Bernardo Alba Romero

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Bernardo Alba Romero nace en Montoro en 1855 y falleció en Córdoba en 1917.

Los comienzos y el primer desarrollo de la industrialización de Andalucía se debieron a hombres emprendedores, con enorme capacidad de trabajo y poseídos del espíritu de progreso, hombres que abundaron en España en la segunda mitad del siglo XIX y en el primer tercio del XX.

Entre los múltiples nombres que pueden aducirse conviene señalar el de Alba Romero, fundador de una empresa y padre de una dinastía de industriales del hierro,"Fundiciones Alba", que duró tres generaciones y que, como tantas otras, fue barrida tras la 2ª Guerra Mundial ante el empuje de las nuevas tecnologías.

Datos biográficos

Hijo y hermano de herreros, se traslada pronto a Córdoba donde comienza a trabajar como obrero en una fábrica de jabones que había en la Avenida de las Ollerías, entonces extramuros de la ciudad. En el año 1886, la transforma en una fundición donde él es el herrero mientras su esposa, Francisca Pulido Díaz, le ayuda moviendo el fuelle de la fragua. Con la tenacidad de su trabajo va haciéndola prosperar hasta que la convierte en una gran fundición que llega a ser de las mejores equipadas de España, con más de 50 obreros y un valioso e imaginativo director técnico, Pedro Font.

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La empresa se diversifica y con la maquinaria que produce instala fábricas de aceite en toda Andalucía, en Extremadura y en Cataluña. Señalemos de la factoría de Córdoba la fabricación de maquinaria de todo tipo. Principalmente, como ya se ha indicado, la encaminada a la explotación más racional del olivo y de la vid. Pero también trabaja el hierro dedicado a la construcción de casas y de talleres, armazones y máquinas necesarios para la explotación minera y para la industria del papel, sin olvidar las aplicaciones domésticas de los enseres de hierro.

Manifiesta su espíritu emprendedor el que su empresa fuera también lo que hoy llamamos oficina de proyectos, pues en ella se hicieron los planos y se estudiaron los proyectos de nuevas empresas que le encargaban. En forma parecida, aunque en menor escala, sus hermanos Andrés y Pedro erigieron fundiciones en Montilla y Pozoblanco respectivamente, donde el nombre Alba quedó también vinculado a las industrias del hierro.

En 1916 traspasa a su hijo Bernardo Alba Pulido el dominio y continuación de la empresa, la cual, tras tener una forzada época de florecimiento durante la Guerra Civil, dura hasta 1979.

Las ruinas de la fábrica, que estuvieron en pie hasta los años 90, fueron un símbolo, algo nostálgico, de un impulso industrializador; impulso que en los finales del siglo XX sufrió sustanciales transformaciones no siempre positivas.

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