Historia de Espejo

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PREHISTORIA

Se conoce muy poco, por el momento, sobre la Prehistoria del término de Espejo. Tan solo se han encontrado piezas de piedra pulimentada, que pueden ser indicativo de la existencia de algún núcleo de población, tal vez del inicio de la Edad de los Metales.

Vista panorámica desde arriba de Espejo, Córdoba

HISTORIA

Escudo de Espejo

En el solar de Espejo se asentó, durante las épocas íbero-turdetana y romana, la ciudad de Ucubi, de gran importancia debido a su emplazamiento estratégico. Se ha tenido conocimiento recientemente de la existencia de un recinto fortificado, ubicado en el Cerro de la Pontanilla. El abastecimiento hidráulico de la colonia se lograba mediante un acueducto cuyos vestigios se localizan en terrenos de Nueva Carteya, Castro del Río y Espejo. También se localizan numerosas cisternas o depósitos en algunos puntos de la actual ciudad. Mencionar la construcción romana en sillería de El Aljibe de carácter cultual a poco más de un kilómetro de Espejo. Recientemente se ha encontrado otra Aljibe en perfectas condiciones junto a la Fuente de la Fuensanta, donde hubo una ermita-satuario a la misma advocación mariana, por lo que cabe pensar que fue la continuación de un antiguo santuario romano. Dado el gran número de fuentes similares alrededor de la población, cabe pensar que podrían encontrarse más monumentos de este tipo.

La población íbera asentada en estas tierras con el nombre de Ucubi fue ocupada por los romanos, que le cambiaron el nombre por el de Attubi. Desde el siglo xvi los arqueólogos vienen interesándose por tan glorioso pasado romano, a partir de las inscripciones descubiertas en su término. Durante la batalla de Munda, entre Julio César y Pompeyo, prestó su apoyo a César, que la recompensó haciéndola colonia inmune y añadiendo al nombre de la colonia su propio nombre anteponiéndole Claritas Julia. De Ucubi, Espejo, procedía la familia paterna del emperador romano Marco Aurelio, nacido el 26 de abril del año 121.

Bajo el poder musulmán —luego del dominio visigodo— muda Ucubi, o su latinizado Attubi, su nombre por el de Al-calá, topónimo árabe alusivo a la fortaleza que coronaba este asentamiento. Más tarde, sobre las torres derruidas conocidas como Torres de Pay Arias, un descendiente de dicha familia, Pay Arias de Castro, propietario de aquella heredad, levanta un castillo a finales del siglo XIII.

En 1303, Fernando IV le concede el privilegio de repoblación de aquel lugar, que por voluntad real pasará a denominarse Espejo

EDAD ANTIGUA

Castillo gótico de Espejo, Córdoba

Espejo hunde sus raíces en las páginas más profundas de nuestra historia. El antecedente más remoto de la población actual es Ucubi, ciudad ibero-turdetana a la que Julio César, tras la contienda civil, en el año 45 a. C., le concede la categoría de colonia romana con el nombre de Colonia Claritas Iulia Ucubi. Al mismo tiempo, y como premio a su fidelidad a César, los ucubitanos – al igual que muchos legionarios recién licenciados tras la batalla de Munda, que fueron instalados en esta colonia- recibieron lotes de tierras, algunas de ellas muy alejadas de este lugar, pues a través de inscripciones procedentes de Valdecaballeros (Badajoz), se sabe que en la actual Extremadura los colonos ucubitanos poseían terrenos comunales que destinaban a bosques y pastos.

En definitiva, la ayuda que los ucubitanos prestan al bando cesariano en su lucha contra Pompeyo, vino a determinar que un simple oppidum o poblado fortificado, como era en realidad la antigua Ucubi, pasara a convertirse en una de las ocho colonias de la Baetica romana, con lo cual sus habitantes pasarían a ser considerados ciudadanos romanos con todos los derechos y exenciones de impuestos inherentes a dicha condición. Se trata de una población inserta en el Conventus Astigitanus, con capital en Astigi (Écija), que era una de las circunscripciones judiciales en que se dividió la provincia Baetica Fue precisamente en este solar, la colonia Claritas Iulia Ucubi, donde tuvieron sus ancestros los ascendientes del emperador Marco Aurelio, pues su abuelo Marcus. Annius Verus, que fue tres veces cónsul en Roma, era oriundo de aquella población.

EDAD MEDIA

Tras el dominio visigodo, muda Ucubi su nombre por el de Al-calá, topónimo árabe alusivo a la fortaleza que coronaba este asentamiento bajo el poder musulmán. Con el tiempo el lugar queda despoblado y convertido en una heredad particular, que hacia 1260 (cuarenta años después de la conquista cristiana por Fernando III) pertenecía a los Pay Arias, y en donde existían unas torres derruidas conocidas como Torres de Pay Arias. Sobre ellas, Pay Arias de Castro, descendiente de aquella familia y destacado miembro de la nobleza cordobesa de su época, levanta un castillo a finales del siglo XIII y más tarde, en 1303, Fernando IV, le concede el privilegio de repoblación de aquel lugar, que por voluntad real pasará a denominarse Espejo: “… y porque el su castiello a que solian desir ALCALA a quien nos tovimos por bien mudar el nombre y quel digan ESPEIO”. Un año después, el mismo monarca otorga a Pay Arias de Castro el señorío de Espejo, con una extensión de una legua alrededor del castillo (algo más de 95 km2).

Por último, Pay Arias consigue la consagración del señorío a través de una bula concedida por el papa Clemente IV en el año 1309, como premio a la defensa de la frontera cristiana frente a la sarracena, pero sobre todo tanto por haber edificado una iglesia a la que había dotado de medios y ornamentos, así como de un sacerdote para la celebración de los oficios divinos. Extinguida la saga de los Pay Arias, la titularidad del señorío pasaría a ramas colaterales y más tarde a la Casa nobiliaria de los alcaides de los Donceles, señores de Lucena y Chillón, que en 1512 recibirá del monarca Fernando el Católico el título del marquesado de Comares, bajo cuya jurisdicción vive la villa el resto de la Baja Edad Media. Dos hechos significativos, según Manuel Nieto Cumplido, podemos entresacar para esta época.

Uno de ellos, la ayuda que en la primavera de 1333 la villa cercana de Castro del Río recibe del castillo de Espejo, de donde parte Martín Alfonso, futuro señor de Montemayor, al frente de 60 caballeros y unos pocos peones, cuya presencia en la vecina villa del Guadajoz fue decisiva para que Muhammad IV levantara el asedio a que la tenía sometida y se retirara camino de Cabra, mientras, como cita la crónica y recoge el citado historiador, “quedó el lugar de Castro por los christianos”. Otro, el papel estratégico que juega la villa de Espejo durante la guerra civil entre el monarca Enrique IV y el infante don Alfonso (1465-1468), así como en los diversos enfrentamientos entre ambas facciones de la nobleza cordobesa hasta los primeros años del reinado de los Reyes Católicos.

Historia castillo2.jpg

EDAD MODERNA

A lo largo de la Edad Moderna Espejo es una villa de señorío perteneciente al Marquesado de Comares y Señorío de Lucena que a partir de 1670 posee el Duque de Medinaceli. Ver imagen ampliada Su población en el siglo XVI oscila, según los padrones elaborados en 1530 y 1587, entre unos 1.552 y 2.260 habitantes respectivamente. Para el año 1591 se ha manejado la cifra de 2.080 almas, cifras sobre las que, según el profesor Fortea Pérez, existen serias dudas. En las postrimerías de esta centuria se detecta, por el contrario, un cambio de tendencia que desemboca en la crisis del siglo XVII. El padrón que se levanta en el año 1634 con motivo de una leva de soldados cuantifica la población espejeña en un total de 2.588 habitantes.

Sabemos también que a final de este período cronológico, la población experimenta un notable auge, pues según el censo de 1781 se llega a contabilizar un total de 6.150 personas. Por entonces, el sector agrícola capitaliza prácticamente toda la actividad de esta población. Durante toda esta época, los designios de la villa están en manos del titular del señorío, que la controla por medio de un corregidor, hombre de confianza, normalmente ajeno a esta comunidad, el cual impone desde el concejo municipal obediencia y cumplimiento de los mandatos del señor.

Siglo XIX

A comienzos del siglo XIX, Espejo era todavía una villa de señorío que poseía el Duque de Medinaceli. Se trataba de un señorío tanto jurisdiccional como territorial, cuyo mayor hacendado, con gran diferencia, era el propio Duque, dueño de las tres cuartas partes de sus tierras de cultivo cuyas rentas superaban los 350.000 reales. El resto de estas tierras se repartía entre la baja nobleza local, la Iglesia, dueña del 6% de las mismas, y el Concejo, con el 3%, lo que equivalía a unas 240 fanegas, cuyas rentas eran destinadas, entre otros servicios públicos, al mantenimiento del médico y el cirujano, esto es, los “físicos”, como con frecuencia aparecen así denominados en la documentación. De otra parte y salvo un sector de pequeños propietarios, la mayoría de la población espejeña, que por entonces sobrepasada los 5.000 habitantes, eran jornaleros sin tierra; gentes que dependían exclusivamente de la oferta de la mano de obra en los cortijos, con las consecuencias que de ello se derivan. Entre otras y la más relevante era el paro estacional durante el cual muchas personas pasaban hambre y se veían obligadas a mendigar, un segmento social que en determinados momentos, como con ocasión de la epidemia de fiebre amarilla, en 1804, resultaba golpeado de manera brutal. El proceso desamortizador que se inicia en la primera mitad de esta centuria, no afecta, o afecta muy poco, a la villa de Espejo, perpetuándose la propiedad de la tierra en manos de la nobleza local. No es de extrañar, por consiguiente, el florecimiento de las organizaciones obreras, de obediencia anarquista, desde el último cuarto de dicha centuria, convirtiéndose Espejo en unos de los focos más dinámicos del movimiento campesino campiñés.

Siglo XX

El 31 de mayo de 1934 la Guardia Civil detiene a dos líderes ugetistas, como denuncia José Arroyo Baena desde las páginas del diario socialista El Sur.[1]

Guerra Civil

Imagen tomada durante la Guerra Civil en Espejo

El 18 de julio de 1936 la fuerza de la Guardia Civil del puesto de Espejo, cumpliendo órdenes recibidas por teléfono desde la Comandancia de Córdoba, marchó a la capital junto con las otras fuerzas que formaban la línea. La fuerza repelió la agresión ocasionado dos bajas a los agresores y capturando diez prisioneros.

El Ejército sublevado halla prácticamente desierta la localidad cuando entra en Espejo el 25 de septiembre de 1936. Cuatro semanas más tarde, el 21 de octubre, las tropas franquistas, al frente de las cuales destaca el Batallón de Cádiz, entran en Castro del Río.

Dictadura franquista

En 1947, tras el desastre de tan luctuosa contienda, se lleva a cabo un proceso de expropiación forzosa, parcelación y reparto de tierras que viene a introducir una dinámica nueva en la distribución de la propiedad agraria y de cuyos resultados hoy se benefician gran parte de la población campesina espejeña.

Siglo XXI

Referencias

  1. Espejo, en el diario El Sur, 4 de junio de 1934, pág. 2.

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