Capilla Mayor
Las obras de la actual Capilla Mayor de la Mezquita Catedral de Córdoba se iniciaron en 1523, según reza una inscripción conservada en la escalera de acceso a las bóvedas, siendo obispo de Córdoba Don Alonso Manrique. Se eligió para su emplazamiento la zona central de las naves califales, encargándose de las obras el maestro Hernán Ruiz "el Viejo", al que sucedería en 1545 su hijo, Hernán Ruiz "el Joven". En una superficie rectangular de 75 metros de largo por 37,5 de ancho, se dispuso una planta de cruz latina de tres naves, con nártex a los pies y nave de transepto en la cabecera; la sacristía, que ocupa toda la cabecera, es de planta rectangular cubierta con bóveda de arista.
El presbiterio tiene bóveda de crucería decorada con tondos que lucen santos y apóstoles, y con ángeles en relieve portando instrumentos musicales y laudes marianos. La bóveda del crucero, apoyada sobre pechinas ornadas con niños atlantes, está decorada con representaciones de los Padres de la Iglesia y con un relieve de la Santísima Trinidad en el centro. Fue realizada en 1599 por Juan de Ochoa, siendo los relieves de Francisco Gutiérrez y estando datados en 1600. Los brazos del crucero lo hacen por crucería, siendo la del lado izquierdo obra de Hernán Ruiz "el Joven", y fechada en 1562.
La nave central se cubre por cañón rebajado con lunetos y es obra también de Juan de Ochoa, con decoración de Francisco Garrido siguiendo diseños atribuídos a Pablo de Céspedes; la zona central forma recuadros de estuco con relives de la Asunción de la Virgen a los Cielos, Dios Padre, y los Santos Acisclo y Victoria; los lunetos se decoran con figuras de Daniel, Samuel, David y Salomón, y con el escudo del obispo Reinoso, situándose en los ángulos las representaciones de la Fe, la Esperanza, la Caridad y la Fortaleza. Las naves laterales están formadas por cubiertas góticas, realizadas por Hernán Ruiz "el Viejo", que descienden en módulos de tres arcos califales; la nave central se separa de las laterales por arcos de medio punto trasdosados con otros apuntados y alfices, apoyados en pilares rectangulares y cegados por las capillas y el coro.
Desde el crucero se puede observar el testero que cierra la nave, trazado por Juan de Ochoa entre los años 1597 y 1601. Concebido como un retablo, pares de columnas sobre resaltos dividen el cuerpo en calles, estructurándose los intercolumnios a modo de pequeñas portadas. En la calle central hay un lienzo de la Anunciación, atribuible a Juan de Alfaro, flanqueado por otros dos con San Pedro y San Pablo, siendo éstos obras anónimas de mediados del siglo XVI. Por encima de ellos se ven dos tallas de San Agustín y Santo Tomás. El centro del segundo cuerpo muestra el escudo del mecenas de la obra, el obispo de Córdoba Don Juan de San Clemente y Torquemada, acompañado por lienzos de la Anunciación, la Inmaculada y la Aparición de la Virgen a San Felipe Neri. Todo este conjunto queda inscrito en un gran arco de medio punto, realizado por Hernán Ruiz "el Viejo", decorado con grutescos y esculturas de los Padres de la Iglesia con hornacinas que alojan figuras del Ángel y de la Virgen María.
El retablo mayor es una imponente obra marmórea realizada entre 1618 y 1628 y fue realizada con mármol procedente de Carcabuey. Fue trazada por Alonso Matías, que la dirigió hasta 1625, encargándose luego de la misma Juan de Aranda Salazar; el templete central quedó inconcluso hasta 1653, año en que fue terminado por Sebastián Vidal de acuerdo con los diseños y bocetos de su predecesor. La parte escultórica, realizada en 1626, se debió fundamentalmente a Pedro Freile de Guevara, colaborando también Matías Conrado y Juan Porras entre otros. El frontal de plata del altar se hizo en 1816 en los talleres Martínez de Madrid, por encargo del obispo Pedro Antonio Alcántara Trevilla.
El retablo mayor consta de banco, cuerpo tripartito de columnas estriadas y ático; la calle central aloja el templete manifestador y las laterales acogen sendos lienzos realizados en 1713 por Antonio Palomino, y representan a San Acisclo y a Santa Victoria, surmontados por frontones partidos con figuras alegóricas de la Religión y la Abundancia. La cornisa de separación tiene un frontón con figuras recostadas de la Fe y la Esperanza. El centro del ático lo ocupa el lienzo de la Asunción de la Virgen, flanqueado éste por los lienzos de San Pelagio y Santa Flora, coronados por frontoncillos donde se representan la Justicia y la Templanza. A la altura de las columnas figuran las imágenes de San Pedro y San Pablo.
Los muros laterales del presbiterio muestran arcos de medio punto decorados con el motivo de "galleta", propio de Hernán Ruiz "el Viejo"; por encima hay una inscripción que alude a la terminación de la obra siendo obispo de Córdoba Don Cristóbal de Rojas. En la parte superior se alza otro cuerpo, dispuesto a modo de retablo, con hueco central para vidriera y huecos laterales para colocar lienzos, que representan en ambos lados escenas relacionadas con el rey San Fernando, y fueron pintados en 1675 por Antonio García Reinoso. Las vidrieras corresponden al siglo XX y representan al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen.
El pilar central de la izquierda tiene un altar de mármol rojo con una talla de Santiago Matamoros, con inscripción relacionada con el obispo Mardones y la fecha de 1615. En el pilar opuesto se halla la figura orante del obispo Mardones, obra de Pedro Freile de Guevara de 1618. En el centro del presbiterio se ha colocado recientemente una mesa de altar decorada con placas de plata y madera, que fueron donadas en 1678 por Don Francisco Bañuelos. De la clave de bóveda pende la gran lámpara de plata donada por el obispo Don Cristóbal de Lovera y Torres en 1629 y realizada por el platero cordobés Martín Sánchez de la Cruz.
Los púlpitos, situados en el arco toral, fueron hechos en caoba procedente de América y mármol y fueron terminados en 1779 por el escultor francés Juan Miguel Verdiguier. En el de la izquierda aparecen los símbolos de los Evangelistas Lucas y Juan, y en el de la derecha los de San Mateo y San Marcos, labrados todos ellos en mármol. Los tornavoces se adornan con cortinajes talllados y rematan en figuras alegóricas de las virtudes. En los relieves de la tribuna se admite la colaboración de Alonso Gómez de Sandoval.
A la izquierda el muro frontero del crucero muestra dos arcos de medio punto con pilar central donde se halla la figura de San Jorge cobijada por un doselete que representa la Fortaleza, obra anónima de estética goticista. Por encima de la cornisa se aprecian tres vanos, el central cegado y decorado con una alegoría de la Virgen de la Oliva, realizada en el siglo XVII por el pintor Salmantino Piti. Los muros laterales presentan similar composición y se adornan con los lienzos que pintara en 1680 Juan de Alfaro para el Monumento del Jueves Santo. Fueron colocados en este lugar en 1987.
El testero del brazo derecho está compuesto de modo semejante, adornando el pilar las imágenes de San Sebastián y de la Fe. Hay además una alusión en una inscripción al comienzo de las obras en 1523, bajo el patrocinio del obispo Alonso Manrique, y a la terminación de las mismas en 1607 durante el episcopado del obispo fray Diego de Mardones. Por encima se repiten los vanos, apareciendo en el central un lienzo del siglo XVII pintado por Luís de Carvajal, representando a San Guillermo. Los otros lienzos pertenecieron también en su día al Monumento del Jueves Santo.
La leyenda del buey que reventó
Al púlpito catedralicio del lado del Evangelio, construído por el escultor francés Juan Miguel Verdiguier le nació una curiosa leyenda popular, que terminó por alcanzar un arraigo indiscutible entre la población. Aún hoy es relatada como curiosidad por los doctos o contada como verdad histórica por personas desconocedoras de la realidad.
Dice la vetusta leyenda que la imágen del toro del púlpito representa a un hermoso buey blanco que vivió en tiempos musulmanes (cuando se estaba construyendo la mezquita), y que su poderosa fuerza hizo que le obligaran a acarrear todas las columnas que se trajeron aquí para la obra. Fue tan enorme su esfuerzo, que al descargar la última columna cayó al suelo reventado, quedando muerto en el acto.
El legendario relato también alcanza a la imágen del águila del púlpito, donde es considerada como un ave carroñera que desciende de las alturas para apoderarse de las entrañas del noble animal fallecido.
Bibliografía
- VV.AA. Guía artística de la provincia de Córdoba. El Grupo Arca. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. 1995.
- Salcedo Hierro, Miguel. La Mezquita, Catedral de Córdoba. Publicaciones de la Obra Social y Cultural de Cajasur. Córdoba. 2000.
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