Castillo de Miramontes

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Castillo situado en la localidad de Santa Eufemia al que se accede por la calle Calvario.

Situado en la cima de la Sierra de Santa Eufemia, a 823 metros de altura en un escarpado risco granítico, se erige el Castillo de Miramontes. Esta ubicación privilegiada le otorga una posición casi inexpugnable y le permite dominar el paisaje circundante, incluyendo vistas a los Montes de Toledo y a parte de la sierra de Sevilla, así como a otras fortalezas, como la de Madroñiz. Es por esto que también es conocido como Miramontes.

El historiador Ramírez y las Casas-Deza lo describe de la siguiente manera: "El llamado Castillo de Miramontes se localiza en el punto más alto de la sierra, a media legua del núcleo poblacional más cercano, accesible únicamente por dos caminos igualmente ásperos y difíciles. De planta cuadrada, conserva en pie las murallas orientadas hacia las casas de la Zarza al oeste-noroeste, mientras que las murallas que miran hacia la villa están en ruinas. A la derecha de su entrada se alza una robusta torre de 66 pies conocida como la Torre de la Cárcel, y en la plaza de armas aún se encuentra un aljibe, aunque deteriorado, que conserva agua durante todo el año".

La fortificación original podría datar de la época romana, diseñada como un punto de defensa del territorio y sus rutas de comunicación, destacando la antigua "vía del azogue". No obstante, la estructura que prevalece hoy día fue construida en el siglo XI, bajo la influencia almorávide o almohade.

El análisis de Castejón nos aporta otra perspectiva: "Considero que, por su diseño general y los detalles de su construcción, estamos ante una obra mudéjar o morisca de finales del siglo XIII, típica de la región en ese periodo. Aunque presenta características más cristianas que árabes, fue Hernán Díaz de Carrillo, designado por el cabildo de Córdoba para proteger la comarca, quien finalmente se estableció como señor y fundador de un mayorazgo en la zona".

Historia

Mediaba el siglo XII cuando treinta caballeros italianos de Calabria, a las órdenes del rey Alfonso VII conquistaron a los moros un castillo denominado Sant Quniyah o San Fumiyah, si nos atenemos a la información que aporta el célebre geógrafo árabe Idrisi. El caso es que los cristianos le dieron el nombre de Santofimia o Santa Eufemia, que es como se conoce desde entonces a la población que surgió a los pies de tan imponente atalaya. En los años siguientes el más absoluto silencio histórico rodea al castillo de Santa Eufemia, enclavado en un territorio despoblado que perteneció a la cora de Flash al Ballut (“Llano de las Bellotas” para los árabes), hasta que Fernando III lo conquista definitivamente y lo dona a la ciudad de Córdoba.

Descripción del castillo

El castillo está construido con tapial revestido de mampostería unida con mortero de cal y arena, y en ciertas áreas reforzado con ladrillo. Su planta es irregular, adaptándose a la topografía del terreno. Aunque la mayoría de sus torres defensivas han sido destruidas, aún se conserva la Torre del Homenaje, accesible a través de un arco de herradura desde el adarve. En el patio de armas, se pueden observar los restos de un aljibe que originalmente estaba cubierto por una bóveda de ladrillo y, según sugiere Castejón, posibles vestigios de una construcción árabe temprana que podría haber funcionado como atalaya o torre vigía.

El señorío de Santa Eufemia

Durante la segunda mitad del siglo XIII este lugar es reino de maleantes y salteadores. Así que Sancho IV “EL Bravo” entrega estos terrenos a Don Fernando Díaz Carrillo, que será el primer Señor de Santa Eufemia, con la intención de que reconstruya el castillo y ponga fin a los desmanes de los “golfines”, como eran conocidos estos salteadores de caminos, que controlaban una de las rutas más importantes de comunicación entre Castilla y Andalucía.

Pero el proverbial aislamiento de esta comarca facilitó los desmanes expansionistas del señorío de Santa Eufemia, que incluía las poblaciones de El Viso, El Guijo y Torrefranca; aunque llegó a controlar temporalmente Torremilano, Villaralto, Alcaracejos y Pedroche.

Tuvieron que intervenir los Reyes Católicos y mandaron desmantelar la fortaleza de Miramontes, para de este modo frenar el ansia expansionista de los Mejía Carrillo, belicosa dinastía que ostentó el señorío de Santa Eufemia durante el siglo XV. A pesar de los picos y los mazos de los grandes señores castellanos que cumplieron la sentencia, aún se conservan imnportantes restos de esta fortaleza, como la torre del Homenaje, un espacioso aljibe, y abundantes despojos de la resistencia de los señores y sirvientes.

En el año 1478 el castillo es destruido por orden de los Reyes Católicos como castigo por los excesos del señor de Santa Eufemia, Gonzalo Mejía II.

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