El siguiente texto, con ortografía actualizada, pertenece a Antonio Blázquez y fue editado por el Boletín de la Real Academia de la Historia española, y fechado el 15 de abril de 1914.[1]
D. Ángel Delgado, desde las ruinas de Cástulo, dirigió en 1 de enero del presente año una comunicación a nuestro querido Presidente, dando noticia de nuevos estudios de vías romanas, y especialmente de una de las que enlazaban a Cástulo con
Córdoba. En dicha comunicación expresa su creencia de que «la vía Hercúlea bajaba junto a la vía férrea, desde la estación de Baeza, dividiéndose en la Venta del Arco en dos: una, que con el nombre de Camino de los Romanos sigue por Espeluy y Villanueva de la Reina a
Porcuna, Santiago de Calatrava y
Castro del Río a las ruinas de lo que fue
Ulia, entre
Montemayor y
Fernán Núñez, empalmando con la vía romana de
Antequera, y juntas bajan cortando la carretera de
La Carlota a unirse al
camino de los aceiteros entre
Córdoba y
Écija, que es la vía Hercúlea, cuyo puente sobre el Guadalquivir encontró el 20 de octubre último entre el cortijo del Rubio en su linde con Majaneque y el
cortijo de la Veguilla en la margen izquierda del Betis, todos tres del término de Córdoba. Al hacer la vía férrea de Madrid a Córdoba aprovecharon la calzada para asiento de la línea desde el río Guadalquivir hasta la estación de Espeluy y echaron el camino de los romanos a la derecha, pero en el kilómetro 340 de la línea férrea, ]unto al disco en Espeluy del lado de Menjíbar, se notan vestigios de la calzada. En dicha venta del Arco, perpendicular al terraplén de la vía férrea, se nota en la vega del cortijo llamado «Las Pluelgas», el arranque de la otra calzada que, sin atravesar el
río Guadalquivir, cambia de rumbo a la margen derecha del Betis, cuando éste, que desde Menjíbar baja en dirección Sur Norte, toma la de Este a Oeste; atraviesa el
río Guadiel, el Rumblar y todos los ríos que van al Guadalquivir por esta margen (la derecha) hasta Córdoba, quedando puentes de la antigua vía, convertida hoy en su mayor parte en cordel de Merinas en el
río Jándula y todos los próximos a Córdoba, viniendo como dice Estrabón, cerca de la montaña. Esta es la vía Hercúlea que, atravesando por el Norte de Córdoba (tanto la ciudadela o colonia patricia como la ciudad occidental o la vieja de San Fernando), va a cortar el Guadalquivir por primera y única vez por el vado de los Aceiteros en Manjaneque y sigue por Septem Aras o Siete Torres (en La Carlota) á Cádiz. En la finca (olivar y cortijo) llamada «Las Huelgas», del término de Javalquinto, propiedad de D. Guillermo Cuartero, vecino de Menjíbar, a cuya finca pertenece hoy la Venta del Arco; en un cerro escarpado y divisorio de las aguas de los ríos Guadiel y Guadalquivir, en el mismo ángulo de desviación de éste último, donde deja de ser límite de la Bética este río; en la línea recta desde Osigi, se halla situado un torreón romano o prerromano de construcción fbrmácea y de la misma época y forma que el torreón de Santa Eufemia de estas ruinas de Cástulo, desde donde escribo, y para ser más idéntico conserva, como éste, una caverna abovedada de igual antigua construcción. Midiendo desde el puente de Rabanales en Córdoba las mielas de á 1.391 metros, nos dan á Cástulo 7 ó millas, o sean 105 kilómetros 716 metros, y al cerro de «Las Huelgas» 62 millas, que son las que marca el miliario encontrado, ó sean 82 kilómetros 242 metros; y de la Torre de Santa Eufemia, punto occidental de Cástulo a la expresada Torre de Las Huelgas, 19 kilómetros 474 metros. Cotéjese el itinerario de Antonino, que marca 78 millas de Córdoba a Cástulo por Épora; rebájense las dos millas de Rabanales a Córdoba, y tendremos 76 millas; y como el miliario de Rabanales nos marca de allí á Jano Augusto Ó2 millas, o sean 86.242 metros, quedan desde el hito o mojón divisorio de la Bética y la Tarraconense, dedicado a Jano Augusto, 14 millas, o sean 19 kilómetros 474 metros.» Pudiendo asegurarse, en opinión del Sr. Delgado, que «el templo de Jano, miliario Áureo especial de la Bética, estaba y se conserva, aunque ruinoso, en el cerro de «Las Huelgas» frente al kilómetro 304 de la carretera de Málaga a Bailén, marcado por el Instituto geográfico en la hoja de Linares; y quedando aclarado el punto dudoso que tanto preocupó a los arqueólogos cordobeses de los siglos XVI, XVII y XVIII, por no saber dónde colocar el templo de Jano cuando se encontraron los primeros miliarios al hacer las excavaciones para los cimientos del crucero de la catedral de Córdoba.» A estos datos y consideraciones añade, el Sr, Delgado, que la primera calzada de las que nombra, o sea la de
Porcuna, es la misma que hasta ahora por error sin duda de los copistas del itinerario se ha designado con los nombres fantásticos de
Calpurniana y
Urgaone, en lugar de
Castra Postumiana y
Obulcone (
Castro del Río y
Porcuna). Hace notar que ya el académico que tiene la honra de informar en este momento, cayó en la cuenta de que, o las millas estaban equivocadas, o lo estaban los nombres de las mansiones y tenían los trayectos más recorrido del que se suponía; y, por ultimo, dice que con sólo fijarse en lo que dice Estrabón, que este empalme o calzada nueva se hizo para que pasara por Obulcone, ya que la vía Hercúlea iba por la sierra, y, por consiguiente, a la margen derecha del Betis, y notar que el itinerario en el Alio itinere Cordubam Castulonen no nombra a la ciudad pontificense, debió notarse el error. El Sr. Delgado, que con constancia sin igual persigue la resolución de los problemas itinerarios de la España romana, aduce en ésta, como en otras ocasiones, nuevos datos que conviene tener en cuenta y sienta conclusiones no lejanas de la verdad, bien que sea preciso afirmarlas, robustecerlas o depurarlas para llegar al convencimiento de un modo indiscutible. Veamos ahora qué elementos pueden utilizarse para resolver el trazado de las dos vías que enlazaban Córdoba con Cástulo, y cuáles son los que dicho señor utiliza o emplea. En primer lugar, deben conocerse suficientemente los vestigios del camino para poderlos enlazar sin género de duda. En segundo lugar, conviene aportar los datos de reducción de poblaciones situadas sobre ellos. Toda la ribera del Guadalquivir estaba poblada de ciudades en la época romana, como lo prueba el hecho de encontrarse vestigios en la Ventosüla, término de Javalquinto; más abajo, en Santa Potenciana, donde en inscripciones, así como en las inmediatas aceñas de Beltrán, se leía el nombre de Iliturgi; después, en los Villares, inmensas ruinas al oriente de Andújar, y a distancia de una legua ruinas ceñidas por una muralla que en parte ha derribado el Guadalquivir, pero que seguían hasta el arroyo de Martín Gordo; más adelante, hasta el de Escobar, subiendo a Sierra Morena. Todo el espacio está cubierto de restos de ladrillos y tejas romanas, fragmentos de sepulcros y restos de muros de edificios; hay además vestigios de acueducto y alberca, ruinas de un castillo, unas cuevas, y la ermita de Nuestra Señora de los Santos se alza en medio de aquéllas. Ya cerca de
Marmolejo (a media legua) están las ruinas denominadas de San Julián, a un cuarto de legua de las de la Aragonesa o la Bretaña, y quizás otras (pues pudieron confundirse con alguna de éstas) que Cortés menciona (art. Sitia) diciendo, con referencia a la descripción que hizo el médico de Bujalance D.
Bernardino Muñoz, que estaban al lado derecho del Betis, en el despoblado de Cansinos, cuyas ruinas están indicando una ciudad fortificada romana y túrdula, añadiendo que en el mismo despoblado se halló una inscripción sepulcral del tiempo de los godos. También hay ruinas en Villafranca y en Alcolea. Por esta parte se conocen los vestigios de la calzada romana en el despoblado de los Villares, y ya cerca de Córdoba en el cortijo de Rabanales, donde se encontró el miliario núm. 02, a partir del Arco de Jano que cita el Sr. Delgado. En la orilla izquierda Máquiz, Los Barrios de Villanueva, Villa del Río, con puente romano, y Marmolejo, son sitios ocupados en otro tiempo por poblaciones, además de Arjona, Bujalance, Porcuna y otras varias. Por las inscripciones geográficas encontradas, pueden admitirse como localizadas Epora en Montoro o quizás al otro lado del río; Urgaona ó Virgaona en Arjona; Cástulo, que era el punto final de los dos caminos que estudiamos, en las inmensas ruinas que se conservan cerca de la estación de Baeza, en lo alto de un cerro, a cuyo pie pasa el río Guadalimar, bañando el molino de Cazlona, que ha conservado casi íntegro el primitivo nombre. De las demás tenemos lápidas de Iliturgi y de Isturgi al parecer, sin que de un modo cierto se pueda afirmar la procedencia de las inscripciones iliturgitanas, reconociéndose, sin embargo, que procedían de Santa Potenciana, cerca de las Cuevas de Lituergo, donde también se conserva el nombre antiguo de las minas, de las Aceñas y aun de los Villares. Los vestigios del camino no están tampoco suficientemente reconocidos; Alcolea y Villa del Río, con sus puentes, dan indicios importantes; cerca de Cástulo, de Menjíbar y Espeluy son visibles; en Los Barrios también hay otro trozo de camino, y en Los Villares de
Andújar se conocía la calzada. Esto es todo lo que se sabe con certeza. Las lecturas del Itinerario respecto de los dos caminos romanos, son las siguientes:
ítem a Corduba Castulone
Calpurniana, Calpurnía
Virgaone
Iliturgis, Uiturgis
Castulone
Alio itinere a Corduba Castulone
Epora
Uciense
Castulone
mpm
mpm
mpm
mpm
mpm
mpm
mpm
mpm
mpm
XCVIIII
XXV, XXVI
XX
XXIIII, XXXIIII
XX
LXXVIII sic
XXVIII
XVIII
XXXIÍ
De estas lecturas hay que desechar la de XXVI para Calpurnia o Calpurniana, porque impide la debida concordancia entre la suma y el total, pues sumarían los trayectos 90 ó IOO millas y no 99. También hay que rechazar la lectura de XXIIII para Iliturgis, pues resultarían $g millas en vez de 99. i\portados los elementos anteriores, veamos si coinciden con los del terreno, según los diversos trazados que se les asignan modernamente. El Sr. Saavedra supone que la vía que llama Hercúlea el Sr. Delgado iba por la derecha del Guadalquivir. También el Sr. Hübner señala vía probable por la orilla mencionada y coincide con estas opiniones la del Sr. Delgado. La diferencia estriba en que mientras los primeros sólo admiten para la longitud de la milla la de 1.481 metros, el Sr. Delgado opina que en
esta vía se empleó la milla de 1.381 metros, cuya existencia está, cumplidamente demostrada en otras vías españolas, y especialmente en el trayecto de Carmona a Córdoba de esta misma vía. Milla que me cupo el honor de descubrir, así como la de 1.666 metros. Para los que optan por el primer valor, el afirmar que la vía
recorría las inmediaciones del Guadalquivir por su orilla derecha, resulta una incongruencia, porque la longitud aproximada de la misma, ya que no conocemos la completamente exacta, no corresponde en manera alguna a sus cálculos. Tal incongruencia sólo puede explicarse por dos razones: 1ª. que en su tiempo se ignoraba la existencia de la milla de 1.391 metros; y 2ª. que no midieron la longitud del camino, o la midieron utilizando mapas muy defectuosos. La reducción del Sr. Delgado se aproxima a la verdad y quizás coincide con ella, pues la longitud de la vía, deducida de su trazado aproximado, es la correspondiente a la milla de 1.391 metros. Consecuencia de aquel error fue el de afirmar que Epora era Montoro, fundándose en que coincidían las distancias, pues esto no es cierto; las distancias a Montoro coinciden con el cómputo de 1.391 metros y no con el de 1.481. La posición de Ucia o Uciense no coincide tampoco con Marmolejo, y debió estar más al oriente, quizás en el sitio que señaló Cortés de Los Cansinos. Así el camino es posible. Existía en esta calzada una particular circunstancia demostrada por las inscripciones de los miliarios, y era la de que se contaban las millas desde el sitio en que junto al Guadalquivir partían límites la Bética y la Tarraconense. ¿Qué distancia había desde este punto a Cástulo, final de la vía en el registro Antoniniano? El Sr. Delgado hace un cálculo, y el cálculo está bien hecho en el supuesto, hasta ahora no discutido, de que el miliario de Rabanales se encontró a unos 7 kilómetros al Este de Córdoba; este miliario señalaba el núm. 02, y como los 7 kilómetros equivalen aproximadamente a cerca de 6 millas, hay que deducir que desde Córdoba al límite de la Bética la distancia contada por la vía era de 6 millas, y, por tanto, de 11 la de Cástulo a Arco de Jano. La última parte ya es de más exacta y fácil comprobación, pues disponemos de mapa detallado y sabemos que la vía iba al principio cerca del ferrocarril, después cerca del Guadalquivir; y conocemos también el sitio en que se alza todavía el Torreón de las Huelgas dibujado en el mapa del Instituto Geográfico. Pues bien, midiendo el trazado de la vía romana en este trayecto, da como longitud la de unos 15 kilómetros, equivalentes a poco más de 10 millas. Basta, pues, admitir que el miliario de Rabanales no se encontró en la misma casa de este nombre, sino dentro de la finca, pero 1.200 o 1.300 metros más próximo a Córdoba, para que la coincidencia de los datos pueda demostrarse. Esta vía [2] aparece también en las inscripciones de los vasos apolinares, pero con mayor detalle. Allí figura en la siguiente forma:
- Ad Decumo X
- Eporam XVII
- Ad Lucos XVIII
- Uciense XVIÍI
- Ad Noulas XIII
- Castulone XIX
- Ad Aras XIX
Yendo la vía por la orilla derecha del Betis, parece natural que las mansiones estuviesen en este mismo lado, y la actual Epora, hoy Montoro, se halla sobre la orilla izquierda. Por esto dijimos antes que podía localizarse, en Aíontoro ó en algún punto inmediato. Además de esto es preciso determinar la situación de Decumo ó Décimo, que, como su nombre indica, estaba á IO millas o 14 kilómetros de Córdoba. Por este dato puede calcularse que estaba cerca de Alcolea; Uciense junto á la desembocadura del río Jándula, y Noulas al NE. de Lituergo. Respecto de la otra vía, las dificultades son mucho mayores, pues debiendo dar por resuelta ia correspondencia de Urgao con Arjona (si bien Calpurnia coincidiría aproximadamente con Bujalance, en donde hasta ahora se han encontrado más restos romanos é inscripciones); en dirección á Cástulo las dificultades se hacen insuperables, pues reduciendo á Lituergo la antigua líiturgis, en vista de conservarse el nombre y haber ruinas, existe una considerable diferencia de longitud entre la distancia asignada en el Itinerario y la distancia real, diferencia que sólo podría salvarse admitiendo que había error en la longitud total y en las parciales del camino, lo que está fuera de la verosimilitud, aun cuando sea posible en la realidad. De no ser así, habrá que buscar otras posiciones para Calpurnia y Urgaona ó Virgaona. Por último, la determinación que juzgo acertada del Arco y Templo de Jano, a que hacen referencia las inscripciones números 4./OI y 4.721 de la obra de Hübner, en el Torreón de Las Huelgas, es punto interesante que debe completarse con la reproducción fotográfica de los restos del arco y con la exploración de las inmediaciones. En esta serie de tanteos pudiera incluirse la colocación de la mansión de Calpurniana cerca de Montiila, la de Virgaone cerca de la Torre de las Vírgenes, al NE. de
Castro del Río; e líiturgis cerca de las aceñas de Beltrán, en Lituergo, pero en comunicación con la orilla izquierda del Guadalquivir. En este caso las distancias coincidirían, siendo la única mansión, cuya situación habría que precisar, la de Calpurniana. En el cortijo de las Vírgenes se han hallado objetos y existen ruinas é inscripciones romanas, y su nombre pudiera ser transformación del Virgaone. Pero los fundamentos de estas localizaciones son muy débiles, y es preciso contenerse en límites prudenciales, dejando á nuevas investigaciones la resolución de estos problemas. Dos puntos toca en su trabajo el Sr. Delgado que conviene aclarar: el relativo á la vía Augusta que pasaba por Porcuna, denominada entonces Obulco, y el referente á la situación del puente romano de Córdoba. Respecto del primero, hay que hacer constar que la vía Augusta no podía coincidir con el camino que iba por Villanueva de la Reina, Porcuna, Torre de las Vírgenes, Castro del Río, etc., y la razón es clara. Estrabón, al hablar de la vía Augusta, dice que pasaba por Porcuna, y añade que desde allí á Córdoba medía unos 300 estadios, es decir, 3<S ó 39 millas, equivalentes á unos 53 kilómetros si la milla era de 1.391 metros, y a unos 58 kilómetros si se computaban a 1.481; pues bien, la línea recta de Porcuna a Córdoba mide unos 55, lo cual nos hace ver que este trayecto de la vía Augusta se apartaba muy poco de la distancia geográfica, de la cual se aleja mucho el trazado supuesto de
Porcuna,
Castro del Río, etc., y como también hay vestigios de camino romano cerca de aquella línea, debe admitirse que corresponden á la vía Augusta y que ésta era diferente de la que señala el Itinerario por Calpurniana, Virgaone é Iliturgís, debiendo unirse ambas en Porcuna, según los indicios. Además, el texto de Estrabón lo que dice es que en el campo espartario (cerca de Cartagena), y no en los campos andaluces, comienza á alejarse del mar. En cuanto al puente de Córdoba, que el Sr. Delgado sitúa aguas abajo del actual, negando que el hasta ahora conocido y estimado por heredero del romano haya existido en aquellos tiempos, necesítanse pruebas fehacientes que todavía no se han aportado. De todos modos, el Sr. Delgado ha contribuido una vez más a esclarecer cuestiones interesantes de Geografía histórica de nuestra patria, y por ello debe ser felicitado.
Madrid, 15 de abril de 1914.ANTONIO BLÁZQUEZ