Eusebio Fernández Hernández
Nace en Fuensanta de Martos (Jaén) en 1894 de profesión Policía de Vigilancia llamado también Policía Secreta.
Estuvo destinado en la plantilla de este cuerpo en Córdoba durante la II República, siendo una persona muy querida por sus ideas republicanas; llegó a tener amistades con políticos del Frente Popular, como Antonio Jaén Morente y alcanzó a ser agente de vigilancia personal del alcalde Manuel Sánchez Badajoz,
En las investigaciones de los hechos ocurridos en la jornada del 18 de julio de 1936 lo dan como posible agente de Policia de Vigilancia que estando de servicio en Telefónica, interceptó a las 14.30 la llamada de Queipo de Llano hizo a Ciriaco Cascajo donde que le comunicaba el éxito del levantamiento en Sevilla y le instaba que declarara el bando de guerra en Córdoba. En la conversación le expuso Queipo que entre los objetivos prioritarios estaba la toma de la Emira local. Inmediatamente el policía de vigilancia puso este hecho en conocimiento del Gobernador Civil y Casa del Pueblo.
En la misma tarde siendo Eusebio leal al gobierno, y viendo la inacción del Gobernador Civil Antonio Rodríguez de León, tomó la decisión, con ayuda de dos maestros nacionales y un ferroviario, de incautar la emisora de Radio Córdoba en nombre de la legalidad, pero al exigírsele la autorización gubernativa tuvo que desistir, hecho demostrativo de que no actuó con violencia. Poco tiempo después, de manera ilegal, fue ocupada dicha emisora por los alcistas.
Hay varias versiones de su desaparición en los acontecimientos de aquel día. La primera que huyó de Córdoba para volver en meses posteriores con objeto de cumplir una misión a favor del gobierno republicano; la segunda, que se ocultó desde el primer momento en casa de un cuñado. Sea cual fuera, la realidad es que fue detenido el 5 de octubre de 1936, bajo el terror de Don Bruno, y según algún comentario por un chivatazo.
La prensa de aquellos días exponía que fue detenido como consecuencia de una exhaustiva búsqueda policial tras muy diversos registros domiciliarios, pues tenían noticias que un exmiembro del cuerpo había llegado de forma clandestina a Córdoba como espía. Su detención fue aireada en toda la prensa exponiéndolo como un “espía y exagente marxista peligrosísimo, hombre confianza del Hijo Maldito, Antonio Jaén Morente”.
- Se le hizo Consejo de Guerra sumarísimo, siendo condenado como “Traidor a la Patria”, llegado a ser ejecutado mediante fusilamiento en la Huerta de la Veterinaria el 10 de octubre de 1936. El pelotón de fusilamiento estuvo compuesto por miembros de la Guardia Civil, Guardia de Asalto, Falange Española y Batallón de Voluntarios. En dicha ejecución estuvo presente el Jefe de Orden Público Don Bruno, su ayudante y toda la plantilla de policías de Vigilancia. Cuando se confirmó su fallecimiento todos desfilaron ante el cadáver como medida precautoria y disciplinante. Igualmente la noticia fue muy difundida por la prensa.
Esta ejecución y otras que don Bruno la consideraba de cierta solemnidad las realizaban en los patios de los cuarteles del Marrubial o Intendencia al hilo del medio dia y ante al presencia de él mismo. Era acompañado de su ayudante y de dos miembros muy conocidos del clero cordobes como Alfonso Hidalgo Real y el Fray Jacinto de Chucena. Después de dar el tiro de gracia la tropa desfilaba ante el cadáver. Fueron los caso del militar retirado Ricardo Cervantes Díaz, del alférez Emilio Monteagudo Gallego, y del sargento Fabíán Rodríguez de la Llave ambos de la Guardia Civil. El caso del capitán de la Guardia de Asalto Manuel Tarazona Anaya fue el precedente de los fusilamientos a personal con rango militar realizados en el primer periodo represivo de agosto.
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