Primera Guerra Carlista

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La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos o cristinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular. Antiguamente fue conocida por la historiografía española como guerra de los Siete Años.[1] En octubre de 1835 Nazario Eguía asumió el puesto de general en jefe de las tropas carlistas en el País Vasco y Navarra. Durante su mandato el ejército carlista aumentó sus efectivos hasta llegar a los 36 000 hombres. Durante su mandato y sobre todo con el de Bruno Villarreal, sucesor de Nazario Eguía, las tropas carlistas se lanzan a fomentar las expediciones fuera del territorio vasco-navarro.

1835

Desde 1835 las autoridades piden dinero a los ciudadanos cordobeses para luchar contra el enemigo.[2] El 26 de diciembre de 1835 el Gobernador informa que habían ingresado en caja 2.208 quintos y 7.160 rs. en tesorería correspondientes a 179 [quintos] que habían redimido su suerte.[3] Lo que significa que por 40 rs. un quinto puede librarse de la milicia.

Toma de Dos Torres

El 10 de julio de 1835, el Boletín Oficial de la Provincia publica un suelto en el que se resume la toma de Dos Torres por una facción carlista, dentro de la Primera Guerra Carlista.[4] La toma de Torremilano y Torrefranca por los carlistas comenzó el 26 de junio de 1835, procedentes de la provincia de La Mancha, que con anterioridad habían tomado La Garganta. La compañía carlista, al mando el coronel Francisco Javier de la Lastra y el Rubio, su lugarteniente, estaba formada al menos por 70 facciosos. Tras varios enfrentamientos con los propios vecinos y fuerzas leales, terminó la acción militar con el resultado de 18 muertos, incluidos los dos cabecillas, y seis prisioneros; el resto, huyó.

1836

En 1836 la Gaceta de Madrid recoge las aportaciones de las iglesias y del clero cordobés.[5][6] El 12 de enero de 1836 se recoge en BOE un parte de guerra de la provincia de Córdoba.[7] El 13 de julio, se vuelve a ofrecer un pequeño balance de los ataques de las tropas carlistas.[8]

Expedición del general Gómez

En junio de 1836 el general carlista Miguel Gómez sale de Amurrio (Álava) con tres mil hombres hacia Asturias y Galicia, con la misión de provocar una insurrección popular en los focos que creían favorables. Tomó Riaño, Oviedo, Lugo, La Coruña y Santiago de Compostela, pero no consigue asentarse en el territorio. Las tropas liberales llegadas de Navarra y de León persiguieron a Gómez, que sin hacer caso de las órdenes de sus superiores, decide abandonar el norte y dirigirse a Andalucía. De forma efímera conquista León, Palencia, Valladolid, Baeza, Córdoba, Pozoblanco, Almadén, Cáceres, Alcántara, Écija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera, Pedro Muñoz y el Burgo de Osma. Durante este recorrido llegó a formar un ejército de seis mil hombres, gracias a los que se unieron libremente o de manera forzada en el camino.[9]

Día 30 de septiembre de 1836

La facción de Gómez necesitaba refuerzos y caballos, así como alimentos y víveres, por lo que planeó la toma de Córdoba. Su llegada era esperada unos días antes, plazo que empleó el Jefe político para enviar a Sevilla al interventor, poniendo a salvo la caja de caudales. Según la versión oficial, las tropas de Gómez llegaron a la ciudad el 30 de septiembre de 1836 a las dos de su tarde. La diputación provincial, la junta de armamento y defensa, y especialmente su presidente, habían provisto cuanto pudieron a propuesta del jefe político. Se fortificó la cárcel inquisición, las caballerizas y, en el lado opuesto, el colegio de San Pelagio: se formó una batería para dos cañones que teníamos, fosos, empalizadas, puentes levadizos; se aspilleraron tres puertas, cerrando las demás de la ciudad, todo en el supuesto de que hubieran tardado en llegar dos días más los facciosos. 1.700 hombres de infantería de la Guardia nacional era la única fuerza que se componía aquí de toda la provincia. La noche que precedió a la llegada de la facción calculó el gobernador civil que convendría retirarse sobre Sevilla, pero por no haber llegado recursos y por la precipitación con que los facciosos se aproximaron a la ciudad, todo ello impidió que los preparativos llegaran a su fin. Además, la mayor parte de la oficialidad a la que se comunicó esta idea se opuso, manifestando que ardían en deseos de batirse contra los facciosos. Ya no era tiempo de que la razón triunfase. La diputación provincial y la junta de armamento, creyó que la vejez del comandante general brigadier D. Teodoro de Gálvez no era a propósito para el difícil momento y se propuso a D. Bernardino Martí, teniente coronel retirado, para sustituirlo.[10]

La caída de Córdoba

El 1 de octubre de 1836 Córdoba se entrega a los carlistas de Miguel Gómez, que llegan el día 3 a Osuna. Según algunas fuentes, los cordobeses se llenan de júbilo ante la presencia de las tropas carlistas, y lo celebran con fuegos artificiales y una misa solemne Te Deum en la catedral. El fervor absolutista se extiende por la provincia donde la mayor parte de los pueblos y especialmente los más importantes –Montilla, Lucena, Cabra, Baena– se adhieren a la causa del pretendiente. Gómez y sus 6.000 hombres ocupan una zona de más de tres mil kilómetros cuadrados, abandonada por las tropas liberales ante la presencia de la columna carlista. Delgado, el cronista carlista, afirma:
No es posible ver mayor entusiasmo y decisión por nosotros, que la que vimos en Córdoba, su provincia y casi toda Andalucía, y estoy persuadido que si hubiéramos podido fijarnos aquí, en menos de un mes se hubiera pronunciado por la justa causa la Andalucía entera, y hubiera desaparecido de ella en un abrir y cerrar de ojos la revolución: tal es el espíritu que observamos en ella.
José María Delgado, Relato oficial de la meritísima expedición carlista dirigida por el general andaluz D. Miguel Gómez[11][12]



14 de octubre

En el mes de octubre de 1836 arrecian los combates e incursiones de las tropas carlistas en la provincia de Córdoba. Sabemos que el día 14 abandonan Osuna, no sin antes provocar sucesos como los ocurridos en La Puebla de Cazalla en la madrugada del 13 al 14 de octubre, en que desertores y prófugos tomaron el pueblo.[13]

Viniendo desde Montilla a esta ciudad el jefe político, y no hallando noticias del general Alaix ni de su división, se dirigió por Castro de Río a Alcaudele y a Alcalá la Real para incorporarse a la división, prestando los conocimientos que ha podido al general. A las dos de la noche del 14 de octubre las tropas nacionales pasaban el puente de Alcolea, y a las cuatro y media de su mañana se rompió el fuego contra los facciosos situados en esta ciudad, que, prevenidos de la llegada de la división por sus espías, se habían ausentado por la sierra llevándose los prisioneros con dirección a Villaharta, de donde por confidentes se supo que marchaban para Pozoblanco, y también que tal vez desde allí tomaran por su flanco derecho hacia Andújar para pasar después a Despeñaperros. Antes de su salida, la facción fusiló a muchos prisioneros. Según algunas fuentes, podrían pasar de 200 muertes. Otros muchos prisioneros, marcharon con la facción.[14]

En la tarde del 16 de octubre el general Butrón llegó a Córdoba con 400 caballos. También llegó el capitán general D. Carlos Espinosa con dos batallones y dos baterías, completando hasta 1.200 caballos. El general Alaix, persuadido de que la facción fue traída a esta capital por el cabildo eclesiástico, le ha impuesto 200 duros de multa que ha repartido entre los diferentes cuerpos de que se compone esta división, y cuya distribución se ha hecho dando a sus respectivos jefes los correspondientes recibos por las cantidades que le han correspondido.

El 8 de noviembre, en las Cortes, el diputado Fernández de los Ríos se indigna por la actuación de cinco facciosos sin identificar en Córdoba.[15]


Nueva toma de Osuna

El 12 de noviembre la expedición entró en Écija. Gómez se alojó en la casa de Rosario de Bermuy, marquesa viuda de la Garantía. Las autoridades huyeron de la ciudad a excepción del alcalde, Juan D. Armesto. El día 13 Gómez salió de Écija con dirección a Osuna. El 14 durmió en Marchena y el 15 pasó a la provincia de Cádiz, pernoctando en Olvera, de donde salió el 16 y tomó Ronda. El 14 de noviembre, como acabamos de ver, Osuna es invadida de nuevo por el general Gómez. Una denuncia de Juan Domínguez en el Juzgado de Primera Instancia de Osuna de fecha 14 de noviembre es la única pista que existe de la presencia de los carlistas por la localidad.

El 17 de noviembre las tropas del general Rivero hicieron noche en Écija y el día 18 en Osuna. El 22 Narváez llega a Osuna y desde allí dirige una comunicación al Secretario de Estado y del despacho de la Guerra, en la que revela su sospecha de que Gómez quiere fijar la Guerra en Andalucía y exportar su tesoro a Inglaterra u otro país. Le dice que ese mismo día piensa salir hacia Morón de la Frontera, y de allí, si el enemigo se mantiene en la serranía, me ceñiré a su persecución, pues juzgo que si se emplea el tiempo en planes él también lo empleará en organizarse y sublevar el país. Pide el general lojeño, para una mayor efectividad, que se nombre un mando único superior a él. El 26 Gómez sale precipitadamente de Villamartín al saber que Alaix se encontraba en El Bosque y se dirige a Morón de la Frontera. Narváez, al tener conocimiento de que el general carlista se encaminaba hacia la villa ducal, tomó las compañías de cazadores y las tropas de caballería y emprendió su persecución. «El espadón de Loja» llegó a Osuna muy de noche, cuando la facción había ido a pernoctar a Estepa. Ese mismo día a las once de la noche se reunió el cabildo municipal de Osuna y ante la imposibilidad de defender la población, acordó pedir la evacuación de todos los vecinos pudientes, así como de los mozos solteros. Al día siguiente, 27, Osuna fue ocupada otra vez por Gómez, pero esa misma noche llegaron las tropas de la Reina. El general que mandaba la división que pasó por Osuna persiguiendo a la partida de Gómez fue Isidro Alaix.

El general faccioso salió de Osuna el 27 y de dirigió a Cabra. El 29 de noviembre las tropas expedicionarias pasan la noche en Alcaudete, donde les ataca por sorpresa la caballería de Alaix. Gómez, perseguido por las fuerzas que mandaban Narváez, Alaix y Escalante, tres o cuatro veces superiores en número, opta por abandonar Andalucía.

Bullón de Mendoza afirma que la expedición de Gómez ocasionó el enfrentamiento entre los generales liberales Narváez y Alaix, que desembocaría en la enemistad entre Espartero y Narváez. Sin olvidar, y ahí es donde está el motivo principal del desencuentro entre ambos militares, que Narváez era una amigo fiel e incondicional de Luis Fernández de Córdova, y eso Espartero no lo soportaba. Reunido el cabildo el 30 de noviembre acordó que una partida de la Milicia Nacional de Caballería recorriese el término de Osuna, para descubrir si habían quedado algunos facciosos por estas inmediaciones y que un retén de la Milicia Nacional de Infantería se estableciese en las Casas Capitulares, para la conservación de la tranquilidad y del orden público.

En el Parte oficial de 5 de diciembre de 1836, de la División de la Guardia Real, informado el brigadier Narváez, se expone al Secretario de Estado y de Despacho de la Guerra, Felipe Rivero, la presencia del faccioso Gómez y sus hombres por Morón de la Frontera, que de paso hacia Osuna puede haber recalado en Córdoba o cualquier otra localidad andaluza y posteriormente huir hacia Levante o La Mancha.[16]

El 6 de diciembre el Capitán General de Andalucía ordenó levantar el estado de guerra en la provincia y cesar la movilización extraordinaria de la Milicia Nacional de todas armas. Inmediatamente se constituyó una Junta de Gobierno.

La expedición Gómez pone su fin el 20 de diciembre de 1836 con el regreso al País Vasco. Ese día 20 de diciembre entraba en Orduña y terminaría su expedición en el mismo sitio donde había partido: Amurrio. Llegó con un importante botín y con un número considerable de prisioneros, pero había fracasado en el objetivo que se trazó cuando salió seis meses antes: abrir nuevos frentes bélicos en Galicia, Asturias y Andalucía.

Juicio a la Junta rebelde

En enero de 1837 se abrió juicio a la Junta rebelde de Córdoba en la ciudad de Cádiz. Durante los días 25 y 26 de enero de 1837 el fiscal desgranó sus argumentos y pidió pena de muerte para los tres reos de la causa carlista: Antonio Sánchez del Villar, deán de la Catedral; Simón Tadeo Pastrana, canónigo de la Catedral; y Juan Olalla Sánchez, abogado y secretario de la Junta rebelde. A todos ellos acusa de haber compuesto una junta sediciosa e intentado fugarse a las provincias sublevadas con el fruto de sus rapiñas. Los abogados defensores alegaron que sus clientes habían sido violentados por el general Gómez para que aceptaran los cargos de vicepresidente, vocal y secretario de la junta, habiéndolos conminado con la pérdida de su vida, así como la de sus bienes.[17] El día 30 el fiscal cerró el juicio ordinario diciendo que quedaba demostrado que la junta sediciosa reconocía por rey de España al proscrito D. Carlos de Borbón, pidiendo en su alegato que sufran la pena de muerte señalada por las leyes en el artículo 1 del decreto de 17 de abril de 1821, mandado observar por la Real orden de 31 de agosto de 1836 a los que fueren convictos del crimen de conspiración directamente y de hecho contra la Constitución política de la Monarquía española y de la Monarquía constitucional, y para los que fuesen convictos del crimen de traidores, de acuerdo con la ley 2ª, título 7º, libro 12 de la Novisima Recopilación.[18]

La sentencia del tribunal especial de Guerra y Marina, acordada el 4 de abril, aprobó una pena de 10 años de presidio con retención que el consejo de Guerra impuso a los vocales de la junta rebelde de Córdoba presos en esta. Conforme S. M. con la acordada de aquel tribunal, determinó en Real orden del 9 que aprovechando la primera embarcación que saliera para Filipinas fueran remitidos los reos a las islas Marianas, como así se ha verificado conduciéndolos un guardacostas desde el castillo a bordo de la fragata Nueva San Fernando.[19]

Referencias

  1. Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana. Tomo 45. Madrid, Espasa-Calpe, 1921, pág. 1490.
  2. El juez de primera instancia del partido de Rute, provincia de Córdoba, D. Luis Bázquez de Mondragón, y tres de los escribanos numerarios de su juzgado, que son D. Alfonso Mendoza , D. Juan Nepomuceno Cañete y D. Francisco Antonio Grimotz, ofrecen 240 rs. mensuales desde este presente mes de diciembre ínterin dure la actual guerra. Véanse los Donativos, aparecidos en la Gaceta de Madrid, el 1 de enero de 1836.
  3. Gaceta de Madrid, 31 de diciembre de 1835.
  4. BOP, 10 de julio de 1835, en la web del BOP.
  5. El Sr. gobernador eclesiástico y demas oficiales de sus curias ademas de otra cantidad que dio el mismo juez: 560 reales por una vez y 209 mensualmente. El rector y clero de Santa Marina 200 rs. El de S. Miguel 83 rs. El de Santiago 220 rs. El clero del sagrario de la catedral 959 rs. El de S. Andrés 34O rs. El de S. Pedro 270 rs.: un crédito de 19 rs. ademas. El de S. Juan 120 rs. El del Salvador 276 rs. El de la Magdalena 270 rs. El de Pozoblanco 566 rs. El de Rambla 211 rs. El de Rute 885 rs. El de Zuheros 60 rs. El de Añora 20 rs. El de Guijarrosa 76 rs. En Aguilar la comunidad de religiosas de la Coronada 640 rs. La de madres carmelitas de id. 150 rs. El cura párroco de id. 10 rs. mensuales. D. Pablo Vázquez, notario eclesiástico de id., 20 reales mensuales. Otros dos eclesiásticos, por una vez 80 rs. El respetable cabildo de esta santa iglesia catedral la décima parte de sus rentas desde Enero hasta fin del año, a no ser que antes se concluya la guerra. El de la Real colegiata de S. Hipólito el 5 por 100 de sus repartos por la mesa capitular. El clero de Montilla 1133 rs. El de Encinas Reales 138 rs. Córdoba 31 de enero de 1836.=Esteban Pastor.=(B. O.). Véanse los Donativos, en la web del BOE, 26 de febrero de 1836.
  6. Continuación de donativos, en la web del BOE, 27 de febrero de 1836.
  7. El capitán general de Castilla la Nueva, con fecha 7 de enero traslada el siguiente oficio del comandante general de la provincia de Ciudad Real: Excmo. Sr.: El teniente coronel D. Francisco Javier Pardillo, ayudante del regimiento provincial de Córdoba, me dice ayer lo que sigue: Después de verificada la sorpresa del cortijo de la Higueruela y reconocidas sus inmediaciones, según las órdenes que recibí del Sr. coronel del 2ª. de ligeros, comandante general accidental por la ausencia de V. S., en toda la noche anterior, sin haber hallado novedad, me propuse concluir este servicio recorriendo los pueblos y caseríos más inmediatos; y al salir del de Ballesteros sobre la dirección de esta ciudad a muy poco camino hallé una pista fresca, y habiendo podido informarme que era la del cabecilla Junco, y dos más que le acompañaban, dejando mis instrucciones al alférez de caballería del regimiento de León, 2ª. de ligeros, D. Rafael Álfaro, para seguir la marcha. Salí con la guerrilla de caballería del mismo, compuesta de un cabo y cuatro soldados, con el objeto de ver si lograba darles alcance, como en efecto se logró, descubriéndolos aunque a bastante distancia, y salí al escape en su persecución. El terreno onduloso y algunos pantanos fueron la causa que no quedasen los tres en mi poder, antes de la llegada a la aldea de Cantagallos, en donde a su salida se dispersaron, y se hizo índividual la persecución; por la cual, habiendo seguido el soldado de caballería del dicho regimiento Antonio Arcos, de la 6ª. compañía, a uno de ellos, vino a darle alcance a las inmediaciones de Miguelturra, y perdida la esperanza de salvarse el faccioso, hizo frente al soldado disparándole un tiro, por el que sin duda hubiera triunfado del valor de este benemérito militar, si la casualidad no hubiera favorecido a este dándole la bala en el escudo de la correa de la cartuchera, que impidió le pasase por el pecho; mas este valiente, lejos de sorprenderse ni resentirse de su fuerte contusión y vómito de sangre que le produjo, se desmontó de su caballo y partió en busca de él, que se le ocultó entre unas matas, y luchando a brazo partido le rindió, cogiéndole sus armas y caballo, y presentando el primero a la autoridad más inmediata, que era la de dicho Miguelturra, en donde queda curándose de su mal trato, resultando ser el faccioso José Molina, natural del mismo Miguelturra (a) Pan blanco. Faltaría a la justicia si no recomendara á V. S. una acción tan distinguida y recomendable como la ejecutada por el expresado soldado Arcos, a quien la columna de mi mando únicamente en razón a lo que es práctica en semejantes casos, cedemos el importe del valor de lo aprehendido en éste, que consiste en el caballo, monturas, armas, mantas, alforjas, sacos y demás menudencias para que con su producto, pueda atender mejor a su curación. Y lo traslado a V. E. para su debido conocimiento y por si tiene a bien elevar a los pies del trono el mérito que ha contraido el soldado del regimiento caballería de León, 2ª. de ligeros, Antonio Arcos, a quien considero acreedor a la munificencia de S. M .; en la inteligencia de que el faccioso José Molina será mañana pasado por las armas en el pueblo de su naturaleza para escarmiento de los muchos que de él sostienen la facción, en justo castigo de sus desmedidos crímenes. Véase Parte de guerra, en la web del BOE, 12 de enero de 1836.
  8. El capitán general de Castilla la Nueva con fecha del 11 trasmite un oficio del comandante general de Ciudad Real, noticiándole que de resultas de la batida practicada por el benemérito capitán D. Lorenzo Contreras, ha sido muerto por el soldado del provincial de Córdoba José Fernandez el faccioso Gerónimo el Garduño, titulado capitán de dragones de Cirios v muy conocido en el pais por sus atrocidades, y uno de los primeros que formaron la facción. También han sido cogidos y fusilados en el acto otros 2 facciosos, de los cuales uno dijo ser asistente de Garduño, y ambos naturales de Miguelturra, y pertenecientes á la facción de Tercero. Los caballos de estos individuos con sus armas y algunos efectos arrojados en su fuga han quedado en poder de nuestras tropas. Y S. M., en vista del mérito que contrajo en esta jornada el citado Fernandez, se ha servido agraciarle con la cruz de Isabel II. Véase el Parte oficial, en la BOE de 13 de julio de 1836.
  9. La Primera Guerra Carlista en Osuna. La Expedición del General Gómez, por José Manuel Ramírez Olid, Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, Nº. 15, 2013, págs. 20-27. ISSN 1697-1019.
  10. Comunicado del Capitán general de Andalucía del 18 de octubre de 1936, en la web de la Gaceta de Madrid.
  11. DELGADO, José M.ª : Relato oficial de la meritísima expedición carlista dirigida por el general andaluz D. Miguel Gómez. San Sebastián, Gráfico-editora, 1943, p. 55.
  12. Bullón de Mendoza, Alfonso: La expedición del general Gómez. Madrid, Editora Nacional, 1984., p. 129.
  13. El Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra, marques de Rodil, desde la Calzada del Rey en 18 del actual dice: Que impaciente en Brazatortas la noche del 10, porque á pesar de haber multiplicado los emisarios no recibía noticia cierta de la dirección del enemigo, y temeroso de que este le sacase considerable ventaja sobré su izquierda, que es por donde habia mas probabilidad de que intentara evadirse, y una vez reforzado el punto de Almadén, resolvió hacer una marcha forzada para establecerse en la posición que ocupa, en donde se prometía encontrar más datos para el acierto de sus operaciones. Durante la noche sus esperanzas fueron ilusorias, y por esta razón tuvo que permanecer allí, esperando el regreso de los correos que tenía esparcidos en diferentes direcciones. A las tres de la tarde regresó uno entregándole un parte del general Alaix, participándole que Gómez, de acuerdo con los canónigos de Córdoba, tiene ó tuvo el proyecto de no salir de Andalucía, volviendo a bajar a Andujar; pero que firme él en destruir este proyecto, estaría la noche del 17 en el referido Andujar; pues que si Gómez llega á Fuencaliente puede tomar un camino de herradura que desde alli se dirige á la Carolina, y encontrarse expedito para llegar hasta Alcaraz, pero se lisonjeaba privarle de este recurso, prometiéndose llegar antes que el enemigo a aquella posición, llave de toda la sierra; que el general Espinosa llegó á Córdoba el 16 con infantería, una batería y bastante caballería, opinando que no debe abandonar dicha ciudad, mientras no se haya rechazado de la sierra a la facción. Que le habia dirigido al expresado Sr. Ministro de la Guerra tres comunicaciones desde Córdoba, en la persuasión de estar el camino franco, y que sentía mucho que hubiesen caído en poder de los facciosos; que en el dia 14 le dirigió una por extraordinario, otra el mismo día por la tarde, incluyéndole el diario de las operaciones que comprendía seis días, y otra el dia siguiente, que en la primera le comunicaba la marcha de Córdoba de la facción, y trataba extensamente de las operaciones. Concluye S. E. manifestando que si para el dia siguiente no recibía otros nuevos avisos, estaba resuelto a hacer una marcha larga en dirección de Villlanueva de los Infantes, con objeto de ganar terreno sobre su izquierda. Y dice que la división que lleva a sus órdenes hizo en el dia anterior una marcha de catorce horas, dejándose solamente rezagado un solo soldado de infantería, y que todo lo espera de los gefes, oficiales y tropa para el día en que los rebeldes sean alcanzados. El gefe político de Ciudad Real con fecha del 18 dice que el correo de gabinete que llegó a dicha ciudad a las tres de la mañana del mismo dia con pliegos del Gobierno para el Excmo. Sr. Ministro de la Guerra, ha sido sorprendido por 10 facciosos a media legua de Ballesteros y camino de la Calzada, llevándoselo prisionero. Véase el Comunicado, en el BOE, 21 de octubre de 1836.
  14. Comunicado del Capitán general de Andalucía del 18 de octubre de 1936, en la web de la Gaceta de Madrid.
  15. Sr. Fernández del Río: "La vigilancia dudamos si existe ó no en los térm inos que lo exigen las circunstancias , porque si bien se hallan puestas á la cabeza de la policía algunas personas de honor y p atriotismo , también existen otras puestas por el poder arbitrario, las cuales dejando libres á nuestros enemigos, se oponen al objeto de las primeras. Esa misma policía es la que está contribuyendo á fomentar la guerra, ¿y, esperamos que por ella se verifique su conclusión? de ninguna manera. El Sr. Olózaga ha comprobado estó mismo, diciendo que Gómez había recibido cinco extraordinarios de esta capital en Córdoba, ¿y qué quiere decir esto? que no hay ínterés, que no hay patriotismo ni vigilancia en las autoridades para librarnos de los enemigos. Esta misma policía es la que los ha traído a Madrid, donde confundidos con todos los demas, pueden obrar con toda libertad, y sin ser conocidos. De aquí la necesidad imperiosa de que desde luego se establezcan las medidas de policía que se proponen, u otras en su lugar más convenientes, para precaver el fomento de las facciones." En el Debate en el Congreso de los Diputados, en la web del Boletín Oficial del Estado, 10 de noviembre de 1836.
  16. Parte oficial, en el BOE de 5 de diciembre de 1836.
  17. Juicio a la Junta rebelde de Córdoba, en la web de la Gaceta de Madrid, 3 de febrero de 1837.
  18. Sentencia de la Junta rebelde de Córdoba, Cádiz a 17 de abril de 1837, en la web de la Gaceta de Madrid, 11 de febrero de 1837.
  19. Conclusiones del juicio a la Junta rebelde de Córdoba, en la web de la Gaceta de Madrid, 26 de abril de 1837.

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