Procesiones de rogativa (Notas cordobesas)

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El pueblo cordobés, de acendrados sentimientos católicos, en todas sus aflicciones y en todos los peligros implora la protección divina por medio de los actos del culto.

Entre tales actos figuran las procesiones de rogativa y, por considerarlo curioso, vamos á consignar en estas Notas las principales de que tenemos noticias, exponiendo, á la vez, las causas que las motivaron.

Nuestra Señora de Linares, la excelsa Conquistadora de la ciudad de los Califas, que le rinde ferviente veneración, fué sacada procesionalmente por los alrededores de su santuario el 3 de mayo de 1868; el 20 de abril de 1869, en unión de San Rafael; el 6 de mayo de 1875; el 30 de noviembre de 1890, también con San Rafael, y el 28 de Noviembre de 1893, acompañada de San Fernando, las cuatro primeras veces para impetrar el beneficio de la lluvia y la última para pedir la pronta y feliz terminación de la guerra del Rif.

A la Virgen de Linares se la trajo por primera vez á Córdoba, en procesión de rogativa, el 5 de junio de 1808, siendo depositada en la iglesia de San Pedro y luego conducida á la del convento de Santa Marta.

En ambas se le dedicaron solemnes cultos para que, por su intercesión, nos librara el Altísimo de las iras de los franceses que invadían á España.

El 1.º de Octubre de 1865 se la condujo de nuevo á la capital, donde estuvo en las iglesias de San Hipólito y San Lorenzo, y el 16 de Agosto de 1885 vino últimamente y se la depositó en los templos de San Pablo y San Lorenzo.

En estas dos ocasiones motivó las fiestas de rogativa la epidemia colérica, que hacía grandes estragos en diversos puntos.

Acompañó siempre á la imagen de la Conquistadora de Córdoba en sus visitas á nuestra población la de San Fernando, que se venera en el mismo santuario de la Virgen.

El Cabildo Catedral fué en procesión de rogativa á la ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta el 14 de Marzo de 1529, el 6 de Febrero de 1536, el 3 de Marzo de 1542 y el 10 marzo de 1548 con motivo de las grandes sequías que se padecieron en aquellos años.

E121 de Abril de 1561 y el 27 del mismo mes de 1578 volvió á visitar el santuario referido, llevando la efigie de Nuestra Señora de Villaviciosa, en la primera de las fechas indicadas para pedir que cesaran los temporales y en la segunda con motivo de la sequía.

La virgen de la Fuensanta fue traída á la Catedral, por primera vez, el 25 de Abril de 1737 y después el 30 de Marzo de 1750, por falta de lluvia.

E1 29 de Diciembre de 1794 se condujo á la Basílica la imagen antes citada y la urna que contiene las Reliquias de los Santos Mártires para implorar el triunfo de nuestro ejército en la guerra con Francia.

Posteriormente han sido trasladadas á la Iglesia Mayor, en procesión de rogativa, las imágenes de Nuestra Señora de la Fuensanta y de San Rafael, en unión de las Reliquias de los Santos Mártires, el 18 de Abril de 1817, el 2 de Mayo de 1824 y el 11 de Abril de 1834, con motivo de la sequía; el 17 de Noviembre de 1855, á consecuencia de la invasión del cólera; el 26 de Abril de 1863, por falta de agua; el 12 de Noviembre del mismo año, por el cólera, y el 26 de Abril de 1868, el 3 de Mayo de 1874, e1 2 de Abril de 1882 y el 25 de Abril de 1896 para impetrar la lluvia.

En Diciembre de 1848 hubo igualmente procesiones de rogativa por las necesidades de la Iglesia, siendo llevada la Virgen de la Fuensanta á la parroquia de San Pedro y Nuestra Señora de los Dolores á la del Salvador.

Todos estos actos revistieron gran solemnidad y los organizados para traer á Córdoba la imagen de la Virgen de Linares se pueden calificar de verdaderos acontecimientos. En ellos tomaron parte las autoridades, muchas corporaciones y el vecindario casi en pleno, dando una gallarda muestra de su religiosidad.

Finalmente, también ha salido algunas veces en procesión de rogativa, por falta de lluvia, el Santo Cristo de las Animas, que se venera en el Campo de la Verdad, recorriendo las inmediaciones de aquel barrio.

Y apropósito de esta procesión vamos ó terminar con una nota, la cual demuestra el buen humor de los cordobeses.

La última vez que se hicieron estas rogativas al Santo Cristo, el Prelado de la Diócesis, en su carruaje, marchó al lugar donde había de detenerse la procesión para emprender el regreso.

El recorrido fué bastante largo y la noche tendió sus sombras antes de que llegara la comitiva al paraje indicado. En la oscuridad brillaban, como los ojos de un cíclope, los faroles del coche del señor Obispo.

Una pobre anciana que figuraba en el acompañamiento de la imagen, rendida de andar, falta ya de fuerzas para seguir la caminata, al ver aquellas luces experimentó una gran alegría y acercándose al individuo que tenia más próximo preguntóle con mal contenida ansiedad: hermano, aquello que reluce á lo lejos ¿son las velas del altar donde hará estación el Santo Cristo?

Y el hermano, que iba casi tan cansado como la vieja, costestóle muy serio: "No señora: aquellos son los faroles del cementerio de Montoro".

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