José Manuel Gallegos Rocafull

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José Manuel Gallegos Rocafull
Gallegos II.JPG

Sacerdote

Nacimiento: 21 de agosto de 1895
Cádiz
Fallecimiento: 11 de junio de 1963
Guadalajara (Méjico)
Profesion: sacerdote y profesor universitario

Contexto histórico

Décadas: 1920 - 1930 - 1940 - 1950 - 1960

José Manuel Gallegos Rocafull (Cádiz, 21 de agosto de 1895) fue sacerdote. Gaditano de nacimiento, fue considerado por algunos como cordobés de adopción.

Biografía

Comienza sus estudios de bachillerato en Sevilla hasta ingresar en el seminario de esta ciudad pasando después al seminario de Madrid. Licenciado en 1920 en Teología por la Universidad Pontificia de Toledo, así como en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. Consigue en 1923 el doctorado en Teología en el Seminario Conciliar de Sevilla .

Recibe el presbiteriado en Madrid 30 de marzo de 1918, donde desempeñó el cargo de capellán de religiosas Adoratrices, puesto que ocupó desde el momento de su ordenación hasta 1921. Ese mismo año pasa a ser canónigo de la Catedral de Córdoba, al conseguir dicho cargo mediante oposición, llegando a ser posteriormente Canónigo Lectoral de la misma, entre 1922 y 1936. Ejerció como capellán en el convento de monjas dominicas del Corpus Christi de Córdoba e igualmente actuó como Prefecto de Estudios en el Seminario de San Pelagio.

Casitas del obispo

Gallegos Rocafull siempre tuvo inquietudes sociales hacia los más desfavorecidos, por este motivo el obispo Adolfo Pérez Muñoz lo nombra consiliario de la Casa Social Católica de Córdoba, colaborando con el prelado en la gestión del Patronato "La Solariega Cordobesa" que edificó cerca de cien viviendas sociales en terrenos de la Avda. Obispo Pérez Muñoz, e igualmente en Campo Madre de Dios y Puerta de Plasencia, que fueron inauguradas en 1924.

Sus inquietudes lo llevan a estar presente en las Semanas Sociales de la Iglesia a principio de los años treinta. Fue un colaborador asiduo de la revista "Tierra", órgano de la Federación de Sindicatos Católicos, donde defendió la causa justa de los obreros andaluces. Por su formación en el orden social y apologético, fue a América en 1931 y 1932 para impartir cursos y conferencias. Ya en plena Segunda República, disertó en Madrid sobre "La organización obrera", que contó con la presencia del entonces obispo de Tenerife Fray Albino o el padre Rutten, presidente de las Semanas Sociales de Bélgica.

Tuvo inquietudes políticas que le llevaron a presentarse como diputado a Cortes en las Elecciones de junio de 1931 por Córdoba dentro de la candidatura de Acción Nacional, junto con José Medina Togores, redactor de “El Debate” y el que fuera posteriormente alcalde de Córdoba Pascual Calderón Uclés. Sin embargo, no resultó elegido.

En 1935 con licencia de la Santa Sede, pasó a residir en Madrid. En su domicilio de la residencia del Seminario Conciliar conoció al que fuera futuro cardenal Vicente Enrique y Tarancón. En ese mismo año, presentó su tesis doctoral en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, cuyo tribunal estaba compuesto por José Ortega y Gasset, Severino Aznar, Juan Zaragüeta, Javier Zubiri y José Gaos, alcanzando la máxima calificación. Ya en Madrid, ejerció como auxiliar de Filosofía en la Universidad Central de Madrid y en el Centro Cultural Universitario.

Guerra Civil

Cuando estalla la Guerra Civil en 1936, Gallegos Rocafull se encuentra en Madrid preparando las ponencias para unos Cursos de Verano en Santander organizados por Acción Católica en los que tenía anunciada su presencia el intelectual francés Jacques Maritain. De inmediato se alineó de por vida al lado de la República consiguiendo no ser detenido por su calidad de clérigo gracias a su amistad con Fernando de los Ríos.

En noviembre de 1936 junto al sacerdote madrileño Leocadio Lobo dan unas charlas en la Casa de España de Bruselas sobre "La rebelión militar vista desde Madrid" donde criticaron al movimiento nacional dirigido por militares. Como era de esperar, las conferencias impartidas en Bruselas llegaron a oídos del cardenal primadoGomá, quien de inmediato, escribió a Roma. El Vaticano, a través del Secretario de Estado, cardenal Pacelli,-el futuro papa Pío XII-, dio las oportunas instrucciones al Nuncio en Bruselas con el fin de que tales manifestaciones no volvieran a repetirse.

Casitas del obispo edificadas bajo la supervisión de Gallegos Rocafull

Manifestó nuevamente en 1937 su adhesión a la República en el folleto: “La carta colectiva de los obispos facciosos: Réplica”". El (todavía) canónigo del cabildo cordobés pasará un tiempo en París, continuando su apoyo a la República, tanto en sus obras, como con su colaboración en la revista "Esprit", órgano de la izquierda católica intelectual, en la que sostuvo su tesis contra el concepto de “Cruzada Nacional” aplicada por el episcopado español a la Guerra Civil. Entre sus amigos se encontraban Emmanuel Mounier, fundador de la antes dicha revista Esprit, o el filósofo Jacques Maritain, al que valora como pensador, pero más como persona.

Sacerdote por encima de todo, se mantuvo fiel al gobierno republicano por coherencia con su ministerio religioso. Le parecía a él un acto sacrílego utilizar la fe para hacer propaganda de cualquier ideología, con más razón si ésta era totalitaria. No obstante, criticó las matanzas de clérigos y católicos por parte de "incontrolados" o incontrolables en la zona republicana. Fue, por tanto, uno de los escasos curas contrario al golpe militar (el término "antifranquista" sería anticipado) que podemos encontrar en aquellos años convulsos de la Historia de España. Autores como Nieto Cumplido y sobre todo, Cuenca Toribio y Muñoz Castillo le sitúan al nivel de otros canónigos republicanos: Basilio Álvarez, Vázquez Camarasa o el secularizado Luis López-Dóriga Meseguer. Es más, este último afirma que "esos canónigos republicanos habían ambicionado lograr alguna de las sedes episcopales vacantes y se quedaron con las ganas. El nuncio Tedeschini no era tan tonto como algunos se piensan, y todos acabaron en el exilio".

Por todos estos acontecimientos, por su conducta, pensamiento y las críticas al episcopado español superviviente (13 obispos presentes en la zona republicana fueron fusilados-y el de Barbastro, castrado y descuartizado-) , su obispo Adolfo Pérez Muñoz le destituyó de su canonjía y suspendió “a divinis” en febrero de 1937.

Tras una breve estancia en Francia , se exilia a México en 1939 donde mantuvo contactos con los republicanos exiliados , en especial con Emilio Prados, siendo colaborador del prestigioso diario "Excelsior" y otras publicaciones, como “España Peregrina”, “Las Españas” o “Romance”, que era dirigida por el poeta comunista pontanés Juan Rejano.

Aunque suspendido en su función como sacerdote por la jerarquía meses después de su salida de España, durante el exilio mantuvo su actividad. Como profesor, y después, como eclesiástico, recuperando sus licencias ministeriales en mayo de 1950 gracias a la gestión en Roma del episcopado mexicano, y así se le permite ejercer como capellán de la iglesia de la Coronación. Y, de acuerdo con el profesor Muñoz Castillo, "fue en buena medida el director espiritual de no pocos exiliados republicanos en México, que no por el hecho de serlo (y sobre todo sus mujeres), dejaron de ser católicos".

Mantuvo dos encuentros personales con el obispo de Córdoba Fray Albino en México, quien al parecer, le pidió en 1948 que volviera a España . No aceptó volver.

Escritor e intelectual prolífico, tanto por la publicación de libros como por los ensayos y artículos sobre temas sociales, filosofía religiosa, teología y el estudio del pensamiento de la época colonial. Como pensador social cristiano y por el testimonio de su vida y creencias apuntaba a lo que posteriormente sería el Concilio Vaticano II.

En la tarde del 11 de junio de 1963 dando clase muere a causa de un infarto en Guadalajara (México). A su muerte, precisamente uno de los más ilustres cordobeses exiliados en México, el empresario minero Máximo Muñoz, le dedicó un artículo editorial nada menos que en el periódico "Excelsior"(el principal de México D.F. en aquellos años).

Córdoba debería algún tipo de reconocimiento a la figura de este clérigo que estuvo durante muchos años impartiendo Historia y Filosofía en México y que fue sumamente avanzado en el orden social. Son de agradecer las importantes investigaciones que de él ha realizado el también canónigo cordobés Manuel Nieto Cumplido, aparte lo indicado por eclesiologos y contemporaneistas como Cuenca Toribio y Muñoz Castillo.

Testimonios

  • Así lo define Hugo Hiriart uno de sus alumnos de Guadalajara (México), posteriormente rector de la Universidad de Michoacán.
Llevaba tres meses de clase con Gallegos y no me había dado cuenta de que era sacerdote. Este hecho dice mucho acerca de cómo era el padre. Esto es, que no era convencional en sus opiniones ni represivo en modo alguno, sino suave, receptivo, curioso, y no soltaba nunca la opinión consabida y esperada en un sacerdote, sino que razonaba frente a nosotros y lo que nos decía era fresco, penetrante. Varias veces le oí decir que había que discernir los dogmas de las opiniones de la Iglesia, y que éstas últimas dejan margen a discrepar sin culpa o desobediencia.
El retrato del padre Gallegos es muy parcial y limitado. El papel de maestro, tal vez el menos importante o revelador de los que él desempeñaba, ocupa todo el espacio. Aparece sólo oblicuamente el sacerdote, su rol central, y no figura para nada el pensador ni el teólogo ni el historiador de las ideas. No se mencionan siquiera sus libros, muchos, variados, ilustres todos en forma (Gallegos escribía y hablaba con gran arte) y contenido. Pero en cambio, es testimonio veraz y de primera mano. Vaya una cosa por otra.
El padre Gallegos era alto, delgado, pero no flaco, de rostro grave y alargado. Se conservaba bien, no parecía un anciano, sino un viejo vigoroso. Vestía siempre trajes oscuros y bien cortados. Nunca lo vi sin corbata.
Lo recuerdo, sobre todo, sonriendo. Bruscamente, ya no estaba con nosotros el hombre que nos había hecho, tan limpiamente, a nosotros, los ateos elementales, dudar de nuestra increencia.


  • Artículo con motivo de la presentación la libro “La Pequeña Grey” (Editorial Península).
Hombre de profunda espiritualidad, nunca aceptó la pretensión de los rebeldes de salvar al país matando a sus hijos. En su opinión, un católico no debía sublevarse contra el poder constituido salvo en circunstancias muy especiales, inexistentes entonces en España. Por expresar estas ideas en público, su obispo le retiró las licencias sacerdotales. Lejos de hundirse, siguió firme en su fe. Valiente, apasionado y extremadamente sincero, refleja en sus memorias su drama personal, paralelo a la tragedia española.
En España, se confundían la religión con la política. Su deber era morir por Cristo si hacía falta, no matar en su nombre. Consideraban execrables a los “rojos” en lugar de velar por ellos desde la comprensión y la caridad. Olvidaban que la Iglesia no puede justificar el exterminio de sus hijos descarriados, por graves que sean sus faltas.
Partidario de ser mártir antes que verdugo, sentía un profundo desgarro ante la actitud belicosa de la mayoría de sus colegas. Le parecía absurdo que tantos obispos pretendieran imponer sus creencias a través de “guerras santas y otras zarandajas”.... Pese a todas las adversidades, el ideal de Gallegos seguía siendo la pobreza material y la riqueza en fe, el apostolado y no la política.


  • Escrito de El Plural 12 de octubre 2010:

Allí participó en muchas actividades... sólo se recordará la conferencia que pronunció en la Casa de Andalucía en México D.F. titulada “Andalucía desde el destierro”, donde evoca su visión del exilio, y desde luego tiene muy presente a Córdoba. En su evocación señala: “Ahí está la torre de la catedral con sus campanas encaramadas sobre un minarete, calladas, altivas, ajenas al parecer a lo que pasa allá abajo, ensimismadas en un sueño letárgico, duras como su bronce y como él mudas, pero que llegue su hora, esas horas de plenitud que tienen todos los pueblos y abundan en el andaluz, en que su sol está en el cenit y a su luz aparece claro un quiebro de su destino, el que expresa la voz de Séneca, o el movimiento de los mozárabes de san Álvaro, o la invasión de los árabes, o las vicisitudes de la Reconquista…”.

Sus Obras

Se enumeran parte de sus obras de contenido social, teológico, místico, filosófico o colonial.

Libro emblemático de Gallegos Rocafull
  • "La evolución del dogma", Córdoba, 1921.
  • “Una causa justa. Los obreros en los campos andaluces”. Córdoba, 1929.
  • “El misterio de Jesús”. Ensayo de cristología bíblica (1930) (Tesis doctoral en Teología).
  • "La organización obrera", Madrid 1934.
  • “El orden social según la doctrina de Sto. Tomás de Aquino”. Madrid, 1935.
  • "Por qué estoy al lado del pueblo. Las razones de una actitud católica", Jaén, 1936.
  • "La religion dans l´Espagne de Franco", París 1937.
  • “Edición y prólogo a las obras de San Juan de la Cruz”, su primer trabajo en México, 1942.
  • “La nueva criatura. Humanismo a lo divino", México, 1943.
  • "Un aspecto del orden cristiano. Aprecio y distribución de las riquezas", México, 1943.
  • “Allendidad cristiana” México, 1943.
  • “El don de Dios. La gran aventura humana”, México (1944).
  • “Personas y masas. En torno al problema de nuestro tiempo”, México 1944.
  • "Tratados morales de Séneca. Introducción, versión y notas". Tomo I, México 1944.
  • "Tratados morales de Séneca. Introducción, versión y notas", Tomo II. México 1945.
  • "Breve Suma de Teología Dogmática", México, 1945.
  • "La experiencia de Dios en los místicos españoles", México, 1945.
  • “La doctrina del padre Francisco Suárez”, México, 1948.
  • “La visión cristiana del mundo económico”, México, 1959.
  • "El hombre y el mundo de los teólogos españoles de los siglos de Oro", México 1946.
  • “La doctrina del padre Francisco Suárez", México, 1948.
  • “El pensamiento mexicano de los siglos XVI y XVII", México.
  • "La Pequeña Grey", Testimonio religioso de la Guerra Civil Española, publicado en México, 2005 y en Barcelona, 2007. Incluye en apéndice "Palabras cristianas", hoja volante escrita o publicada en 12 de octubre de 1936; "Reflexiones de un sacerdote sobre la guerra en España", traducción del francés de su conferencia de Bruselas en noviembre de 1936, y "Semana Santa 1937".

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