La chiquita piconera (zarzuela)

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La Chiquita Piconera fue una zarzuela de Manuel Alfaro Vázquez y de Francisco Avilés, inspirada en el célebre cuadro de Julio Romero de Torres y música del maestro Ramón Villalonga. La obra fue estrenada en 1935 en el Teatro Ideal de Madrid con gran éxito de público y crítica.

Alfaro y Villalonga también dieron a la escena otras obras de este género, entre ellas 'La del lunar', que estrenó Marcos Redondo, o la titulada Espinas del querer, representada en el Teatro Duque de Rivas de Córdoba por la compañía de Pedro Terol.

Al morir el maestro Ramón Villalonga, Manuel Alfaro se pasó a la comedia estrenando el entremés Con la venda en los ojos, representado por María Fernanda Ladrón de Guevara, María Azquerino y Alberto Solá en el Gran Teatro de Córdoba.

Su última comedia fue El amor no importa que fue estrenada en Madrid en el María Guerrero por la Compañía Antonio Vico y Carmen Carbonell. Más tarde fue llevada a América y representada en Argentina.

Manuel Alfaro Vázquez fue incluido entre los dramaturgos cordobeses, como recuerda Ricardo de Montis en 1938. También cita a Marcos Blanco Belmonte o Francisco Toro Luna.[1]

La Chiquita Piconera

Portada del libreto de La Chiquita Piconera

Tras su representación en Madrid, La Chiquita Piconera se estrena en Córdoba el 30 de mayo de 1935, en el Gran Teatro. Su escenificación se llevó a cabo en numerosas ocasiones, tanto en el Gran Teatro como en el ya desaparecido Teatro Duque de Rivas, con motivo de las temporadas de zarzuela, siendo la última interpretación en 1986.

La zarzuela “La Chiquita Piconera” se desarrolla en el patio de una casa de vecinos de la Ribera y en el arco del Portillo de la calle de la Feria y los personajes principales son: Rafael un platero cordobés, Custodia y Fuensanta las dos novias de éste. No falta los celos y todo en un ambiente costumbrista de nuestra tierra de principios del siglo pasado. La inspiración de esta obra estuvo motivada al tener Manuel Alfaro gran amistad con la familia del insigne pintor, en especial con Enrique Romero de Torres, dado que visitaba la casa de la Plaza del Potro y veía como el pintor realizaba el cuadro de la La Chiquita Piconera, de esta forma «quedó hechizado por la mirada tan profunda del cuadro de la Piconera», y allí pasaba largas veladas en el patio con la familia en las noches de verano.

Referencias

  1. El Teatro cordobés, en el Diario de Córdoba, 5 de marzo de 1938, pág. 1.

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