Iglesia Madre de Dios

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La iglesia de Santa María conocida como Iglesia Madre de Dios es una obra inacabada del siglo XIX y de propiedad del Obispado pero de uso municipal y que en diciembre de 2015 comenzó su proceso de apuntalamiento[1]. Era la iglesia asociada al Convento Santa Madre de Dios que existió en el entorno y tuvo diferentes usos como caballerizas, fábrica o asilo de mendicidad, entre otras. El antiguo terreno del convento es ocupado hoy por la Casa de Acogida así como por la Casa de la Juventud.

Historia del edificio

Creación del convento

El antiguo convento de Nuestra Señora de los Remedios y San Rafael, conocido generalmente por Convento Madre de Dios fue un convento perteneciente a la Orden Tercera de San Francisco. Construido en el terreno que le concediese la ciudad frente a la puerta de Baeza en el pago de Milana, los religiosos se trasladaron desde su primitivo convento a la finalización de sus obras en el año 1602.

Fue un convento notablemente poblado

Saqueo del convento y desamortización

Con la llegada de los franceses en el año 1808 se produce el saqueo de Córdoba, teniendo como testigo principal el expolio que llevaron a cabo en la iglesia:

''En el de Madre de Dios no quedo plata alguna ni objeto que pudiera valerles algo, llegando hasta el extremo de romper las puertas del sagrario y llevarse el copón, dejando las sagradas formas tiradas por el suelo. Se llevaron toda la ropa que encontraron, hasta los manteles de los altares y los vestidos de las imágenes, muchas de las que hicieron pedazos, como sucedió a la Concepción, San Diego, Santa Rosa de Viterbo, Santa Margarita y la Virgen de los Remedios, dejando completamente deshechas y también destrozadas la de los Dolores, cuatro de Jesús, San Francisco, San Luis, San Ivo y Santa Isabel, reina de Hungría, rompiendo las losas de los huecos o enterramientos. En una palabra, no dejaron cosa alguna como estaba, pues hasta quemaron el archivo, de lo que el prelado sacó testimonio. Con los libros de la biblioteca hicieron camas, y con parte de ellos, los asientos del coro y los retablos guisaban los ranchos. Hasta dos órganos que había quedaron completamente destrozados.

Tras la segunda llegada francesa y la supresión de las comunidades religiosas y entrega de todos los bienes, los franceses convierten el espacio en caballerizas por espacio de los dos años que duró la ocupación. De vuelta en mayo de 1814, los frailes comienzan las obras de restauración construyendo los propios frailes y los individuos de la Hermandad de la Pasión "el presbiterio y altar mayor, y pintando las capillas para suplir la falta de los retablos", terminando la restauración en el año 1819. Sin embargo y tras orden del año 1821 por la cual se suprimían todos los conventos de menos de 20 personas la orden comienza a vender todas las pertenencias de la orden.

Iglesia Madre de Dios (1900)

Tras la desamortización de Mendizábal, un particular adquiere el espacio desamortizado salvo la iglesia que siguió abierta la culto, vendiendo el convento a una sociedad para la instalación de una fábrica de cristales. Finalmente en el año 1862 y con motivo de los 6.000 reales entregados por la reina Isabel II en su visita a Córdoba, las limosnas recogidas ofrecidas por los cordobeses y las aportaciones del Ayuntamiento, el consistorio compra el convento por valor de 65.000 reales y siendo inaugurado como Asilo de Mendicidad el 14 de mayo de 1864 y dirigido por el religioso Agustín Moreno.

Conversión en asilo y cesión de la iglesia al Ayuntamiento

El Consistorio devolverá a la Iglesia el edificio que recibió en el siglo XIX y dará dinero para su arreglo y se proyecta ser restaurada gracias a la actuación conjunta de Obispado y Ayuntamiento.

Según algunas estimaciones la reforma principal consistirá en un ábside de cristal y acero, a lo que se unirá el arreglo de la fachada, el afianzamiento de la estructura y el adecentamiento del interior del inmueble, así como el arreglo de la cubierta.

Según Paseos por Córdoba

La Ciudad lo acordó así y costeó la actual, cuyo patronato conserva el Ayuntamiento, dedicada desde entonces a la Madre de Dios de los Remedios y San Rafael, por cierto que concluida sería una de las más lindas de Córdoba.
La capilla mayor, que aún permanece en alberca o por cubrir, le haría formar cruz latina con cúpula y tribunas en los cuatro ángulos salientes, que son cortados, dos con arcos para altares y los otros dos para dar paso a las capillas laterales. Cortada por el arco total donde está el altar mayor, mezquino aunque arreglado y construido después de la invasión francesa, queda una nave de buena extensión con diez pequeñas capillas, dos de ellas paso al campo y claustro, y las otras ocho dedicadas a diferentes imágenes, todas sin retablo por haber desaparecido en aquella época, y en general faltas de mérito.

Estas son, en el altar mayor, la titular Nuestra Señora de los Remedios, y a los lados, sobre repisas, San Rafael y San Miguel. Capilla del lado del evangelio, San Antonio, Santa Catalina y San Juan Bautista; en el frontal del altar tiene la siguiente inscripción: Esta capilla y entierro es de D. Pedro Velasco y Zea, síndico del convento de N. S. P. San Francisco del Monte y Ministro que ha sido tres veces del V. Orden de este convento; y de Doña Ana Nieto y Toro, su muger y de sus hermanos y sucesores. Año 1709. En este sitio hubo un retablo hecho en el siglo XVII por el arquitecto Melchor Fernández Moreno, autor de otros muchos en Córdoba.
La capilla de la Pasión, que era últimamente de los hortelanos, tiene a Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores, la Magdalena, San Juan, la Verónica y alguna otra imagen, pertenecientes todas a una cofradía de gran importancia y que ya no se conoce. Se instituyó en el convento de los Mártires con licencia del reverendísimo padre maestro general fray Vicencio Justiniano, dada en San Pablo a 7 de junio de 1566. Examinó y aprobó sus reglas el licenciado Gonzalo Meléndez de Valdés, provisor en tiempo del obispo don Cristóbal de Rojas, a 21 de mayo de expresado año. Tiene otras aprobaciones y una licencia del señor Fresneda para poder pedir limosna en aumento del culto y hacer bien a los pobres. No sabemos qué cuestión habría entre los cofrades y el convento de los Mártires, de cuyas resultas en el año 1603 se trasladó al de Madre de Dios, donde ha permanecido hasta extinguirse. Gozaba de muchas indulgencias y prerrogativas, como puede verse en unos curiosos códices que existen en la biblioteca de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de esta capital, donde cuidadosamente se conservan.

Entre la expresada capilla de la Pasión y la puerta principal hay otras dos, dedicadas a San José y al Santísimo Cristo del Consuelo. Al lado opuesto encontramos la de la orden Tercera, en que se ven San Francisco y San Luis, y en el frontal se lee lo siguiente: Esta capilla y entierro es del V. Orden Tercero de Penitencia. Hízose siendo Ministro nuestro hermano Francisco Lopez Pastor que lo hasido cinco veces. Acabóse año 1715. Siguen las capillas de Nuestra Señora de la Esclavitud, con Jesús a la columna y un Ecce Homo, la de la Concepción y Santa Lucía.

Expoliada por los franceses

La proximidad de los conventos del Carmen, San Juan de Dios y Madre de Dios a la Puerta Nueva o de Alcolea, por donde entró en Córdoba en 7 de junio de 1808 el general Dupont con su ejército, hizo que en el saqueo concedido a éste y con la furia que en los franceses desató la resistencia que primero se le hizo en el puente, y el tiro que Pedro Moreno disparó contra su jefe, los expresados edificios fuesen de los que más sufrieron, convirtiéndolos por último en cuarteles para aquella tropa.
En el de Madre de Dios no quedo plata alguna ni objeto que pudiera valerles algo, llegando hasta el extremo de romper las puertas del sagrario y llevarse el copón, dejando las sagradas formas tiradas por el suelo. Se llevaron toda la ropa que encontraron, hasta los manteles de los altares y los vestidos de las imágenes, muchas de las que hicieron pedazos, como sucedió a la Concepción, San Diego, Santa Rosa de Viterbo, Santa Margarita y la Virgen de los Remedios, dejando completamente deshechas y también destrozadas la de los Dolores, cuatro de Jesús, San Francisco, San Luis, San Ivo y Santa Isabel, reina de Hungría, rompiendo las losas de los huecos o enterramientos. En una palabra, no dejaron cosa alguna como estaba, pues hasta quemaron el archivo, de lo que el prelado sacó testimonio. Con los libros de la biblioteca hicieron camas, y con parte de ellos, los asientos del coro y los retablos guisaban los ranchos. Hasta dos órganos que había quedaron completamente destrozados.

Marchose, al fin, Dupont, y los frailes pensaron suprimir el convento, dejándolo convertido en un hospicio y hospedería para los de su orden que pasaran por Córdoba. Mas los ruegos de muchos amigos y devotos los decidieron a restablecerlo, principiando a componer algunos objetos y a comprar otros, llevando mucho adelantado cuando a eso de unos dos meses, el 23 de enero de 1810, entró en Córdoba el general Godinot, uno de los hombres más funestos que han mandado en esta ciudad, y al día siguiente publicó el decreto suprimiendo todas las comunidades, a las que amenazaba con gran castigo si no hacían entrega de todas las alhajas y demás efectos destinados al culto.
Esta orden se llevó a cabo en el improrrogable término de diez días, y entonces se destinó este edificio a cuartel de un regimiento de dragones, el que convirtió la iglesia en caballeriza con 80 plazas, levantando la solería para empedrar el pavimento y convirtiendo en sumideros los huecos particulares o enterramientos. Lo mismo sucedió en todo el convento, en el que sólo quedaron dos puertas servibles de las muchas que contaba.
Recuperación del Templo

Pasaron aquellas terribles circunstancias de gemir bajo el yugo de los franceses y todo fue tornando a su ser, aunque perdidas muchas alhajas y, lo que aún es peor, muchas obras artísticas que no se recuperan ni subsanan. El 19 de mayo de 1814 volvieron los frailes a posesionarse de su convento, y el 27 empezaron las obras de restauración, que fueron apreciadas en 10.000 duros. A la entrada de la portería formaba una capilla, propia de la orden Tercera, y ésta se arregló antes de todo, tanto, que aquel mismo año celebraron en ella el jubileo de la Porciúncula, llevando días antes la imagen de San Francisco desde el hospital de San Bartolomé de las Bubas, donde lo habían recogido. Lo mismo fueron haciendo con otros, como Santa Isabel, de casa de doña Ana Victoria Serrano, Nuestra Señora de la Esclavitud, de Santa Cruz, y otras de diferentes puntos y casas particulares en que las habían guardado o adquirido por dinero. Lo mismo sucedió con otros objetos, como dos lámparas de San Pedro y los retratos de los fundadores, los venerables padres Solideo y Rodrigo Martínez de Pineda.

Después de esto se procedió al arreglo de la iglesia, trabajando los mismos frailes y los individuos de la hermandad de la Pasión, solándola de nuevo, construyendo el presbiterio y altar mayor, y pintando las capillas para suplir la falta de los retablos, terminando la restauración en el año 1819. Entre los objetos recogidos figuraba una hermosa Virgen de Belén, obra de Palomino, que había conservado el rector de Santiago don Dionisio Sánchez, hijo de aquella casa, y que en la actualidad no sabemos qué se ha hecho de ella. También rescataron gran parte de la librería, pues lo demás se había gastado en hacer cartuchos.
Avatares del edificio

'Ya instalada la comunidad con todo lo que habían recogido o hecho de nuevo llegó el año 1821, y a mediados de junio se dispuso la reducción de conventos, suprimiendo todos los que no tuviesen 20 religiosos, y éste, que fue siempre de los más numerosos -pues en el ya citado censo de población de 1718 aparece con 72 de misa o sacerdotes-, en la época a que nos referimos no llegaba al numero marcado, y le tocó la suerte de cerrarse, si bien lograron abrirlo de nuevo a mediados de agosto de 1822.

En el tiempo que estuvo suprimido vendieron todos los efectos, que luego recogieron, y hasta el edificio. Por cierto que después llevaron los frailes tan a rigor la devolución de todo lo que les había pertenecido que obligaron al comprador a que restituyese unas tejas que había llevado a otra parte, sin que consiguiera el que tomasen otras nuevas por tal de no destruir el tejado edificado con aquéllas. Todo lo dicho y muchos más datos que omitimos por demasiado minuciosos constan en un libro de las visitas del padre general de la orden, que se conserva en el archivo de la administración económica de Hacienda de esta provincia, que pueden registrar nuestros lectores, y por cierto que allí para nada sirve y debiera pasar con otros a la Biblioteca provincial, donde sería mas útil a los aficionados a las letras y a la historia.
Adquisición por el Ayuntamiento

Cuando la última exclaustración en 1835 se confirmó la venta, con excepción de la iglesia, abierta al culto, y su dueño vendió este edificio a una sociedad que estableció en Córdoba una fábrica de cristales planos y huecos, haciendo los primeros bastante buenos, no así los otros, que siempre tuvieron un viso verdoso que le quitaba mérito y salida.
Disuelta aquélla y pasados algunos años formose otra con la misma suerte, y por último, estando el Ayuntamiento buscando un edificio para establecer un asilo de Mendicidad con las limosnas que todo el vecindario dio y 6.000 reales entregados por doña Isabel de Borbón a su paso por Córdoba en 1862, compraron este convento en 65.000 reales, y supliendo la falta el presupuesto municipal, se hicieron las obras y mueblaje necesario, consiguiendo inaugurarlo en 14 de mayo de 1864, siendo alcalde don José Ramón de Hoces, conde de Hornachuelos, quien propuso para la dirección del nuevo establecimiento al virtuoso sacerdote don Agustín Moreno, que lo aceptó y aún desempeña sin retribución alguna, y dando continuos ejemplos de caridad y de un celo que ojalá hallara muchos imitadores. Hoy tiene unos 200 acogidos entre ambos sexos, dedicados cada cual a las faenas que su edad y achaques les permiten.

El edificio no es todo lo amplio necesario, a causa de no haberse reedificado una parte que ha siglos se derribó y está convertida en corrales. La actual revela diferentes edificaciones, pues hasta uno de los claustros del patio principal es distinto a los otros en altura y orden arquitectónico.
Religiosos del asilo Madre de Dios

El haber desaparecido casi por completo el archivo de este convento nos priva adquirir muchos datos acerca de los religiosos Terceros que más se han distinguido por sus virtudes y letras, mas no tanto que no podamos dar noticias de algunos, cuyos nombres pasarán a la posteridad, tales como los padres fray Pedro y fray Rafael Rodríguez Mohedano, hermanos, unos de los hijos más ilustres que ha tenido Córdoba.

El primero nació en 1722 y el segundo tres años después, o sea, 1725; juntos se educaron, haciendo grandes adelantos en sus estudios, y ambos tomaron el hábito en el convento de Madre de Dios, dedicados al cultivo de las ciencias y las letras, en que fueron muy notables. Ocuparon la celda alta que hace ángulo a la iglesia y que hoy habita el expresado director del asilo señor Moreno, también escritor muy apreciable. Los Mohedanos pasaron de esta ciudad a la de Granada, donde escribieron la notabilísima obra titulada Historia literaria de España, de que imprimieron nueve tomos. Tienen algunos otros trabajos de mérito, logrando ser muy queridos de todos los amantes a las letras de su tiempo. Ambos murieron en aquella capital, fray Rafael en 1783 y fray Pedro poco después, habiéndose secularizado.

En el Diccionario de escritores españoles, del señor don Carlos Ramírez de Arellano, se cita a otro fraile de este convento, fray Pedro Mármol, autor de varias obras de menos importancia de la que hemos citado.
  1. Urbanismo inicia las obras de la iglesia de Campo Madre de Dios. 10 de diciembre de 2015. Disponible en Internet
  2. Principales editores del artículo

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