Aquellos nuevos navegantes del Guadalquivir (1961)

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Los navegantes a su salida de Córdoba
Aquellos modernos navegantes del Guadalquivir


Como si fueran unos navegantes oceánicos, cinco cordobeses emprendieron el descenso del Guadalquivir hasta Sevilla.

Comenzó la aventura el 18 de julio de 1961 a las diez de la mañana junto al molino de San Antonio, donde tenían anclado el “navío” llamado “El Cordobés”. Se trataba de una barca de dos metros y medio de larga por uno y medio de ancha, movida por dos remos, cuyo peso era de doscientos kilos, construída por ellos mismos. Llevaba instalado un mástil con una pequeña vela con el título de “Coca Cola” y una banderola de España. El costo total de la operación fue 4.000 “rubias”, (pesetas) que fueron sufragadas por ellos, sin ayuda por parte de ninguna marca comercial u organismo oficial. Su objetivo era el llegar la ciudad hispalense tras un recorrido 230 kilómetro en cuatro días.

Su avituallamiento consistía en viandas y enseres de cocina; unas cañas de pescar; un carburo como lámpara; una lata de petróleo y tres garrafas, cuya capacidad eran de cuatro arrobas, que bautizaron como “bidones de bencina”, o mejor dicho, “mollate” de “24” procedente de una prestigiosa bodega de Montilla. No faltó entre los útiles la guitarra, dando que el “capitán” se arrancaba por “soleares” y “serranas” para animar y deleitar a la tripulación “marinera” en los momentos bajos.

Antes de su partida los cinco marineros, simulando a los descubridores colombinos, oyeron misa en la iglesia de San José y Espíritu Santo, parroquia del barrio del Campo de la Verdad, cuyo párroco, don Antonio Gómez Aguilar le dio todas las bendiciones necesarias para tan arriesgada empresa, incluyendo el “hisopazo” a la embarcación. Alguien comentó: -Con tanto aparato religioso, seguro que descubren un Nuevo Mundo. Otro dijo: -Con tanta alegría y casticismo cordobés, seguro que sí. Fueron despedido los exploradores acuáticos por los familiares, (algunos de ellos con lágrimas en los ojos, como si fueran a la guerra) por los vecinos del barrio y compañeros de trabajo, siendo vitoreados hasta perderse en los meandros del Betis.

Cuatro de ellos eran empleados de la Compañía Sevillana de Electricidad, y el quinto Rafael, un vecino del Campo de Verdad experto en el manejo de remos y timón de la barca, además de ser un gran conocedor del Río Grande. Sus nombres eran: Francisco Fernández Latorre, como “capitán”; José González Nieto, como vigía; José Coca Criado, de “ranchero”; Bernardo Bueno González, ayudante de todo y en el “timón” Rafael Moto Castro. En los remos, “lo que se dice remos” todos se alternaban cada dos horas, no existiendo privilegio ninguno para los más débiles. Mientras, los demás “marineros” descansaban o hablan de cosas cotidianas, fútbol o contando “chistes” o “chusmeterías” (dentro de un orden llevado por el “capitán”) evocadas más bien como consecuencia del calor reinante y también -por qué no decirlo- por los efectos emergentes de los efluvios de “Baco”. Parecían estos aventureros semejantes al famoso Don Quijote por su locura y por habérsele secado los sesos, no de tanto leer, sino de tanta “bencina” como bebieron en todo el recorrido.

Fueron vistos por los diferentes pueblos por donde pasa el río, como: Almodóvar del Río y Posadas, en cuyos entornos, se oían sones de guitarra y varias “cantiñas”. El público le agasajó con grandes muestras alegría, dándoles ánimo para seguir en tan gran proeza. Les ofrecían frutos de la tierra y ellos lo agradecían como si fueran “grandes campeones”. Pararon en el pueblo sevillano de Peñaflor para repostar, pues los bidones estaban agotados de “combustible”. Con razón alguno dijo antes de partir: -Tres bidones son poco para el viaje, pues el “gaznate” hay que remojarlo continuamente por el calor que hace. Por segunda vez repostaron “bencina” en Castillana, por lo que se deduce, que sus cuerpos ingirieron doce arrobas de “combustible” en la semana que duró la aventura. En Lora del Río, tuvieron un gran recibimiento; medio pueblo fue a ver a los insignes miembros de la “marina guadalquiveña” a su paso para las “Américas”. De la misma forma eran recibidos con vítores en todos los saltos hidráulicos donde había compañeros de Sevillana.

Los inconvenientes de la navegación pronto llegaron, sobre todo en el trayecto de entre Posadas y Hornachuelos, debido a que existían unos rápidos donde la barca tomó una velocidad de 40 kilómetros por hora, pero la astucia y destreza del Rafael el “timonel” fue fundamental para que no fueran engullidos por un remolino o chocaran con un saliente. Otro inconveniente fue entre [:Sevillapedia:Cantillana|Cantillana] y Alcalá del Río, en cuyo trayecto, el río se remansa y apenas tiene caudal y fondo; para salvar este obstáculo, tuvieron que tirar del “navío” con un “cabo marinero”. Esta distancia fue la que más tiempo le llevó, retrasando en tres días la llegada prevista. Igualmente en la entrada Alcalá de Río, donde existe un salto de gran altura, tuvieron que salvarlo mediante una operación verdaderamente heroica, ya que cargaron la barca a hombros y anduvieron con ella por cerros como un centenar de metros para bajarla de nuevamente al cauce del río. Pero el inconveniente que estuvo a punto de dar al traste con esta “operación marítima” estuvo en la avería de la “navío”, ya que se derramó petróleo en el suelo y empezó a desprenderse el alquitrán de los maderos. Este contratiempo “maero” no perturbó su ánimo, sino al contrario, acoplaron fuerza y acometieron la reparación en plena navegación. Acto heroico que le permitía seguir pensando en el triunfo. En muchos momentos tenían que parar, pues las fuerzas estaban exhaustas, debido especialmente por y el calor; por el grado de alta humedad y por tener el viento en contra, cosa que hacía casi imposible en continuar. Para colmo, no podían dormir de noche en la orilla del río por la cantidad de ratas que como perros acudían a la barca al olor de las viandas, con la molestia añadida de tener que descansar con el carburo encendido toda la noche, cosa que en parte el vino bien, pues cogieron algunas ranas o sapos.

Llegaron los “descubridores” al final del trayecto con 10 kilos menos cada uno, desgreñados y con unas espesas barbas, que hacían semejanza aquellos grandes héroes que volvieron de dar la vuelta al mundo, cuyo capitán fue el Elcano. Eso sí, con la diferencia con éstos de no haberles faltado las viandas y sobre todo el “mollate”. No padecieron ninguna enfermedad, salvo alguna insolación, que según ellos, se curaba con el bálsamo montillano… También se produjo una alucinación en forma de espejismo. Relataba el “capitán” lo siguiente al respecto: -Estando yo remando tan tranquilo, cuando vi frente mí a una inmensidad de agua que parecía un océano. Empecé a dar voces como un loco, al ver los “marineros” la impostura, tuvieron la osadía de “cachondearse” de mi autoridad echándome dos cubetazos de agua por la cabeza, y así pude comprobar que navegábamos junto a la orilla del río. Concluía: -Qué cosas pasa en alta mar... El único accidente, lo tuvo el simpático “Coca”, que perdió unas botas nuevas que le había comprado antes de partir su esposa Gloria Antibón García-Sotoca. Por cierto, “El Coca” demostró ser un gran experto a la hora de preparar el “condumio”.

Todo tiene su final, y por fin en la víspera del Apóstol Santiago con tres días de retraso sobre el tiempo previsto, fue avistado “El Cordobés” a lo lejos, cuando la bandera española del mástil ondeaba muy cerca del Puente Pañoleta, todo indicaba que habían llegado a Sevilla.

Se vieron desde lejos ondear varios pañuelos como señal de triunfo y seguidamente fueron recibidos los “héroes marineros”, en el puerto de la ciudad de la Giralda en el lugar llamado de la Barqueta, por sus familiares, compañeros, afiliados a un club de natación, periodistas de la prensa y la radio, más una banda de musical de aficionados. Todo fueron vítores, aplausos, abrazos, y llantos de alegría.

La vuelta a Córdoba de los cinco “navegantes” se realizó el 26 de julio en el tren expreso Sevilla-Barcelona (llamado el Catalán) a las nueve de la noche. En la estación ferroviaria fueron recibidos por familiares, amigos y compañeros, dándoles aplausos y grandes muestras de cariño. En días posteriores se le dio un homenaje popular por todos aquellos que convivían de cualquier forma con estos héroes olvidados de Córdoba.

Al cumplirse en este mes de julio los cincuenta años de aquella hazaña, es grato dar un reconocimiento aquellos castizos héroes cordobeses que quisieron simular en el siglo XX, las peripecias de los descubridores de América. Cosa curiosa, tuvieron el reconocimiento del pueblo llano y de la prensa, no así, de las autoridades que apenas se hicieron eco de semejante aventura.

Testimonios

  • Un vejete que presenciaba el desembarco dijo: -¿Será posible? ¿Pero es posible? ¡Más de doscientos kilómetros a puro remo, a pleno sol y con evaporaciones del agua..! ¡No, no puede ser verdad¡ Yo que soy de Sevilla, en mi vida he visto cosa semejante.
  • Un aficionado a los toros comentó en la toma de tierra de los “marineros”: -Estos tienen la misma vergüenza torera que su paisano “Manolete” . Aquél que todas las tardes se jugaba su vida. Son igual, pues se han expuesto a increíble peligros, con la cantidad de rápidos, saltos y malezas que tiene el Guadalquivir hasta llegar aquí...
  • Preguntado Francisco el “capitán”, si volverían realizar la proeza, dijo: -Ni aunque nos pagaran con “oro mol...” Ahora comprendemos los sufrimientos que pasaron los navegantes que descubrieron y conquistaron el Nuevo Mundo.
  • El buen amigo “Coca” siempre dicharachero alardeaba de su aventura diciendo: -Fuimos unos auténtico “marineros de agua dulce”... Aquello, lo superamos gracias al combustible de “bencina” que nunca faltaba. Eso sí, fuimos muy formales y a bordo no se bebía nada...
  • Alguien comentó en la prensa, en razón a cierta indiferencia por parte de alguna élite local hacia estos castizos cordobeses: - No ha sido la travesía del Canal de Mancha, pero tiene un mérito indescriptible... Seamos justos y nobles en la apreciación.


  • Dieron noticias de esta proeza “marinera” los siguientes periódicos: Diario de Córdoba; “Sevilla”; “Correo de Andalucía”; “Informaciones” de Madrid; “Ayer” de Jerez de la Frontera; "Odiel" de Huelva; “Diario de Cádiz”' y otros muchos, así como un número importante de Emisoras de Radio.

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