Palacio de los Marqueses (Guadalcázar)
Palacio que, el 8 de febrero de 1616, mandó construir Diego Fernández de Córdoba, primer marqués de Guadalcázar y virrey de Nueva España.
La fachada, que miraba hacia oriente, con 234 pies geométricos de longitud y 151 de fondo, estaba adornada con 12 balcones y otras tantas rejas, que se repartían en sus plantas alta y baja.
En los extremos se levantaban dos torres de 30 pies geométricos en cuadro y con dos plantas más en altura que el resto de la obra. En el interior había un patio claustrado con 40 columnas de mármol de Génova, sobre las que estaban formados otros tantos arcos por mitad en los dos cuerpos alto y bajo, con sus viviendas correspondientes y espaciosas, extendiéndose al espacio que ocupaba la fábrica.
La parte que miraba al norte estaba adornada con 7 balcones y otras tantas rejas. En el costado que le unía a la iglesia parroquial había una tribuna alta y por el lado de Poniente, es decir, a espaldas del edificio mirando al campo, tenía un jardín pequeño y otros patios de servidumbre.
La magnificencia del palacio, que vino a sustituir el castillo que había servido de residencia señorial, fue proclamada en 1675 por Rodrigo Méndez Silva y en 1783 por Antonio Montpalau, así como por Bernardo de Espinalt y García en 1789, quien daba cuenta de la belleza del monumento. Posteriormente, también el padre Ruano destacaría su suntuosidad y riqueza. Y fue a mediados del siglo XIX cuando ya se encontraba en estado ruinoso. A comienzos del siglo XX sus columnas fueron trasladadas al palacio de los marqueses en la madrileña calle Ancha de San Bernardo, actual Ministerio de Justicia.
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