy del Casino Industrial, Agrícola y Comercial de Córdoba, sólo queda un vago recuerdo en la mente de algunas personas que peinan canas, especialmente de respetables abuelas, a las que no se les han olvidado las alegres horas de su juventud pasadas en los bailes y fiestas de aquella simpática sociedad. </div> |
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