Pelayo Correa Duimowich

Pelayo Correa Duimowich fue abogado y administrador de Correos, (*¿? - †Córdoba 12 de julio 1912)

Era sobrino del marques de la Vega de Armijo, Antonio de Aguilar y Correa

Llega a Córdoba a principios de la década de 1880 con un cargo en el gobierno Civil de la provincia cargo de secretario que cesa en el año 1884, para dedicarse al partido liberal que impulsaba su tío. En septiembre de ese año es nombrado representante en el comité provincial por Lucena.

En el año 1886, ya ya como abogado, establece su despacho en la calle García Lovera, 5, compaginándolo con la dirección del periódico La Provincia, órgano de la Unión Liberal, cargo que mantiene hasta noviembre del año 1887, cuando es nombrado administrador principal de Correos en Córdoba, cargo que mantendría hasta su fallecimiento en 1912.

Casó con María del Rosario Hoces y Losada en marzo del año 1900 con la que tuvo varios hikjos: María, José, Manuel, Rosario, Juan y África(†1911). Vivía en la calle Encarnación.

Fue un hombre bastante activo en la sociedad cordobesa en las décadas entre 1880 y 1900, como demuestran su presidencia de "La Juventud Cordobesa. Protectora de los Pobres" al menos en el año 1885, miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, además de presidente de la Cruz Roja (1899) y de la sociedad Asociación Cordobesa de la Caridad . Asimismo fue un impulsor de las tradiciones cordobesas siendo una de las personas encargadas de la organización de los festivales de cintas y toretes

Entre sus condecoraciones se encuentran el del Comendador de la Orden de Carlos III, Caballero Hospitalario de San Juan Bautista y condecorado con la Medalla de Oro, conmemorativa y Placa de Honor de la Cruz Roja.

Obituario

La larga enfermedad que venía minando la existencia del celoso Administrador de Correos de esta provincia ha tenido un funesto desenlace.

Durante la madrugada última rindióse en lá jornada de la vida don Pelayo Correa Duimowich, una de las personalidades más salientes de Córdoba, aunque no hubiese visto en esta ciudad la primer luz, pues en ella pasó gran parte de su existencia, consagrado al trabajo, y en «Ha labróse nn hogar y se creó mochas y verdaderas afecciones.

El señor Correa Duimo wich vino a nuestra población para desempeñar na cargo en el Gobierno civil y después dedicóse de lleno al periodismo, figurando primero como redactor y después como director del diario liberal La Provincia. En él soBtuvo largas campañas, tanto en defensa de los ideales de su partido como de los intereses de Córdoba, demostrando en todas ellas nn profondo conocimiento de los asuntos de que trataba y una corrección exquisita, aún en esas polémicas en que, insensiblemente, se enardecen las pasiones.

Y esta ardua labor proporcionóle, como ocurre de ordinario, más sinsabores que alegrías y algunos incidentes enojosos y desagradables de esos que, por desgracia, jamás puede evitar el periodista. Después obtuvo el cargo de Administrador de Correos de esta provincia y alejóse de la política y del periodismo, para dedicarse sólo a aquel, desempeñándolo, durante más de veinte años, con un celo y nna laboriosidad que han merecido los aplausos unánimes.

Elemento valioso de la buena sociedad cordobesa por su caballerosidad, por su ilustración, por sus excelentes dotes de carácter, por sos iniciativas, figuró siempre en todos los centros y asociaciones de carácter científico, literario, artístico o recreativo que se fundaron en esta capital y cooperó con todos sus entusiasmos a cuantas obras benéficas se iniciaron en Córdoba, ya organizando festivales, ya contribuyendo con sus intereses propios a cualquier empresa de caridad.

Durante algunos años ostentó la presidencia de la Comisión provincial de La Cruz Roja, institución que le recompensó sus servicios con la gran placa de oro, y también ocnpó un puesto importante en el Consejo de administración de la extinguida sociedad de obreros cordobeses denominada La Caridad.

Hace algún tiempo la penosa dolencia que le aquejaba retiróle de la vida activa v se consagró, exclusivamente, sin abandonar nanea su cargo, a disfrutar los tranquilos goces de uu hogar cimentado en el cariño y en la virtud. Como su enfermedad se agravara marchó á Madrid para que le reconocieran los especialistas, empeoróse allí y emprendió el regreso precipitadamente a Córdoba, donde hace unas cuantas horas ha entregado el alma a Dios, rodeado de los seres más queridos.

La redacción del Diario se asocia al profundo dolor de la distinguida esposa doña Rosario de Hoces, de los desconsolados hijos y demás familia doliente y eleva sus preces al Cielo por el amigo y compañero inolvidable don Pelayo Correa Duimowicb. La conducción del cadáver, desde la casa mortuoria, calle de la Encarnación, al cementerio, se verificará hoy a las diez de ía mañana.

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