Micaela la cambiadora

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar

Micaela la cambiadora

En la segunda mitad del siglo XIX existían tanto en el arco Alto como Bajo de la plaza de la Corredera unas mujeres dedicadas al cambio de moneda fuerte por menuda, la más común en el uso cotidiano. Estas mujeres eran una pieza fundamental para el manejo del dinero, pues había muy pocos bancos. Existía en aquella época una entidad bancaria local llamada Banca Pedro López situada en la calle Carreteras, hoy con el nombre del fundador de la misma. Estaba colindante a la Corredera sirviendo de lugar donde depositar las operaciones efectuadas por estas profesionales de la moneda.

El tenderete de cambio consistía en un mesita cubierta con paño blanco, encima de él depositaban unas cajitas donde estaban introducidas los diferentes tipos de monedas; las de plata, con valores de cinco, llamados “duros”, de dos, una pesetas y por último la de cincuenta céntimos; las de cobre, todas fraccionadas en céntimos de peseta, cuyos valor eran, de diez “perra gorda”, de cinco “perra chica”, de dos y un céntimo llamados respectivamente “céntimo gordo” y “céntimo chico”. Por las operaciones de cambio cobraban según la importancia del mismo, desde 15 céntimos hasta una peseta o dos pesetas.

Pues bien, Micaela era una de estas cambistas, se distinguía de las demás por su personalidad, carácter alegre y guapura. De edad cincuentona, cara morena con los ojos rasgados y pelo negro ataviado con un gran moño que lo adornaba en invierno con una rosa o clavel y en verano con un ramillete de jazmines. Vestía con corpiño y faldón largo de color blanco, portando un delantal azul celeste.

Tenía una clientela variopinta como los forasteros o tratantes que traían los “duros” en bolsillos especiales hechos en la parte interior de los chalecos, en los cuales, depositaban gran cantidad de dinero. También frecuentaban el puesto comerciantes y tenderos asentados de la plaza de abastos, que al no hacer las transacciones bancarias preferían un cambio rápido con la guapa Micaela, que admitía algún que otro piropo o reproche picaresco, como reclamo de su simple negocio.

La llamada al tenderete lo realizaba a base de pregonar frases como estas:

¡Se cambia el “tío sentao” (moneda de cinco pesetas) por pesetillas sonantes y contantes¡, este otro, ¡dame pesetillas y te devuelvo “perras gorditas”, “perrillas chicas” o “cabezones¡” (moneda con la esfinge de algún monarca.

Micaela era toda una experta en detectar moneda falsa de plata. Cuando sospechaba podían hacerle fraude, las cogía botándolas sobre una piedra especial, mediante la cual, sonaba una resonancia que permitía saber su autenticidad. Si pretendían meterle “gato por libre” (varias monedas falsas) se enteraba toda la Corredera con su voz, pues anunciaba la existencia de un defraudador en su puesto. Y frente a los posibles listillos que podían aprovechar un descuido suyo con objeto de hurtar alguna moneda, tenía posicionado estratégicamente a un mozalbete que estaba pendiente de cualquier movimiento de manos hábiles.

Esta antigua costumbre desapareció de la Plaza Grande -como muchos cordobeses también la denominaban- por los cambios en las costumbres sociales y debido a que los bancos empezaron a tener mejores servicios hacia los clientes. Por esta causa, las cambiadoras como Micaela volaron como ave que no tiene retorno de la Corredera.

Principales editores del artículo

Valora este artículo

2.7/5 (3 votos)