Obispo Ramón Guillamet
Ramón Guillamet i Coma | |
Obispo | |
Nacimiento: | 23 de marzo de 1856 Tarragona |
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Fallecimiento: | 14 de abril de 1926 Barcelona |
Actividad: | Obispo de Córdoba (1913-1920) |
Destacado: | Unificó las congregaciones docentes para mujeres en las Hijas del Patrocinio de María |
Contexto histórico | |
Décadas: 1910 - |
Nacido en Olot, de familia muy humilde, en 1856, Ramón Guillamet i Coma, fue obispo de Córdoba entre los años 1913 y 1920.
De ideología muy cerradamente nacionalista catalana, muy en la línea del obispo Torras i Bages. Ingresó en el Seminario de Gerona con nueve años y fue ordenado sacerdote con 22 años, siendo canónigo en Tarragona poco tiempo después, sin apenas experiencia pastoral, dado que aparte la canonjía, fue formador del Seminario tarraconense. En 1909 fue nombrado obispo de León, donde ejerció unos cuatro años, de modo en general bastante rutinario. En noviembre de 1913 abandonó esta ciudad para tomar posesión de su nuevo cargo como obispo de Córdoba, para el que había sido designado en abril sin contar con nadie en el clero cordobés. Finalmente, en 1920 y hasta su muerte en 1926, será obispo de Barcelona. Sin duda, su aspiración, dado que el arzobispado de Tarragona-al que aspiraba-le hubiera venido grande. A decir de algunos de los principales eclesiólogos vivos, "le vino grande incluso ser canónigo": soberbio, despótico, pese a su aparente elocuencia y prosa, en su día a día casi no hablaba castellano y era de un racismo y un nepotismo impresentables. Como ha dicho recientemente un intelectual cordobés, "de haber vivido diez años más, fijo que recibe una ración de plomo por cuenta de algún miliciano". No en vano, sus tres colaboradores-o más bien, prebendados- (su hermano Pedro el canónigo organista, el también canónigo Francisco de Paula Parés y el sacerdote Fidel Doce Vázquez) murieron tras ser detenidos, encarcelados y fusilados en Barcelona durante la Guerra Civil Española de 1936-39.
Durante su estancia en Córdoba como titular de la Diócesis, Guillamet ordenó la unificación de los centros educativos herederos tanto del Colegio de la Piedad como del fundado por el padre Luis Pérez Ponce bajo una única congregación, a la cual dio el nombre de Religiosas de Enseñanza bajo el Patrocinio de la Bienaventurada Virgen María, conocidas como Hijas del Patrocinio de María. Lo hizo a través de uno de sus prebendados, el salmantino de origen leonés Fidel Doce Vázquez, cuyo castellano sí debieron entender las pobres monjitas.
En 1914, fue designado senador por el Arzobispado de Sevilla, perteneciendo por sorteo a distintas secciones, sin apenas actividad reseñable, por lo que realmente se limitó a ir a la Villa y Corte y cobrar, pues era de una avaricia escandalosa. Por si ya despreciaba a su diócesis, al tener que ausentarse para acudir a las sesiones del Senado en Madrid,-aparte sus otras características-, se convirtió en un prelado bastante absentista, lejano y ajeno a la Realidad Católica de Andalucía. No en vano, fue casi un milagro que fuera llevado en visita pastoral a Villaralto en 1917 y que se hiciera en fechas muy cercanas una fotografía con un "sindicato agrario" plagado de señoritos rentistas que en su vida habían dado un palo al agua como se puede comprobar.
De acuerdo con el estudio de Manuel Nieto Cumplido, fue el autor de un completo inventario del patrimonio de la Diócesis, quizá el más detallado hasta la fecha, al emplear métodos sociológicos, pero lo hizo con idea de fiscalizar a la diócesis, que acabó aborreciéndole, como antes hizo la de León. No en vano, mantuvo a su cargo a un hermano canónigo-organista, a los otros dos curas prebendados suyos y a dos hermanas solteras, absolutamente improductivos y hasta gravosos para la diócesis. Tomando como referencia-y a pesar de la más que almibarada biografía publicada en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, y firmada por Cuenca Toribio- a varios estudiosos del personaje, eclesiólogos y contemporaneístas, "no fue un buen obispo para Córdoba, sino todo lo contrario a lo que Córdoba necesitaba en aquellos tiempos de la Crisis de la Restauración", motivo por el que su sucesor, el cántabro monseñor Adolfo Pérez Muñoz, tuvo trabajo más que de sobra.
Predecesor: José Proceso Pozuelo y Herrero |
Obispo de Córdoba 1913-1920 |
Sucesor: Adolfo Pérez Muñoz |
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