Francisco de Sales Ramírez y Gámiz

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Francisco de Sales Ramírez y Gámiz, sacerdote, nace en Córdoba en el año 1761, y fallece ahorcado el 15 de septiembre de 1810.

Don Francisco de Sales Ramírez, sacerdote ejecutado por Godinot[1]

En el centro de esta capilla se ve una hermosa lápida de mármol azul, con que el erudito escritor don Luis María Ramírez de las Casas Deza ha honrado la memoria de su señor tío, el virtuoso sacerdote don Francisco de Sales Ramírez y Gámiz, víctima del despótico y cruel General Godinot, jefe de la división francesa que ocupaba esta ciudad en el año 1810. Este asesinato -no otro nombre merece-ocurrió acompañado de tales circunstancias que no podemos prescindir de contarlo a nuestros lectores.
Hacia los años de 1766 vivía en Córdoba un ilustre y honrado matrimonio llamado don Luis Ramírez y Cándenas y doña Apolonia Antonia Gámiz, quienes tenían un hijo de cinco años, tan falto de la facultad del habla que temían, con razón, el verlo completamente mudo.
''Un día de los muchos en que la gente iba de paseo al Campo de la Verdad entraron en la ermita del Santísimo Cristo de las Ánimas, y viendo la multitud de tablillas con exvotos o milagros allí colgados ofrecieron a la venerada imagen que si su hijo hablaba lo dedicarían al servicio de la iglesia, celebrando en aquélla su primera misa. Tan naturales deseos viéronse bien pronto realizados, y los agradecidos padres perpetuaron tan señalado favor en un cuadro, allí existente, distinguiéndose entre los demás por sus dimensiones, pintura y marco. El carácter dócil del joven Ramírez completó la ofrenda, y en edad competente celebró su primera misa en la ermita del Cristo de las Ánimas, año 1785.
Cuando la invasión de los franceses contaba don Francisco de Sales Ramírez unos cincuenta años y muchas y merecidas simpatías. La noticia de que las partidas formadas en Lucena en favor de la independencia española se dirigían a esta ciudad tenía a los cordobeses con un comprimido júbilo que avivaba más y más la esperanza de verse libres de los opresores.
Era la mañana del día 15 de septiembre de 1810 cuando don Francisco se encontró en la Calle del Pilero con una monja exclaustrada de uno de los conventos, a favor de la autorización dada por los franceses. Paráronse a hablar y, fiado de la confianza que con ella tenía, le dio la noticia de la venida de fuerzas españolas, recelando el que la hiciesen tornar a la clausura. Temerosa aquélla de volver a su convento pasó a seguida a ver al general Godinot, que habitaba en las casas de los marqueses de Villaverde, rogándole la permitiera marcharse con la división francesa.
Sorprendiole a aquél la visita y, deseando no se propalasen noticias semejantes y de que el pánico cundiera entre los cordobeses, la obligó a delatar a don Francisco de Sales Ramírez, a quien en seguida fueron a buscar a su casa, número 1 de la calle de Pedregosa. Llegó a presencia de aquel tigre y, lejos de negar la noticia, confesó lo que había oído y dicho, que no otra cosa podía manifestar un sacerdote tan virtuoso y puntual en el cumplimiento de sus deberes. Furioso Godinot, llamó a uno de sus ayudantes, a quien dio esta terrible orden: "Conducidlo al principal, y que tal como está, hasta con el sombrero de teja, sea inmediatamente ahorcado en medio de la Corredera".
Obedeció el ayudante, llevando a aquel desgraciado al cuartel, hoy sombrerería de los señores Sánchez y compañía, en cuya puerta lo tuvieron sentado en un banquillo mientras preparaban el patíbulo, no pasando una hora cuando se había cumplido tan inhumana sentencia; tanto, que llegada la noticia de ello al Obispo don Pedro Alcántara Trevilla, se subió en el coche para ver si lograba se revocase la orden, y al llegar a la Cruz del Rastro oyó la campana de San Pedro que tocaba la agonía. A más de esto se mandó poner sobre la puerta de la morada del desgraciado don Francisco una inscripción diciendo su castigo, no efectuándose a ruego de la familia, que lo juzgó deshonroso, cuando después se hubiera considerado como un timbre de gloria.
Godinot dio también su orden por escrito, que impresa hizo fijar en todos los sitios más públicos de Córdoba. Su texto era el siguiente:
Gobierno general de los Reinos de Córdoba y Jaen. El nombrado Francisco Ramírez, presbítero, será ahorcado al instante por haber esparcido en la ciudad de Córdoba la voz de que los insurgentes debían entrar aquí mañana, y que se habían pedido raciones para ellos. Algunos otros individuos difunden rumores subversivos: guárdense de esperimentar igual desgraciada suerte. Ya que el modo suave con que he gobernado hasta ahora, no ha podido atraer los ánimos al conocimiento de sus propios intereses, emplearé contra los perturbadores del sosiego público toda la severidad de mis facultades. Si los insurgentes se aproximasen á la ciudad, tengo medios conque combatirlos y vencerlos. Queda á cargo de los Magistrados de esta ciudad hacer publicar esta órden que se circulará á toda la provincia de Córdoba.
Fecho en el palacio del Gobierno general de los Reinos de Córdoba y Jaén, á 15 de Setiembre de 1810.- El Gobernador general. Baron de Godinot.


Referencias

  1. RAMÍREZ DE ARELLANO, T. Paseo 5. Barrio de San Pedro. Disponible en Internet

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