Primera exhibición aeronáutica en Córdoba
La Primera exhibición aeronáutica que tuvo lugar en Córdoba se celebró el 25 de mayo de 1910, organizado por la Comisión de festejos del Ayuntamiento de Córdoba con motivo de la Feria de Nuestra Señora de la Salud.
En la Avenida del Gran Capitán lució esa mañana la bandera roja indicadora de que se efectuaba el vuelo acrobático de dos aviones del Concurso de Aviación (como se anunció en los carteles) cuyo campo de aterrizaje eran unos terrenos de la finca de "Turruñuelos" situados en las inmediaciones de la Electromecánicas.
Una muchedumbre de varios miles de personas invadió el aeródromo improvisado guiados por la curiosidad de ver aquellos primitivos ingenios aéreos. Poco después de la cuatro de la tarde empezó a llegar el personal en automóviles, carruajes, a caballo y hasta a pie. La tarde era calmosa y sobre las cumbres de la sierra se cernían grandes nubarrones anunciadores de agua.
La guardia civil y los guindillas locales ocuparon el lugar señalado para las pruebas y también una sección de lanceros de Regimiento Sagunto, con objeto de evitar que la gente cruzara las pasarelas que marcaban la pista.
En el hangar improvisado los mecánicos preparaban al funcionamiento de los aparatos, y mientras tanto las tribunas se iban llenando de damas y señoritas lujosas de la alta sociedad, más las autoridades e invitados. Es de destacar que por ser feria se encontraba en Córdoba la actriz Mlle. Ketty, que apareció en el campo de aviación momentos antes de empezar la prueba, pidió subir con el aviador en el aeroplano, no se le concedió dicha petición dando que era monoplaza. Mlle. Ketty se quedó sin volar y con gran disgusto.
Los aviones en que se realizaron la pruebas acrobáticas eran monoplanos Bleriot, tipo Canal de la Mancha, con motor Anzari, de 25 H.P. y 3 cilindros. Medían ocho metros de longitud y cada ala 4 metros. Alcanzado una velocidad de 65 kilómetros por hora, aunque podían desarrollar en condiciones extraordinarias los 80 kilómetros. Los pilotos eran los franceses René Barrier y René Simón aleccionados en la escuela aeronáutica de Mourmelón de Francia, siendo los propietario de las aeronaves la Casa G. Borel y Cía.
En medio de una expectación inmensa a las cinco y veinte partió a gran velocidad en dirección a San Jerónimo el primer monoplano, pero apenas pudo elevarse, y al querer tomar tierra encontró un cerrito, donde cayó dando una vuelta completa; el aparato quedó casi destrozado y el piloto René Barrier sólo sufrió contusiones leves en manos y cuello que fue atendido por el doctor Eduardo Amo.
Continuaron las pruebas con el otro piloto René Simón que en dirección también al Monasterio de San Jerónimo llegó a alcanzar una altura de 80 metros, hizo diferentes piruetas pasando de una forma admirable a poca altura por encima de público, éste enfervorecido y entusiasmado aplaudía mientras la banda del Regimentó de la Reina ejecutaba una marcha militar. Al descender René Simón fue fuertemente ovacionado. El vuelo duró cuatro minutos y doce segundos.
El Concurso de Aviación fue un éxito, muy divertido y a la vez trepidante para el numeroso público que lo presenció. Se puede decir que constituyó el espectáculo más original y notable de cuantos habían existido hasta aquel momento en la provinciana Córdoba de principios del siglo XX.
El histórico acontecimiento que tanto agradó a la multitud tuvo un final desastroso, pues al concluir las exhibiciones aéreas apareció la anunciada borrasca por encima de Medina Azahara. Sus negros nubarrones se fueron extendiendo por todo el cielo, y antes que el público asistente pudiera buscar refugio se desencadenó una terrible tormenta con gran aparato eléctrico, formándose una cortina de agua llevada por un viento huracanado que azotó con fuerza toda la zona.
La gente, llena de pánico, emprendió la desbandada buscando donde guarecerse. Los que tenían coche emprendieron una agitada carrera hacia Córdoba, mientras los demás huían alocadamente hacia las primeras casas y arbolado donde encontrar algún amparo. Unos se refugiaron en el hospital militar. Estando allí cayó en el pararrayos una chista creando una gran alarma. Algunas señoras de alto copete sufrieron síncopes, siendo atendidas por el personal del establecimiento.
Hay que comentar que momentos después, el camino de Palma del Río estaba convertido en grandes lagunas, pues según se comentó cayeron 70 litros de agua por metro cuadrado en pocos minutos, de tal forma, que impedía el tránsito de la gente en su regreso a sus hogares. Todo el personal asistente, conservó un triste recuerdo del espectáculo del primer avión que sobrevoló Córdoba. Se cumplieron los dichos populares: volvieron hechos una sopa, o este otro, llovió más que cuando enterraron al bigotes.
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